En el corazón de Manresa, en la calle dels Cintaires, encontramos Can Dani, un restaurante que ha ido construyendo su identidad con constancia, técnica y sentido del producto. No es un restaurante que busque ostentación; todo está pensado para el gusto y la calidad de los platos. Es un espacio gastronómico donde la cocina se entiende como oficio, coherencia y placer. Aquí, el arroz no es un recurso, sino un auténtico hilo conductor que articula toda la propuesta.

 

El equipo: joven, implicado y fiel al comensal

El proyecto se ha consolidado gracias al tándem entre Dani Valverde, al frente de los fogones, y Laura Boixader, en la sala. Él imprime carácter y criterio a cada elaboración y, en especial, a los arroces, mientras que ella acompaña con proximidad, lectura fina de cada mesa y un servicio atento, pero natural. El equipo —joven, profesional y comprometido— comparte una mirada común: hacer disfrutar al comensal desde el oficio y el respeto por el producto. Estas cualidades no se perciben en grandes gestos, sino en el cuidado constante de cada detalle del servicio y de cada plato que sale de la cocina. Entrar en Can Dani es como pasar de la expresividad a lo esencial: un espacio confortable, sin estridencias, donde todo habla de criterio y coherencia.

Sala del restaurante Can Dani de Manresa. / Foto: Jordi Àvila

Entrantes que preparan el paladar

La comida se abre con entrantes pensados para compartir, que ya muestran la intención del restaurante: sencillez bien ejecutada con producto limpio y buenas cocciones. Las croquetas de jamón ibérico y las de pollo asado llegan a mesa con un rebozado crujiente y un interior sedoso, un clásico que no falla porque está hecho con respeto y proporción.

La tecnología y la experiencia se ponen al servicio del plato, y el resultado es esa regularidad que tan pocos consiguen: arroz con textura ideal, sabor limpio y cocción impecable, servicio tras servicio

Las alcachofas confitadas con panceta de cerdo ibérico ahumada y salsa de reducción de vino son potentes y equilibradas. La alcachofa mantiene su identidad vegetal, mientras que la panceta aporta profundidad e intensidad y la reducción de vino le da un punto de frescura y complejidad. Es un plato limpio, sabroso y muy bien resuelto.

Cocina del restaurante Can Dani de Manresa. / Foto: Jordi Àvila

Arroces: especialidad y estructura

Uno de los grandes valores del restaurante es una cocina pensada y diseñada para el servicio de arroces. Aquí no todo depende de la receta: depende de la organización, del control de los tiempos y de la técnica. Los fuegos y las temperaturas están medidos, la logística de cocina funciona con criterio y cada grano de arroz se ve tratado con exactitud. La tecnología y la experiencia se ponen al servicio del plato, y el resultado es esta regularidad que tan pocos consiguen: arroz con textura ideal, sabor limpio y cocción impecable, servicio tras servicio

El arroz de vieiras y panceta es un ejercicio de equilibrio mediterráneo: la dulzura delicada de la vieira se combina con el punto salino y profundo de la panceta, y el grano llega suelto pero bien ligado por el caldo. Es un plato con frescura y carácter que no renuncia a la complejidad.

Arroz de vieiras y panceta del restaurante Can Dani de Manresa. / Foto: Jordi Àvila

El arroz meloso de ternera y foie gras a la cazuela es más profundo. Aquí cabe destacar un gesto técnico singular: el foie gras fresco se incorpora fuera del fuego, aprovechando el calor residual del arroz para que se funda suavemente. Esto aporta untuosidad y profundidad sin que el plato se pierda en grasa o peso, y demuestra que la técnica y el producto pueden caminar juntos con equilibrio.

Comer en Can Dani no es solo comer bien, es sentir que alguien se ha tomado en serio tu experiencia culinaria

Postres: tradición y juego

Para cerrar, Can Dani propone con acierto una doble lectura de la dulzura. El flan de huevo cremoso es limpio, sedoso y honesto. La esfera de chocolate con sorpresa de profiteroles, que se deshace cuando se vierte el chocolate caliente, pone el punto final con juego y placer.

Can Dani es un restaurante que no necesita hacer ruido para llenar. Su fuerza es la regularidad, la coherencia y una relación calidad-precio ajustada. Aquí la gente vuelve porque sabe que encontrará buena cocina, servicio atento y un equipo orientado a hacer disfrutar. La gastronomía no es espectáculo, sino experiencia bien ejecutada desde el oficio. Comer en Can Dani no es solo comer bien, es sentir que alguien se ha tomado en serio tu experiencia culinaria.