Tal día como hoy del año 1939, hace 80 años, en el contexto de los meses inmediatamente posteriores al ocupación franquista de Catalunya y de la conclusión de la Guerra Civil española (1936-1939), la prensa de la época (La Vanguardia Española, edición del 23/12/1939) publicaba una nota que decía: “Para proveer entre Caballeros Mutilados, se hallan disponibles diversos surtidores de gasolina, con rendimiento mensual superior a 500, 600 y 800 pesetas, según la categoria. En todas las Comisiones locales y comarcales, los Caballeros Mutilados hallarán las bases (...) para ocupar estos puestos”.

El Benemérito Cuerpo de Caballeros Mutilados de Guerra por la Patria era un colectivo creado en enero de 1937 (a los inicios del conflicto civil español), por el general Millán Astray —a petición del general Franco— formado, exclusivamente, por militares del bando rebelde franquista que sufrían varios grados de invalidez a causa de las heridas de guerra. Tanto en la ley de creación de este colectivo (1937) como en las sucesivas reformas (1942 y 1976) se les reconocía como parte integrante del estamento militar; y se les contemplaban privilegios para desarrollar una actividad paralela en el mundo profesional y empresarial.

Las gasolineras eran una concesión pública desde la promulgación de la Ley del Monopolio del Petroleo, de 1927 —durante la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)— , que había comportado la creación de la empresa CAMPSA; inicialmente en manos de los cuatro grandes bancos españoles de la época. CAMPSA fue nacionalizada por el régimen franquista al inicio del conflicto civil español (1936), y convertida en el único distribuidor de petróleo en territorio español. Y los surtidores de gasolina adjudicados a los Caballeros Mutilados, habían sido previamente confiscados por el Tribunal de Responsabilidades Políticas a empresarios comprometidos con los gobiernos de Catalunya y de la República.