Eso dice el dicho popular: si tienes dineritos, comerás turroncitos. También decimos que un día es un día, pero este año el día lo pagaremos más caro que años anteriores. Está siendo una letanía, pero es cierta y afecta en todos los productos, también en los turrones: los precios de la materia prima, los suministros energéticos y el transporte han hecho aumentar el coste y el precio, pero no solo de la golosinaría sino también de los embalajes, que determinan la exclusividad de la marca. No conviene a nadie, lo sé, pero quizás será la manera de ahorrarnos cajas y lazos que, de hecho, no se comen y generan residuos del todo innecesarios.

Sin embargo, no nos tenemos que estar, solo faltaría, pero quizás será el momento de reducir la cantidad y, en consecuencia, la variedad. Cuando se cierra una puerta se abre un portal, dice el refrán, y en este caso comer pocos y de buena calidad es positivo. Y en cuestión de variedad, si nos contentamos con el turrón blando, el duro y el de yema tostada, no tendremos que pagar el plus de innovación y evitaremos atentar contra el buen sabor. Digo eso porque para mí es una señal que el mundo va a la deriva la confusión del actual catálogo de sabores de turrones que ni el más enloquecido de los pasteleros podría soñar en el momento más tenebroso de la noche: turrón de gin-tonic, de chips, de vermú de Reus, de rosas, de cruasanes, de donut o de nube. Encuentro que, ya que están, tardan en inventar el de caldo de cocido y así nuestro estómago podría respirar un poco, porque uniríamos en un mismo plato dos de nuestras tradiciones y nos quedaría sitio para polvorones, panettones y todas las tradiciones ajenas que se van sumando... que parece una carrera de fondo, un maratón... ¡De dulces, vestidos, decoraciones y manjares!

Cuatro tipos diferentes de turrones / Foto: Pixabay
Cuatro tipos diferentes de turrones / Foto: Pixabay

Lo que a mí me parece una ofensa, es bienvenido por otros y también se entiende que los turroneros busquen estrategias para destacar en un sector de una única oportunidad. Si te lo juegas todo en un día, tienes que ser el más impactante, el más visto, el más ruidoso y eso no se consigue solo con un turrón blando. Aparte que a menudo cuando tienes el cliente dentro, atraído por un sabor extemporáneo, también acaba comprando el de toda la vida. Estrategias de marketing. La tradición no es otra cosa que una innovación exitosa que, de tan buena que es, pasa de generación en generación y se sedimenta. La tradición es un poso de cultura. En nuestra casa, nos remitiremos a 1750, en aquel turrón de Agramunt de avellanas, clara de huevo y miel en forma circular y cubierto con pan de ángel. Y este turrón ancestral es el primigenio, también en la Península

Parece que el turrón blando, el que llamamos de Jijona, fue el resultado de la crisis de la miel de romero que el país sufrió en el siglo XVIII. La miel se sustituyó por azúcar proveniente de un pueblo próximo. La innovación adquirió tanta fama que la población abandonó las tareas agrícolas y todo el mundo elaboraba turrones. Parece que los pasteleros de Madrid se quejaron de aquella competencia "desleal" de los dulces alicantinos, y Carlos IV, al principio del siglo XIX, los prohibió fuera del periodo navideño. Por eso, los alicantinos salían desatados entre Navidad y Reyes a vender por toda la Península. También hay otras versiones, como pasa siempre, que dicen que en las zonas de secano (cómo es Agramunt o Alicante), se empezó a elaborar turrón para dar salida al excedente de almendra que se recogía en septiembre. Y se llevaba a vender durante noviembre y diciembre, por eso siempre se ha asociado a la Navidad. Mira, quedaos con la historia que más os guste.

Turrón duro de almendra / Foto: Pixabay
Turrón duro de almendra / Foto: Pixabay

A finales del siglo XX, se creó la Indicación Geográfica Protegida Turrón de Jijona y de Alicante, y se prohibió el uso de las nomenclaturas si no han sido elaboradas dentro de la IGP. De manera que tuvimos que aprender a decir turrón blando y turrón duro, pero para que nos entiendan, acabamos diciendo: "El turrón blando, sí, el de Jijona, vaya".