Hay recetas que definen un territorio, una forma de vivir y de entender la cocina. En Sort, en pleno corazón del Pirineo catalán, una abuela conocida como la gastrosàvia Núria se ha propuesto que una de esas joyas no se pierda: la girella, el embutido más singular de Catalunya, o uno de los que más. En un vídeo entrañable, lleno de calidez y tradición, nos enseña paso a paso cómo preparar esta receta que, durante generaciones, ha unido familias alrededor del fuego. La girella es un símbolo del aprovechamiento, del respeto por los animales y de la sabiduría popular que convierte lo humilde en extraordinario. Su elaboración, como explica Núria, requiere tiempo, cariño y memoria, tres ingredientes que no aparecen en la lista, pero que son los más importantes.

Una abuela descubre su receta de la girella

Para hacer la auténtica girella, Núria empieza por el estómago del cordero, que será la envoltura del embutido. Dentro, se mezclan los menuts del cordero, carne de cordero, panceta magra, arroz, pan, huevos, ajo, laurel, perejil, sal y pimienta. Primero, en una sartén grande, sofríe los ajos con hojas de laurel y añade los menuts del cordero, que deben cocerse lentamente durante una hora. Ese aroma, dice, es el que “te lleva directo a la cocina de antes”. Mientras tanto, prepara la masa: corta el pan, lo mezcla con un huevo y lo deshace hasta lograr una textura homogénea. A esa base se le van incorporando los demás ingredientes cocidos y picados, creando una mezcla que combina la fuerza de la carne con la suavidad del pan y el arroz.

Girella artesana / Foto: Unsplash
Girella artesana / Foto: Unsplash

Este embutido, típico del Pallars y la Alta Ribagorça, puede comerse frío, cortado en rodajas, o bien pasado por la sartén

Cuando la masa está lista, llega el momento más artesanal: rellenar el estómago del cordero, con paciencia y precisión, hasta formar la girella. Núria explica que no debe quedar ni demasiado prieta ni demasiado suelta, y que después se cuece lentamente, dejando que todos los sabores se fundan. Este embutido, típico del Pallars y la Alta Ribagorça, puede comerse frío, cortado en rodajas, o bien pasado por la sartén, donde su textura se vuelve melosa y su aroma irresistible. Pero más allá del sabor, lo que transmite Núria es una lección de identidad y respeto por la tradición.

Mientras remueve la mezcla con las manos, sonríe y dice que “hacer la girella es recordar a quienes la hacían antes que nosotros”. En cada gesto, en cada ingrediente, hay historia, familia y territorio. Su voz pausada y su forma de explicar nos hacen entender que este embutido no es solo una receta, sino una forma de mantener viva la cultura pirenaica. Y cuando al final muestra la girella lista, dorada y perfecta, uno entiende que lo que realmente ha cocinado Núria no es solo un plato, sino un pedazo de memoria catalana envuelto en amor y sabiduría.