Esta semana se ha puesto en marcha un plan piloto del Ministerio de Industria para que las empresas que quieran puedan adherirse a la jornada laboral de 4 días. El sueño húmedo de muchos trabajadores y la pesadilla de muchos pequeños empresarios. La restauración mira la propuesta con ojos abiertos como platos. El debate está servido y encima de la mesa tenemos un plato que echa humo. Cuatro días laborables significa que los tres días que quedan serán destinados a actividades de ocio y a las relaciones sociales.

Es evidente que es un escenario apetecible para los que nos dedicamos a poner la mesa para recibir grupos de amigos y familia. No hay perspectiva mejor que un fin de semana de tres días cada semana.

La jornada laboral de 4 días: el debate está servido y encima la mesa tenemos un plato que echa humo

Pero siempre hay un moscardón revoloteando cuando se escucha música celestial. El sector de la restauración sufre un mal que se está agrandando y, a estas alturas, ya es endémico: no hay personal. Últimamente, es recurrente la noticia que este o aquel restaurante o bar no pueden abrir por falta de camareros y cocineros. Y otros establecimientos que ya están mirando los precios de los robots que te llevan el plato a mesa.

La causa, todos la sabéis: los infernales horarios laborales que no permiten conciliar familiar ni socialmente. El horario partido y trabajar todos los festivos no se paga nunca lo suficiente. Hemos tendido, de todos modos, a regularizar en cierta manera aquellos antiguos horarios draconianos gracias, en parte, a la complicidad de los clientes que comprenden que los restaurantes y los bares tienen que respetar unos horarios de apertura y cierre, pero el sector acarrea una rémora de horarios inacabables próximos a la explotación y la esclavitud. Estaba la frase mítica, te la soltaban el primer día de trabajo, cuando un camarero empezaba su turno: sabes a qué hora entras, pero no a qué hora sales

Estaba la frase mítica, te la soltaban el primer día de trabajo, cuando un camarero empezaba su turno: sabes a qué hora entras, pero no a qué hora sales

Sin embargo, si te dedicas voluntariamente a la hostelería o a la restauración, ya sabes que entras en una dimensión desconocida y autónoma, que vivirás el lado negativo de la vida, y con eso hago referencia a los negativos de las fotografías que guardábamos cuando las cámaras no eran digitales. Es decir, la restauración es la antítesis de la vida normal, del "positivado" de todo el mundo. Una vida al revés. ¿Al revés de qué?

Mirad: yo no he hecho fiesta ningún domingo de mi vida y os tengo que decir que a veces lo celebro porque está lleno de ventajas y de placeres secretos. Uno de los grandes placeres es saber que el resto del mundo está trabajando mientras tú estás disfrutando de un día de playa y sol como si toda la playa fuera un resort privado, solo para ti; ¿qué te parece? Es verdad que también me he perdido muchas fiestas, muchas cenas y alguna boda (no hay manera que la gente entienda que casarse en lunes es maravilloso), pero a veces he visto auténticas caras de terror, angustia o depresión por el lunes inminente, cuando para mí es el mejor día de la semana. Ya os lo digo yo: eso de hacer fiesta un domingo está sobrevalorado.

Ya os lo digo yo: eso de tener fiesta un domingo está sobrevalorado

Dejando de lado la gracia de tener que estar pendiente siempre de los festivos de los otros, mucha gente, en caso de que se aplique eso de los 4 días laborales y si resulta que el sueldo es el mismo, pensará qué puede hacer, con tanto ocio. Ayer por la mañana, en el autobús, escuché una conversación sobre el tema. Les preocupaba justamente eso. Lo solucionaban con el club deportivo privado de lo que son socios: se pasarán el día y listos. Y fue en este momento cuando me di cuenta de que los bares y sus terrazas hacen de verdaderos clubs, eso sí, públicos y populares, donde encontrarnos, relacionarnos y disfrutar de la conversación. Eso en la condición, por descontado, que el bar pueda abrir, si encuentra personal dispuesto a trabajar los 3 días del nuevo y largo fin de semana.

Preservémoslos, porque son necesarios. Hacen una función pública.