En el siempre inquieto barrio de Gràcia, donde conviven la tradición catalana con las propuestas más vanguardistas, ha aterrizado una churrería que está revolucionando el concepto clásico del churro español. Se trata de Moja, un local que ha logrado darle un giro moderno, saludable y estéticamente cuidado al dulce más castizo. Bajo la filosofía de “hacer mejores churros”, Moja no solo conquista por su imagen cuidada, sino también por su compromiso con una elaboración más consciente y ligera. Aquí, los churros no son una bomba de grasa para consumir con remordimiento.

La churrería de Barcelona que triunfa en Gràcia

Su fundador, Alberto Planelles, ha desarrollado un proceso de elaboración que reduce notablemente la absorción de aceite, sin perder ni el sabor ni la textura crujiente que tanto enamora. Todo comienza en un obrador, donde un maestro churrero los prefríe con aceite de oliva virgen extra. Luego, se someten a un enfriamiento rápido, lo que transforma el almidón en una versión más resistente y digerible. El resultado es un churro que sienta mejor al estómago y no empalaga, incluso tras un par de unidades.

Churros con chocolate / Foto: Unsplash
Churros con chocolate / Foto: Unsplash

Pero además del mimo en la técnica, Moja ha apostado por una carta corta y cuidada, con precios sorprendentemente asequibles. El pack básico de tres churros se puede conseguir por solo 1,50 €, lo que lo convierte en una opción perfecta para quienes buscan un capricho sin excesos. Por algo más, se puede disfrutar de combinaciones con salsas caseras como pistacho, frambuesa, maracuyá o el clásico cacao 80%. También hay opción con chocolate caliente, hecho con cacao al 70 %, leche de avena, especias y sirope de agave, ideal para quienes quieren un toque más goloso pero sin azúcar refinado.

Una churrería distinta / Foto: Unsplash
Una churrería distinta / Foto: Cedida

Y como no podía ser de otra manera en una ciudad cada vez más diversa, Moja planea introducir pronto una versión sin gluten, adaptándose a dietas especiales y personas con intolerancias. Su carta también incluye churros aromatizados, como el churro chai, cubierto con una mezcla de especias que incluye canela, jengibre y clavo, para los más aventureros.

Un detalle curioso que no pasa desapercibido es la forma del churro. En lugar de la tradicional estrella de ocho puntas, aquí se elabora con seis puntas, lo que permite reducir el centro del churro y, por tanto, la cantidad de aceite absorbido. Esta forma singular no solo define el producto, sino que se convierte en símbolo: la “O” del logotipo de Moja reproduce exactamente esa estrella. Con un enfoque diferente, una estética cuidada y un producto reinventado, Moja es ya la churrería más famosa de Gràcia, y promete marcar un antes y un después en la forma en la que entendemos el placer de mojar churros en chocolate.