Los restaurantes se suelen dividir en dos grandes bloques: los de cocina tradicional y los de alta cocina. Una división simplista y generalista que olvida muchos matices, pero que sirve para entender, a grandes rasgos, los dos conceptos que la mayoría de gente tiene en la cabeza sobre la cocina. Y si hay una característica que diferencia estos dos bloques es la cantidad de comida que se sirve en cada plato. En una fonda centenaria de cocina catalana seguramente encontraremos raciones grandes de platos calóricos. Por el contrario, en un restaurante de estrella Michelin con un menú degustación, es probable que nos sirvan platos con muchos ingredientes, pero en una cantidad minúscula. Y es precisamente eso lo que critica la cocinera Maria Nicolau a través de las redes sociales.

Platos poco llenos

Los restaurantes gastronómicos son aquellos que hacen alta cocina, a menudo en formato menú degustación o con platos contemporáneos que acostumbran a tener precios elevados. Platos donde el protagonista es el producto; y por producto entendemos la gamba, la ostra o la trufa, pero casi nunca entendemos por producto el pan, el arroz o los fideos. Maria Nicolau afirma a través de X que "el arroz a la cazuela se inventó para poder vender cuatro camarones con margen, o que los fideos son el negocio en un plato de galeras". Un concepto tradicional de los restaurantes que se está perdiendo y se está sustituyendo por la búsqueda de la innovación y la elaboración de platos más refinados y menos contundentes.

"Hacen cocina de producto, te dan tres guisantes lágrima y un trozo de sardina fumada a 23 euros y tú sales con hambre"

Nicolau añade que estos restaurantes "hacen cocina de producto, te dan tres guisantes lágrima y un trozo de sardina fumada a 23 euros y tú sales con hambre". El objetivo de entrar en un restaurante, en teoría, es salir lleno y satisfecho. Claro está que la comida se tiene que disfrutar y los sabores y la experiencia tienen que ser agradables; pero difícilmente la experiencia en un restaurante será agradable si al final te quedas con hambre.

Sitios donde te quedas con hambre

Salir de un restaurante con hambre es como bañarte en la piscina y seguir teniendo calor. Si el objetivo esencial de un sitio no se cumple, aquel sitio deja de tener sentido. Por el camino se pueden hacer mil y una volteretas creativas e innovadoras, pero se tiene que llegar al mismo sitio. Si la tradición existe es por alguna cosa: porque ha funcionado toda la vida. Y si empezamos a desterrar la esencia de la cocina, que es saciar las barrigas, ir a los restaurantes perderá todo el sentido. Nicolau también afirma que "suerte tenemos de poder comprar, al salir, en cualquier esquina, un buen kebab de postre" los días que sales de un restaurante con hambre.