Hay recetas que parecen viajar en el tiempo y que, a pesar de su sencillez, guardan un enorme valor cultural porque pertenecen a esa cocina humilde que se hacía con lo que había y donde nada se tiraba y todo se aprovechaba. Una de esas joyas casi desconocidas es la sopa del zumo de las judías secas, un plato antiquísimo de la tradición catalana que ha sobrevivido gracias a familias que lo han transmitido de generación en generación. En un reciente vídeo de la cuenta de Instagram cuinetes_i_cosetes, su autora explica que esta receta viene directamente de su bisabuela, de aquellos tiempos en que se cocinaba con paciencia, atención y un profundo respeto por cada ingrediente. No sabe si era una receta extendida en muchas casas, pero en la suya sí, y cuando la prepara hoy sigue siendo sabrosa, reconfortante y muy ligada a la memoria familiar, un recordatorio de cómo la cocina del aprovechamiento puede convertirse en un símbolo de identidad y cariño.
Sopa del zumo de las judías secas
La base de esta sopa tan peculiar nace del líquido que queda tras cocer las judías secas, un “zumo” espeso, rico y lleno de sabor que antiguamente jamás se habría tirado. Ese caldo se guarda en la nevera durante tres o cuatro días sin problema, y sirve como punto de partida para un plato contundente, nutritivo y sorprendentemente sencillo. Se pone a calentar el caldo y se completa con agua hasta casi llenar la olla, y luego llega uno de los secretos de esta receta: el pan seco cortado muy fino, que actúa como espesante natural. La cantidad depende del gusto, porque hay quien prefiere una sopa más densa y quien la disfruta más líquida. Esa manera de cocinar “a ojo” forma parte del encanto de estas recetas que no necesitan medidas precisas, solo intuición y costumbre.
Su autora explica que esta receta viene directamente de su bisabuela
El sabor auténtico llega con un sofrito hecho aparte, el clásico de ajo, cebolla y tomate, preparado lentamente en una sartén con un poco de aceite hasta que la cebolla se vuelve dorada y el tomate se integra dejando un aroma delicioso. Después se añade un chorrito de agua para recuperar todos los jugos caramelizados y se incorpora a la olla colándolo muy bien y presionando para que caiga toda la esencia. Una vez mezclado todo, se tritura directamente en la olla hasta obtener una textura fina y homogénea, se deja hervir unos minutos y se ajusta de sal, dando como resultado una sopa que sorprende por su suavidad profunda, su sabor casero y su sensación de confort en cada cucharada.

En muchas casas se come tal cual, como primer plato, aunque también admite añadidos como huevo o cualquier ingrediente que aporte un toque personal. Lo importante, como dice la creadora del vídeo, es que con recetas como esta se mantiene viva la cocina de casa, esa que explica quiénes somos y de dónde venimos.