Aprovechando que hace un sol que enamora, me acerco a la parte alta de la ciudad, al restaurante La Venta. Ya hace años que visito esta casa de comidas y siempre salgo satisfecho. Es ideal para ir a realizar cualquier celebración en familia o con los amigos, pero también para hacer una comida de trabajo o simplemente disfrutar de su cocina tradicional catalana en un entorno emblemático entre torres burguesas del Tibidabo. El restaurante está situado en un edificio modernista del siglo XIX y ofrece unas vistas espectaculares de la ciudad de Barcelona. ¡Casi nada!
Para situarnos, el restaurante abrió sus puertas realmente en 1904 como Restaurant Viñas. De hecho, el primer testimonio que se tiene de él es de 1906, en forma de tarjeta postal, pero en 1950 cambió el nombre y pasó a llamarse La Venta. Posteriormente, en 1975, se encargan del local Paco Bosch y Fernando Amat (expropietario de la célebre y desaparecida tienda Vinçon), que transformaron los campos de patatas de los alrededores en los comedores de La Venta, tal y como la conocemos actualmente.
Este año el restaurante celebra que hace 75 años que se llama La Venta, pero nosotros nos centraremos en la historia reciente del restaurante, concretamente desde que Lluís Vinyes asumió su mando y evitó su cierre hace doce años, y que continúa al pie del cañón rodeado de un equipo excelente, tanto en la sala como en la cocina, y que mantiene esa cocina tradicional y ese ambiente familiar que tanto nos gusta.
Lluís Vinyes viene del mundo de los seguros y me cuenta que entre sus clientes había grandes empresas de mi pueblo, la Seu d'Urgell, como la Cooperativa Cadí o la Peusa, pero un buen día le salió la oportunidad de quedarse el restaurante La Venta, del que estaba enamorado desde hacía tiempo, y como él es muy aficionado a la cocina y la gastronomía pensó que podría disfrutar de lo lindo con este negocio, tal y como se ha demostrado al cabo de los años. Así, Vinyes nos ofrece una cocina catalana magistralmente elaborada para acercarnos a nuestra tierra, aunque algunos platos, como los erizos de mar gratinados, una de las especialidades de la casa, forman parte del recetario de la cocina clásica francesa.
Llevado por la alegría, pero también por el hambre que tengo, no me abstengo de nada y empiezo con unas sugerencias del día con productos de temporada, concretamente unas alcachofas del Prat fritas, habitas frías con menta, guisantes del Maresme con butifarra y unas setas salteadas con foie, que apenas empiezan a asomarse en las montañas. La próxima semana, según me comenta Vinyes, entrarán en la carta los espárragos de Navarra y las colmenillas, que preparan a la crema.
Ventilo una copa de Muga y me abalanzo sobre el rabo de buey, que presentan deshuesado para que me lo pueda comer más fácilmente y sobre un nido de patata al mortero. Veo cómo a los de la mesa de al lado les traen un arroz de caracoles para chuparse los dedos y tomo nota para pedirlo otro día.
A continuación llegan un par de platos de los que se sienten muy orgullosos por su sencillez: el bacalao con tomate natural y sofrito y la merluza de palangre a la romana con mayonesa.
La Venta es un buen lugar para quienes aman la comida sencilla y bien hecha, un lugar donde te sientes como en casa. Alguien dijo un día que el mantenimiento del buen oficio junto con la habilidad de renovarse son los secretos de todos los restaurantes centenarios, y es verdad, La Venta es un ejemplo de ello
Cerramos la comida con un poco de dulce: un pastel fino de manzana y un suflé caliente de chocolate. Aun así anoto que otro día tengo que pedir el suflé helado de naranja que años atrás elaboraba personalmente Francesc Fortí del Racó d’en Binu con su receta secreta, que iba a La Venta un día a la semana, y que actualmente elaboran ellos mismos con su propia receta y con un muy buen resultado.
En definitiva, podemos decir que La Venta es un buen lugar para quienes aman la comida sencilla y bien hecha, un lugar donde te sientes como en casa. Alguien dijo un día que el mantenimiento del buen oficio junto con la habilidad de renovarse son los secretos de todos los restaurantes centenarios, y es verdad, La Venta es un ejemplo de ello, todo un símbolo que representa el pasado, el presente y el futuro de esta ciudad tan nuestra.