Todos los leridanos hemos deseado en algún momento que el Aplec dure una semana. Pero en realidad, si fuera tan largo, no lo valoraríamos igual; y seguramente el cuerpo tampoco lo aguantaría. El fin de semana del Aplec es el mejor del año. Los grupos, cuando el Aplec se acaba, ponen en marcha una cuenta atrás para la edición del año siguiente. La pasión por esta fiesta es inédita. Pero antes de mirar tan lejos, disfrutemos de la edición que tenemos aquí.

Calentando motores

Con la camiseta, el pañuelo y el sombrero, bajamos a los Campos Elíseos para empezar a cerrar filas con el grupo y empezar la temporada de este año. De camino nos encontramos a familiares, amigos y conocidos que, sean de un grupo o no, tienen la misma ilusión que nosotros para empezar el Aplec. Aunque durante toda la semana se hacen algunos actos previos, el Aplec de verdad empieza el viernes. El Caragolasso es el punto de partida oficial a partir del cual empieza el desenfreno. Es como el 'chupinazo' del San Fermín de Pamplona, pero a la leridana. Aquí tenemos caracoles en vez de toros y familias unidas en torno a una mesa en vez de encierros. El Aplec es sinónimo de fiesta, buena comida y mucha bebida. Al Aplec se va a pasar un buen rato y a hacer bandera de una de las tradiciones de las cuales estamos más orgullosos los leridanos: comer caracoles.

Es la máxima expresión de lo que representan las fiestas populares

Con los ánimos por las nubes, volvemos cada uno a su carpa para hacer la primera cena. La primera comida de hermandad, rodeado de tu gente, es la máxima expresión de lo que representan las fiestas populares: gente charlando, comiendo, bebiendo y cantando mientras empiezan a circular los primeros platos de la cena.

Un gran ambiente

El Aplec, en realidad, tiene muchas caras. Hay quien viene de fuera para dar un paseo durante un rato; otros hace décadas que se abonan a su peña durante los tres días sin marcharse ni un momento. Durante el día, hay familias que bajan a participar en la infinidad de actividades que organizan los grupos; y durante la noche, la juventud (y no tan juventud) cantan, bailan y pasean por el recinto hasta que se hacen las siete y media de la mañana. Y es precisamente durante la primera cena del Aplec que la juventud monta la estrategia de la noche: comer mucho, comer bien y dosificar la cerveza. Cada uno vive el Aplec a su manera, pero todo el mundo lo ama con pasión. El Aplec es vida, tradición y amor. El Aplec es comer, beber y pasear. El Aplec es, en realidad, la máxima expresión de lo que somos los leridanos: los mejores ciudadanos de Catalunya.