Corre el año 1907, Jesús Jeniu, originario de Tarragona y huérfano, según comenta una vecina, vino a Barcelona para abrir un bar en la plaza Blasco de Garay, en el Poble-sec, el Bar Jeniu. Al principio, aparte de abrevar a los vecinos, también proveían de hielo a todo el barrio cuando todavía las casas no tenían neveras. Desde entonces, en el local actual conservan todavía una nevera centenaria al lado de la barra. La plaza se inauguró el 14 de mayo de 1874 con la colocación de una fuente ornamental culminada por la diosa Ceres en lo alto de una columna, en la base, cuatro delfines hacían brotar el agua que llenaba una pila circular. Así pues, la plaza acabó siendo la plaza del Sortidor en honor a la fuente que había y que ahora ya no está. La fuente fue trasladada a Montjuïc después, parece ser, de que un bebé se ahogara en ella, sin embargo, la plaza se sigue conociendo como la plaza del Sortidor.

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Plaza Blasco de Garay, ahora del Sortidor

Pero volvamos al bar: el hijo de Jesús se casó y la joven pareja se hizo cargo del establecimiento hasta que empezó la guerra, con lo cual tuvieron que cerrar para abrir años más tarde, que es cuando popularizaron las anchoas y el vermú que los hizo famosos en toda Barcelona.

Los taberneros hacían la función de los curas

Leo en el libro Cuina, teatre i modernitat. Barcelona 1888-1919, de Eva Saumell: "El año 1882, en el censo de la ciudad de Barcelona se contaban ochocientos setenta y tres taberneros. Algunos de ellos equiparaban su función a la de los curas, porque unos y otros administraban el santo sacramento del bautismo, y convertían el vino moro en cristiano". Posiblemente, aquí podríamos perfectamente encontrar al Jeniu.

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Bodega Jeniu, en la plaza Blasco de Garay

En 2008, el Ayuntamiento concedió al bar una placa de reconocimiento por su trayectoria y los cien años de servicio a la ciudad. Más tarde, el local volvió a cerrar y reabrió a principios de 2017 como restaurante con el nombre de El Sortidor de la Filomena Pagès, en memoria de la abuela de una de las nuevas propietarias, que ofrecía comida durante la posguerra. El propietario actual es Josep Rodon y nos explica: "De Filomena Pagès se dice que era una mujer valiente que alimentaba a los vecinos con la comida que su marido conseguía del estraperlo".

Vale la pena ir para disfrutar de un entorno como ese

El restaurante es un viaje al pasado, muy bonito, conserva la esencia modernista: puertas originales del siglo XX, mesas de mármol, sillas de madera, techos altos... El edificio tiene un valor histórico innegable, lo cual ha hecho que haya sido escogido como escenario de varias películas. Vale la pena ir para disfrutar de un entorno como ese.

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Tony Leblanc y Antonio Garisa en el rodaje de la película 'Las estrellas'

Si hablamos de su comida, actualmente, el chef es David Sanmartin, que ofrece una cocina tradicional con toques modernos y, según me explica, elaborada con productos de mercado y kilómetro cero. David estudió en la Escuela de Hostelería de Barcelona y trabajó con el estrellado Ramón Freixa antes de que este se fuera hacia Madrid.

Nada que ver con el jaleo de la calle Blai

El restaurante es un clásico de la zona donde puedes disfrutar de una buena comida en una de las terrazas más tranquilas, agradables y bonitas del Poble-sec, y donde la clientela es fundamentalmente del barrio, nada que ver con el jaleo de la calle Blai.

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Caracoles a la sibarita / Foto: Instagram El Sortidor

Los platos más pedidos son los arroces, los caracoles, el fricandó y el bacalao, que lo traen del mercado del Ninot. En El Sortidor puedes comer por unos 25 euros con una buena relación calidad-precio.

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Arroz de El Sortidor / Foto: Instagram El Sortidor

Me despido de Josep, pues el restaurante ya empieza a llenarse, y me emplaza a que lo visite otro día para probar el resto de la carta. Volveré. Entonces, veo en una mesa y a punto de comer al Juanito del Pinotxo del mercado de la Boqueria, lo saludo y me comenta que ahora que está jubilado muchos días come en El Sortidor, vive al lado. Genio y figura.