En Lleida existe un lenguaje que no necesita muchas palabras: el de la brasa. Y si hay una casa que lleva décadas hablándolo con naturalidad, respeto y constancia es la Braseria Isidro. Fundada en 1997 por Mercè e Isidro, esta brasería ha sido a lo largo de los años un referente de la cocina catalana tradicional en Lleida, defendiendo siempre el producto de calidad, el fuego vivo y la cocina de temporada.
Desde 2022, el restaurante vivió un relevo generacional: la nueva dirección ha tomado el testigo con respeto y pasión, manteniendo intacta la esencia del lugar y a la vez aportando aire fresco al equipo y a la propuesta gastronómica. Al frente del proyecto están Ismael Balsells y Verónica Sevilla, responsables del local y de la sala, coordinando que todo funcione con precisión y calidez. En la cocina, Wilhelm Miralles lidera los fogones con maestría, mientras que Paula Ovalle se encarga de la cocina dulce, poniendo el último toque de creatividad y delicadeza a los postres. Entrar es como entrar en un espacio donde el tiempo no se ha detenido, pero tampoco se ha acelerado. El ritmo es humano, la cocina es honesta y la sala cálida y moderna. Y eso, hoy, ya es una declaración de intenciones.

El invierno en la mesa: producto que habla solo
La temporada marca la pauta, y esto es especialmente evidente en platos como la ensalada de invierno con boniato, alcachofa y panceta (16 €). El boniato aporta dulzor terroso, la alcachofa amargor noble y la panceta profundidad y memoria. Quienes conocen la casa saben que cuando llegan las alcachofas a la brasa (3 € / unidad), hay que pedirlas. Y no podemos olvidar los caracoles del Isidro (15 €), un clásico leridano que nunca falla

Entre los platos que definen el carácter del restaurante se encuentran el steak tartar servido sobre su tuétano (28 €) y las patatas fritas caseras (3,5 €). Sencillez, técnica y producto de calidad, un sello que Wilhelm Miralles imprime en cada elaboración. Pero la carta también incluye pescados de temporada, como las supremas de rodaballo a la brasa con una picada de piñones, AOVE, perejil, azafrán, ajo y tomate concassé, un plato que combina técnica y sabor, y que muestra la capacidad de Wilhelm Miralles de expresar la tradición catalana con un toque refinado.

Una braseria con alma de hogar
La cocina es constante, honesta y sin artificios. Verónica Sevilla y su equipo en sala garantizan un servicio cercano y eficiente, mientras que Paula Ovalle aporta creatividad a la cocina dulce. El equilibrio entre tradición y continuidad ha permitido que La Braseria Isidro mantenga intacta su esencia tras el relevo generacional de 2022.

Lugares como Braseria Isidro recuerdan que la cocina es memoria, y que el fuego, cuando se trabaja con respeto, es un lenguaje universal. Aquí no hay ruido, ni artificio; hay sabor, territorio y ritmo de casa. Cuando uno sale de aquí, ha comido mucho más que un menú: ha comido una manera de hacer, guiada por un equipo que combina tradición y talento, respetando la historia y la nueva etapa que han inaugurado en 2022.