Estados Unidos prepara una maniobra diplomática de alto voltaje. La administración de Donald Trump trabaja en una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU para desplegar una fuerza multinacional en Gaza, con el objetivo de garantizar el alto el fuego negociado por Washington y desmantelar la infraestructura militar de Hamás. El proyecto, aún en debate, podría transformar radicalmente el escenario de seguridad en la Franja… o reabrir el conflicto.

Según fuentes diplomáticas citadas por CNN, el plan prevé la creación de una Fuerza Internacional de Estabilización (ISF), con mandato temporal hasta 2027, encargada de controlar el territorio, formar una nueva policía palestina y asegurar su desmilitarización. Estados Unidos no enviaría tropas directamente: ejercería un papel de coordinación desde fuera, con un centro de operaciones establecido en el sur de Israel, donde ya trabajan representantes de cuarenta países y organizaciones internacionales.

¿Una coalición inviable?

El plan, que forma parte del programa de veinte puntos de Trump para el cese del fuego, ha generado reticencias incluso entre los aliados más cercanos. Muchos países solo aceptarán participar en él si la operación cuenta con un mandato formal de las Naciones Unidas, una condición que Washington intenta asegurar antes de llevar la resolución a votación.

El secretario de Estado, Marco Rubio, admitió en una visita a Israel que sin este mandato la coalición sería inviable. Turquía, Egipto y otros países de mayoría musulmana han comenzado a discutir su implicación, pero exigen “un marco claro, legítimo y transparente”. “Estamos dispuestos a asumir responsabilidades por la paz”, dijo el ministro de Exteriores turco, Hakan Fidan, “pero solo bajo condiciones que podamos defender ante nuestra opinión pública.”

Mientras tanto, Israel mira el plan con una mezcla de inquietud y pragmatismo. Fuentes del gobierno reconocen que Jerusalén ha tenido que ceder ante la presión de Washington para aceptar una resolución de la ONU, pero insisten en que no permitirán presencia de tropas turcas en Gaza. “Ahora no hay problemas graves para nosotros –dijo un alto funcionario israelí–, la cuestión es si continuará siendo así".

Los puntos más polémicos

Los puntos más polémicos son los que afectan la desmilitarización de Hamás. La fuerza internacional tendría que asumir tareas de desarme y destrucción de infraestructuras militares, una misión que podría derivar fácilmente en enfrentamientos armados. Diversos expertos alertan de que este riesgo puede convertir la misión de paz en una nueva fase de guerra. Lucy Kurtzer-Ellenbogen, investigadora del Middle East Institute, considera que el tiempo juega en contra del plan: “La fuerza tendría que haber estado operativa el mismo día que comenzó el alto el fuego. Ahora, los vacíos en el mandato y la falta de claridad sobre cómo coordinarse con el ejército israelí complican mucho su despliegue.”

Si el proyecto sale adelante, Gaza podría ver por primera vez una presencia internacional sostenida, con el objetivo de reconstruir un territorio devastado. Pero entre diplomáticos y analistas planea una duda: ¿es posible estabilizar Gaza sin abordar las raíces políticas del conflicto? Trump presenta esta operación como un paso hacia la paz; sus detractores la ven como una apuesta que puede hacer estallar un nuevo fuego. Sea como sea, el futuro de Gaza vuelve a jugarse en las salas de la ONU, y esta vez el tablero es más explosivo que nunca.