El ajo fresco es un ingrediente esencial en muchas recetas, desde salsas hasta guisos; un producto que aporta un sabor intenso y característico a las recetas de nuestra casa. Sin embargo, es posible que en algún momento no tengamos a mano. Si te quedas sin ajo fresco en medio de la preparación de un plato, no te preocupes: hay varias alternativas que pueden ofrecer un sabor similar o, incluso, otros matices interesantes. A continuación, exploramos algunas opciones para sustituirlo y cómo utilizarlas de manera efectiva.

1. Ajo en polvo

El ajo en polvo es una de las sustituciones más fáciles y comunes. Este producto, elaborado con ajo deshidratado y molido, conserva una buena parte del sabor del ajo fresco, aunque de forma más concentrada. Por lo tanto, cuando lo utilizamos, tenemos que tener en cuenta que una pequeña cantidad es suficiente: una cucharadita de ajo en polvo equivale, aproximadamente, a uno o dos dientes de ajo fresco. Una proporción, sin embargo, que dependerá de la calidad y el estado de conservación de los ajos. Es ideal para sopas, guisos y marinados donde su textura no afecta al resultado final.

Cada opción ofrece variaciones de sabor y textura, y la clave es ajustar las cantidades para evitar que el sabor sea demasiado intenso o suave

2. Ajo granulado

Muy similar al ajo en polvo, el ajo granulado es una opción que también proviene del ajo deshidratado, pero en una forma más gruesa y menos fina. Se recomienda especialmente para platos que requieran una cocción más larga, ya que el ajo granulado necesita un poco más de tiempo para disolverse. Es adecuado para guisos, panes y salsas.

3. Ajo confitado o en conserva

Otra opción práctica es el ajo confitado o en conserva, ya sea en aceite o en vinagre. Este tipo de ajo suele tener un sabor más suave y una textura más blanda. Es una buena alternativa para platos fríos como ensaladas o patés, pero también se puede utilizar en guisos si se busca un sabor más suave. Ten en cuenta que puede contener una cantidad adicional de grasa o ácido debido a la manera como se conserva.

4. Pasta de ajo

Las pastas de ajo, disponibles en algunos supermercados, pueden ser una solución rápida y sencilla para sustituir el ajo fresco. Estas pastas suelen estar hechas con ajo fresco triturado mezclado con algún tipo de conservante. Solo hay que añadir una pequeña cantidad directamente a los platos, ya que su sabor también es bastante concentrado.

5. Cebolla o puerro

Si no tienes ningún derivado de ajo a mano, la cebolla o el puerro pueden ser una alternativa aceptable. Aunque no dan exactamente el mismo sabor, aportan un perfil de sabor dulce y aromático que complementa bien muchos platos. Sofreír un poco de cebolla o puerro puede ayudar a añadir complejidad y un toque similar a lo que aporta el ajo.

El ajo fresco es difícil de sustituir, pero con estas alternativas podemos mantener el carácter de nuestros platos. Cada opción ofrece variaciones de sabor y textura, y la clave es ajustar las cantidades para evitar que el sabor sea demasiado intenso o suave. La creatividad en la cocina es clave, y la falta de ajo fresco no tiene que ser ningún obstáculo para preparar una buena comida.