“Tú eres a la guerra y alguien te cocina este plato y es que te arregla la noche”, exclama sorprendido al actor Jordi Sánchez. Es el inicio de un fragmento de uno de los capítulos de Quanta Guerra, conducido por Eloi Vila, que cuenta con el intérprete catalán y la cocinera Maria Nicolau. Los tres se encuentran en los fogones de una impresionante cocina observante como la chef nacida en La Garriga maravilla a los dos compañeros con el ingenio y, también, con un poco de memoria gastronómica. Se remontan bastantes décadas atrás, cuando durante la guerra y la posguerra se pasaba mucha hambre. Tal fue el ingenio, que incluso se podía hacer una tortilla de patatas sin huevo ni patatas.

Cómo hacer una tortilla de patatas sin huevo ni patatas

Boquiabiertos, salivando y sorprendidos. Así deja a la autora de ¡Quemo! a Eloi y Jordi después de cocinar esta sencilla y humilde receta que tanto degustaron, forzosamente, claro está, la generación de nuestros antepasados hace casi un siglo. “Te da vida”, sonríe Nicolau. Aplausos sonoros para la cocinera que enfatiza: “Tortilla de patatas sin huevos ni patatas”, mientras el presentador y el actor siguen aprobando con las manos una receta que se popularizó en muchísimas casas del país.

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Una tortilla de patatas, en este caso, con huevo y patatas / Foto: Pixabay

Está buenísima”, celebra el actor de Plats Bruts, en la cual se añade la maestra de la elaboración que dice “está de cojones”. Finalmente, el presentador del programa de 3Cat se enfunda los cubiertos en las manos para probar una trocito de una cosa tan sencilla y tan grandilocuente al mismo tiempo. Solo puede asentir con la cabeza y confirmar que está deliciosa sin que le salgan las palabras.

La cocinera explica, sin embargo, como se consigue que tenga este sabor del ajo, de la cebolla torradeta, “que son dos ingredientes que te transportan a la raíz de la cocina catalana y te recuerdan que eso es casa”, se emociona.

¿Cómo se consigue este plato? Es muy sencillo, tal como explica Maria Nicolau, “nos estamos comiendo simplemente un manojo de harina, un chorro de agua y peladuras de naranja que antes se daban al cerdo”. Para prepararla, hay que mezclar cuatro cucharadas de harina con unos 100 ml de agua hasta obtener una pasta homogénea y ligeramente espesa, similar a la de una tortilla. Se pueden añadir un pellizco de sal y las peladuras de naranja, que previamente habremos lavado bien y cortado en tiras finas o rayado. Para suavizar la amargura, pueden escaldar un minuto en agua hirviente.

Con la masa lista, se calienta un poco de aceite en una sartén y se entrega la mezcla, cociéndola un par de minutos por banda, hasta que quede firme y dorada. El resultado es un tipo de tortilla dulce y aromática, con una textura entre tortilla y crepe, que se puede servir sola o con un toque de miel o azúcar para potenciar el contraste. Aunque no pretende sustituir la tortilla de patatas tradicional, esta versión minimalista ofrece una experiencia gustativa, curiosa y original. “Esta receta tan nostálgica es civilización, es cultura, es dignidad y es decidir que no somos cerdos, que somos seres humanos; que podemos pasar hambre, pero seguimos siendo quién somos”, concluye Nicolau.