El tranvía que circula por la calle Wellington de Barcelona va forrado con un gran anuncio publicitario. Aparecen unas botellas de whisky y de ginebra acompañadas del texto 'Light 20°' y un gran eslogan: "Todo el sabor. Mitad de alcohol”. La escena me evoca a la mejor época de Michael Schumacher, de cuando atravesaba la línea de meta con un gran Marlboro estampado en cada rincón del casco, coche, traje o guantes. Sin embargo, desde hace unos años ni el tabaco puede aparecer en eventos deportivos, ni las bebidas espirituosas como el whisky o la ginebra pueden hacerlo en vallas publicitarias o anuncios de televisión; y viceversa. Entonces, ¿cómo es posible que un tranvía pasee estas marcas por delante del Zoo o de la escuela Antoni Brusi, por ejemplo, siendo espacios tan concurridos por los niños? La respuesta a esta pregunta está en la Ley General de Publicidad (LGP), que prohíbe a las bebidas alcohólicas de más de 20 grados la realización, justamente, de publicidad en espacios públicos. Por tanto, hecha la ley, hecha la trampa; aunque esto vulnere los reglamentos europeos sobre etiquetado que exigen que el volumen alcohólico mínimo del whisky y la ginebra sea, respectivamente, de 40 y 37% vol. Hecha esta pincelada, hablamos ahora del Manifiesto 8segles.cat impulsado por dieciséis organizaciones vinculadas al sector de las bebidas espirituosas de Cataluña para, a través de los grupos catalanes en el Congreso, detener el proyecto de Ley de Comunicación Audiovisual impulsado por el Gobierno de España. Según reivindican los adheridos, este proyecto supone una amenaza a más de 8 siglos de tradición y cultura en torno a las bebidas espirituosas en Cataluña. Y, por consiguiente, a los 2500 puestos de trabajo que cuelgan de este sector.

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(Ginebra y Güisqui Light / Foto: Carrefour)

¿A caso un gintónic no tiene la mitad del volumen alcohólico que una copa de vino tinto, y tres cervezas lo mismo que un whisky con hielo?

Pros y contras del consumo de alcohol

Sobre el alcohol y sus usos y funciones he hablado alguna vez. Básicamente, un 10% de nuestro tubo digestivo está diseñado para metabolizarlo, y cada vez son más las teorías evolutivas que proponen que el Homo sapiens es producto de una mutación genética de la enzima ADH4; el cual, una vez multiplicado en nuestros intestinos, nos permitió digerir a la fruta

sobremadurada que caía al suelo (muy rica en alcohol), y esto, progresivamente, ocasionó que bajáramos de los árboles, adoptáramos una postura erecta y ganáramos lo que nos define como especie: la manipulación (o conjunto de operaciones que se puede hacer con las manos). Pero no quisiera extenderme con esto. Quien esté interesado en el tema le recomiendo muchísimo el libro La borrachera cósmica, de Mark Forsyt. El hecho es que el alcohol es una sustancia importantísima, que no significa necesaria. Y si no, intenta imaginarte un almuerzo familiar sin vino o una noche sin cubatas, cócteles o como quieras llamarlos. Por supuesto que podríamos prescindir de ellos y que nos acabaríamos acostumbrando a la sobriedad eterna. Pero, por la misma regla de tres, también podríamos prescindir del pan con tomate o los calçots (hablaré sobre estos la próxima semana), o, ya que estamos, también de la masturbación y de otros pequeños placeres tan trascendentales. Dicho esto, me reprocharéis: ¿y su toxicidad, qué? Pues no es ninguna novedad que el alcohol es una sustancia perniciosa para la salud (como tantas otras como la grasa de cerdo o el chamuscado de la barbacoa). Absolutamente todas y todos estamos expuestos a sus peligros, sobre todo a aquellos que tienen que ver con la psicología de las adicciones -se calcula que cada año mueren veinte mil personas en España por el consumo excesivo de alcohol-. Sin embargo, ¿de verdad es necesario eliminar de las redes sociales cualquier comunicación o imagen vinculada a las bebidas alcohólicas de más de 20 grados? ¿Acaso un gintónic no tiene la mitad del volumen alcohólico que una copa de vino tinto, y tres cervezas lo mismo que un whisky con hielo?

Se pretende relegar cualquier comunicación relacionada con los licores y destilados de más de 20 grados al miserable intervalo horario comprendido entre la una y las cinco de la madrugada

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(Bar Paradiso, el mejor bar de Catalunya y el tercero mejor del mundo / Foto: Grupo confitería)

Una ley inepta

En la medida en que los teléfonos inteligentes van apoderándose de nuestras vidas, la televisión de toda la vida va perdiendo protagonismo. Ante este hecho, es una necesidad que la LGP se adapte a los nuevos espacios de comunicación digitales, y que lo que tenía un sentido en la publicidad de la antigua televisión (por ejemplo, restringir los anuncios de bebidas espirituosas o del tabaco en espacios de audiencia concurridos por niños), lo tenga también en los espacios articulados por las redes sociales o las plataformas digitales. Sin embargo, el nuevo proyecto de Ley de Comunicación Audiovisual no termina aquí. Sin saber aún cómo, pretende relegar cualquier comunicación relacionada con los licores y destilados de más de 20 grados al miserable intervalo horario comprendido entre la una y las cinco de la madrugada. A efectos prácticos, esto significaría la prohibición de emitir anuncios comerciales relacionados con las bebidas espirituosas, con lo que estaría de acuerdo. Pero también la prohibición de cualquier comunicación vía redes sociales relacionada con estos productos, ya sea desde las propias empresas elaboradoras (la mayoría PYMES), así como desde las distribuidoras, bares, restaurantes o coctelerías. De entrada, no está claro cómo pretenden conseguirlo, dado que esto implicaría inactivar los perfiles en las redes sociales de todos estos actores fuera del susodicho intervalo horario de muerte económica y social. Pero, ¿Acaso las redes sociales no son selectivas? ¿Acaso no tengo el derecho de estar informado a la una o a las seis de la tarde sobre las noticias, acciones o eventos de mi destilería o coctelería preferida? ¿Acaso no es suficiente con prohibir los anuncios publicitarios relacionados con marcas de bebidas alcohólicas de más de 20 grados, como ya se hace desde hace años en televisión? En fin, si paseando por Barcelona  os cruzáis un tranvía con el anuncio de una ratafía light, esta vez no culpéis a los elaboradores.

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(Me pregunto si el Toro de Osborne no incumplirá la Ley General de Publicidad / Foto: Wikimedia)