Que algunas castañeras de hoy en día lleven tops en lugar de pañuelos en la cabeza es culpa del cambio climático; que estemos dejando morir la castañada, no. Que Catalunya ha adoptado oficialmente el Halloween americano es un hecho. Desgraciadamente, poco hemos adoptado las ganas y el orgullo de conservar las tradiciones que tienen los americanos, que aun conviviendo en la mayor diversidad étnica del mundo, sus tradiciones son intocables. ¿Y nosotros? ¿Dónde hemos dejado las ganas? "Las calles son nuestras y la castañada también", y aquello de "lo volveremos a hacer" lo hemos pasado por todos los himnos posibles. La muerte de la castañada da tanto miedo como los personajes más terroríficos de Halloween. La pobre tradición catalana tiene un pie en el otro barrio y ya le cantan los responsos. ¡Si Joan Amades levantara la cabeza! De nada ha servido su Costumbrario Catalán grueso y pesado, kilos y kilos de tradiciones empolvadas que quedan en las repisas. Hemos malentendido que teníamos que aprovechar esta oleada de globalidad para nutrirnos culturalmente y satisfacer la curiosidad de aprender lo que comen y hacen otras culturas, y lo que realmente estamos haciendo es homogeneizar el mundo, replicar con ganas aquello que vemos en las redes sociales y desdibujar poco a poco nuestra identidad. Triste todo, bien triste.

La muerte de la castañada da tanto miedo como los personajes más terroríficos de Halloween. La pobre tradición catalana tiene un pie en el otro barrio y ya le cantan los responsos

Castañada / Foto: Adobe stock
Castañada / Foto: Adobe Stock

Castañas para sacar almas del purgatorio

Hablemos de tradiciones. Solo información somera de lo que Joan Amades nos explicaba. Durante el s. XVIII, en la víspera de Todos los Santos, la gente rememoraba la antigua cena funeraria: se cenaba en silencio y sin hacer algazara, era una comida solemne en recuerdo a los muertos de la familia. Después de cenar, derramaban los panellets y castañas tostadas en la mesa para que todo el mundo las tuviera al alcance, en la ciudad lo tomaban con Malvasía de Sitges, y en el campo con vino blanco o mistela. A los pequeños de la casa se les hacía rezar un padre nuestro por cada castaña que comían, creyendo que así sacaban un alma del purgatorio. Si había algun espabilado que no rezaba, era amenazado con que mientras durmiera los muertos le tirarían de los pies tantas veces como padre nuestros no hubieran rezado. Hoy, ya tendríamos todos los niños en el psicólogo, pero nos guste o no, el catolicismo ha forjado muchas de nuestras tradiciones, que casi siempre ligadas a hechos gastronómicos, nos convierten en un país donde la gastronomía es cultura.

Curiosidades que forman parte de nuestra historia y que a menudo nos hacen entender el porqué de muchas tradiciones. Tradiciones que, junto con nuestra lengua, son nuestro ADN

Curiosidades que forman parte de nuestra historia y que a menudo nos hacen entender el porqué de muchas tradiciones. Tradiciones que, junto con nuestra lengua, son nuestro ADN. Dejémoslo perder todo y ya no sabremos quién hay bajo los disfraces de la nueva castañaween. Yo, que ruedo por el mundo, me gusta cambiar de lugar donde vivo sencillamente por aquella embriaguez de adrenalina que te da al llegar a un lugar nuevo y conocer su cultura, sobre todo, la gastronómica. Durante el primer Halloween en Carolina del Sur, me pregunté de dónde debía venir esta tradición de disfrazarse e ir por las casas pidiendo dulces.

Halloween / Foto: Adobe Stock
Halloween / Foto: Adobe Stock

Los inicios de Halloween

Pues muy sencillo, Halloween es una tradición que adoptaron los americanos de los inmigrantes venidos de Europa, costumbre que empieza a hacerse muy popular por todo el país durante la segunda mitad del s. XIX, cuando los EE. UU. se ven inundados de inmigración proveniente de todo el mundo, especialmente de miles de irlandeses portadores de esta nueva tradición. En el s.VIII, el Papa Gregorio proclamó el día de Todos los Santos para venerar a los muertos. Durante el velatorio empezaron a practicarse costumbres del festival celta Samhain. Sobre todo en el norte de Francia, Inglaterra e Irlanda, la gente se disfrazaba para asustar a los fantasmas de aquellos que habían muerto, bautizando la noche como All Hallows Eve (la noche de Todos los Santos), nombre que más tarde evoluciona hacia el hoy inmortal y bien celebrado Halloween. En los inicios de esta costumbre los americanos, una vez disfrazados, iban a pedir comida o dinero por las casas, práctica que más adelante originaría el famoso trick-or-treat. La noche tenía un tono supersticioso y tétrico, explicaban historias paranormales, bien lejos de aquello en lo que más tarde se convierte en una noche de fiesta de las comunidades de vecinos, con el único objetivo de divertirse, compartir platos de temporada y disfrazarse.

La gente se disfrazaba para asustar a los fantasmas de aquellos que habían muerto, bautizando la noche como All Hallows Eve, nombre que más tarde evoluciona hacia el hoy inmortal y bien celebrado Halloween

Gracias a los esfuerzos de las autoridades locales, que a través de los diarios animaban a la gente a evitar cualquier práctica supersticiosa o religiosa, la fiesta dio un giro hacia lo que hoy conocemos, donde el miedo es motivo de divertimento. Durante la primera mitad del s.XX, Halloween se celebraba en casales cívicos en el centro de los pueblos, acostumbraba a haber mucho vandalismo y las autoridades, con el fin de prevenirlo, decidieron trasladar la fiesta a las escuelas y a las calles de los vecindarios. Aprovechando la vieja costumbre de pedir dinero o comida, las familias empezaron a ofrecer dulces a la juventud con el fin de prevenir el vandalismo y las gamberradas. He ahí el actual trick-or-treat. Junto con Navidad, Halloween es el acontecimiento festivo que más dinero se destina de los presupuestos familiares.