Enamorado de la Toscana sin salir de Barcelona probando su cocina más tradicional

Sandro Raffaelli, propietario del Restaurante Raffaelli, es originario de Lucca, la capital de la provincia del mismo nombre que pertenece a la región de la Toscana, donde también nació el famoso compositor Giacomo Puccini. Curiosamente, este año se celebra el centenario de su muerte, imagino que por este motivo el Liceu recupera para la próxima semana la Turandot dirigida por Núria Espert que fue estrenada justamente el año en que el Liceu reabrió puertas después del incendio de 1994, y a la cual tuve la suerte de asistir.

Pero vayamos al tema. Por motivos de salud, Sandro llegó a Barcelona ahora ya hace ocho años y la ciudad lo enamoró nada más llegar y decidió instalarse aquí definitivamente junto con sus hijas, Greta y Gioia, y abrir el Restaurante Raffaelli.

Hace días que no llueve y hemos escogido hoy que caen cuatro gotas para ir a cenar al Raffaelli. Cogemos la moto igualmente y nos dirigimos al callejón de Lluís Antúnez, junto a la plaza de Sant Miquel, en la Vila de Gràcia, donde dejamos la moto en remojo. Nos recibe Laura y nos deja decidir si queremos estar en el comedor interior o delante de la barra, escogemos comer delante de la barra con vistas privilegiadas a la cocina y a la calle. No nos hemos sentado todavía que nos encontramos brindando por la vida con una copa de cava, la cosa pinta bien. El local es muy acogedor, de las paredes cuelgan unos cuadros pintados por la madre de Sandro que están inspirados en las pinturas de Amedeo Modigliani, quien, por cierto, también era toscano.

Laura nos deja la carta y el menú especial que elaboran estos días, pues ahora mismo se celebra en Barcelona el festival Italia con gusto, una iniciativa que promociona y da a conocer lo mejor de la cocina italiana en Barcelona. Decidimos probar el menú, que tiene buena pinta, pero también escogemos unos platos de la carta.

Nos sirven una copa de vino de la Toscana, un Maremmino Sangiovese, un vino muy agradable que ha sido vinificado en depósito de hormigón y que probamos mientras llega una zuppa alla frantoiana, un plato de cuchara que es la típica sopa invernal de verduras y legumbres y que resucitaría a un muerto, y el pappardelle con ragù de ciervo, que me parece espectacular. El pappardelle es una pasta de huevo que tiene como característica principal su anchura, que puede ser de hasta cuatro centímetros, es una pasta típica de la Toscana y suele presentarse con salsas potentes, como esta de ciervo, pero a veces también la hacen con jabalí o setas. Es por eso que también probamos el pappardelle con setas de temporada.

Cambiamos de vino y Laura nos llena las copas de un Poggio Ciliegio Ciliegiolo, también de la Toscana, lo encontramos intenso y persistente, un vino maravilloso que nos va de perlas con la parmigiana de berenjena, un plato de origen dudoso, pero que en la Toscana cocinan como nadie. Se elabora con capas de berenjena frita cubiertas de queso mozzarella, parmesano y salsa de tomate.

A punto de reventar, probamos el estofado de jabalí con olivas y polenta toscana, que no es otra cosa que un civet de jabalí pero a la manera de la Toscana. Y cerramos el festival con un panqueque de harina de castañas de la Garfagnana con ricotta y miel y un delicioso tiramisú, que regamos con una copita de moscato.

El paisaje de la Toscana hace que la gastronomía sea diferente del resto del país. Los campos llenos de viñas y olivos, los bosques de castaños y sus árboles frutales definen un territorio con una gastronomía propia.

Nos tomamos una grappa blanca Nardini de un trago y nos despedimos del personal, pero también de Italia, dado que, nada más traspasar la puerta del restaurante, ya estamos en Gràcia otra vez. Raffaelli es, sin duda, una referencia de la gastronomía italiana en casa que transpira aires de la Toscana y pasión en todo lo que hacen y donde disfrutarás de lo lindo.