La oferta gastronómica en la Costa Brava es ilimitada, pero —como en todas partes— hay que separar bien el grano de la paja. Otra cosa es que cuando llega la época veraniega resulta difícil, por no decir imposible, reservar y encontrar mesa en los mejores restaurantes, y es una pena. Las familias enteras invaden bares y restaurantes, con el abuelo si hace falta con mecedora, el loro colgando, el perro, los malditos críos y la suegra, que no falte. Cualquier sitio es bueno para atiborrarse, no se libra ningún restaurante ni bar, desde los más caros y conocidos hasta los tugurios de bocadillos: todo se convierte en un caos que te hace pensar si realmente estás de vacaciones o haciendo una carrera de obstáculos done siempre ganan los más cabrones.

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Restaurante La Sirena / Foto: Víctor Antich

Pues bueno, dicho esto, la solución pasa por la previsión, pero en este caso la previsión tiene que ser —en muchos casos— de meses. Otra solución es cocinar tú mismo allí donde te hayas instalado, disfrutando del privilegio de poder comprar el pescado fresco en la lonja más próxima. Pero volviendo a los restaurantes abarrotados en verano, el año pasado estuve unos días instalado en Calella de Palafrugell y pisé dos restaurantes únicamente. Cuando intentaba reservar mesa y en algunos casos me cogían el teléfono, se cachondeaban en mi cara. —¿Reserva para hoy? ¿Está de broma? No tenemos mesa libre en todo el mes. Algunos se atrevían a decirme que tenía que ser más previsor. Es fácil decirlo, ¿pero quién puede reservar a cuatro semanas vista? Yo no. Logré comer en Llofriu, en el restaurante Soca-rel, y gracias a que una amiga contactó directamente con el chef. Por cierto, preparan unos arroces a la leña de narices. El resto de días, como digo, nos zampábamos unas mariscadas en casa que daban miedo.

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Manolo y familia. Restaurante La Sirena / Foto: Víctor Antich

Otro restaurante que me gusta mucho y visito todos los años sin problemas es el restaurante La Sirena de Llafranc. Un restaurante familiar a primera línea de mar con un producto fresquísimo y un trato exquisito por parte del Manolo y familia. Hasta ahora, en La Sirena cogían la reserva en el propio restaurante y al momento, es decir, cada día a la 1 del mediodía se formaba la cola en la puerta y los clientes empezaban a desfilar, y a las 8 de la noche pasaba lo mismo. Por lo tanto, si ibas temprano, comías seguro. Pero este año me informan de que ya cogen reserva por teléfono. Veremos cómo va la cosa.


La oferta de Manolo es muy sencilla: buen producto y poca manipulación. Hacen una cocina catalana marinera como se ha hecho toda la vida. Pero es justamente por esta sencillez por lo que agradeces visitarlo en medio de tanta oferta de cartón piedra diseñada especialmente para los turistas.


Para situarnos, Antonio y Manolo cogieron el local hace casi cincuenta años. En esa época, existía el bar Cao, donde trabajaban los hermanos, que estaba pegado a la casa donde ahora está La Sirena, era el mismo edificio. Con el tiempo, el bar Cao cerró y los hermanos abrieron La Sirena donde estaba la casa y hasta hoy.
Actualmente, no obstante, son Dani y Carlos —hijos de Antonio— y Àlex —hijo de Manolo— quienes tiran del carro, con el permiso de Manolo, verdadera alma del local, y de sus madres, Dolors y Teresa, que a pesar de estar jubiladas todavía meten su cucharada en la cocina, y nunca mejor dicho.

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Terraza del restaurante La Sirena / Foto: Víctor Antich

Sentado en la terraza, observando el mar con una cerveza helada, disfruto de la tranquilidad de Llafranc antes de que llegue el fin de semana. Àlex me trae una esqueixada y unos calamares a la romana que están cojonudos. También el arroz caldoso, que está al punto y muy sabroso; lo bordan. Dejo para otro día las sardinas a la plancha y la tortilla de queso, que es la especialidad de la casa, pero también el pescado del día hecho a la brasa, que varía según la semana. Hoy tenían rodaballo y rape. De postre, me tomo unas fresas con nata que montan ellos mismos.

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Calamares a la romana. Restaurante La Sirena / Foto: Víctor Antich

La Sirena es ese tipo de local que pasa desapercibido si no te lo recomiendan, el lugar ideal para disfrutar de la Costa Brava más pura y sencilla. Reconocimiento y admiración a Manolo y familia.