Como casi todas las capitales europeas, Barcelona ha sido y todavía es una ciudad de acogida y eso se refleja en la oferta culinaria que encontramos en cada esquina. La comunidad peruana es la segunda más grande (después de la argentina), con 36.055 ciudadanos de origen peruano que han escogido la ciudad para hacer hogar. Y eso no es nuevo: el año 1996, Perú también ocupaba el segundo lugar en número de ciudadanos recién llegados en Barcelona, con 2.094 personas, por detrás de Marruecos, y siempre ha posicionado en el top 10 desde entonces.

Después de casi 30 años, los bares y restaurantes peruanos han cambiado mucho, tal como ha pasado con otras cocinas foráneas que hoy configuran el panorama gastronómico de nuestra casa. Si bien durante años hemos disfrutado de aquello que los entusiastas con fervor por la autenticidad llamábamos 'restaurante peruano para peruanos', sitios sencillos y efectivos, con una apariencia de bar o de comedor, hoy los restaurantes peruanos son para todo el mundo, con un aspecto más atractivo para la mirada del cliente nacional, pero eso no hace que sus platos pierdan ni gota de originalidad. De hecho, los restaurantes siempre han estado abiertos a todos los públicos, pero el paladar local, hasta hace exactamente unos 15 años, no tenía la madurez que requería la aventura de gustos y texturas que los migrantes añoraban y encontraban aquí, llenando salas y salas para reencontrarse con la causa, el ceviche, los anticuchos o el lomo saltado.

El paladar local, hasta hace exactamente unos 15 años, no tenía la madurez de que requería la aventura de gustos y texturas peruanos

El restaurante Leche de Tigre es precisamente un lugar así: un restaurante que no solo quiere alimentar a los clientes con los manjares más destacados del país del pisco, sino que además quiere hacerlo de forma estética y divulgativa. Su propuesta gastronómica es, de hecho, un recorrido por el paisaje gastronómico peruano trabajado con producto de allí cuando toca y de aquí casi siempre, con una apuesta por la calidad de la materia prima y un servicio óptimo y seguramente merecedor, muy pronto, de algún reconocimiento.

Ají de gallina – Leche de Tigre / Foto: Rosa Molinero Trias
El ají de gallina del Leche de Tigre / Foto: Rosa Molinero Trias

Todo eso se pone de manifiesto en platos como el tiradito ponja, un epíteto que nos vuelve a remitir a la migración y que referencia a la influencia japonesa que tiene la cocina peruana a causa, también, de la ola migratoria nipona a finales del siglo XIX hasta 1936, cuando varias campañas de odio racial llegan hasta el parlamento y se limita su llegada al país. Hecho con atún blue fin, nada en una leche de tigre a base de miso, tamarindo, salsa de soja, ají amarillo y acompañado de puré de boniato, aguacate y un decorativo sésamo blanco y negro.

A la causa limeña, plato icónico de la gastronomía peruana, se le hacen pequeños cambios diarios. Aquella noche, la patata era bicolor por efecto del zumo de remolacha, y el relleno era de cangrejo, que ponía el contraste yodado. El ají de gallina es también uno de los platos nacionales, típico de la costa, es una receta cremosa donde el pollo se empapa de una salsa suave a base de patata, ají amarillo y mirasol y queso Parmigiano. El arroz blanco, las olivas y los huevos de codorniz son los tres complementos que nunca le pueden faltar al ají de gallina, y en Leche de Tigre lo saben muy bien.

Pastel 5 leches – Leche de Tigre / Foto: Rosa Molinero Trias
El pastel cinco leches del Leche de Tigre / Foto: Rosa Molinero Trias

Como postres, un pastel tan bueno que hoy lo podemos encontrar en cualquier restaurante de Latinoamérica: el pastel de leches, normalmente tres leches, pero en este caso es cinco leches porque son cinco los tipos de leches que se utilizan para hacerlo: leche corriente, en polvo, condensada, crema de leche y dulce de leche. Cada una se añade en un momento concreto de la receta, sea para suavizar el bizcocho del pastel o para decorarlo.

Cabe decir que en Leche de Tigre se bebe muy bien: la carta de vinos es corta, pero eficiente, con dos grandes blancos en copas como son el verdejo de Barco de la Corneta y la moscatel y macabeo de Celler Credo. Además, se enorgullecen de su coctelería, que es posible disfrutar antes, durante o después de la comida.