Tal día como hoy del año 1706, hace 313 años, en el contexto de la Guerra de Sucesión hispánica (1705-1715) el Dietario de la Generalitat consignaba la recepción de una misiva oficial firmada el 21 de diciembre de 1705 por Johan Becker en nombre de los Estados Generales de los Países Bajos y dirigida a los diputados de la Generalitat, felicitándoles la decisión de haber nombrado a Carlos de Habsburgo conde de Barcelona con el objetivo de convertirlo en rey de las Españas. En la misiva, el máximo representante de los Estados Generales neerlandeses también ratificaba el compromiso de ayuda a Catalunya, que los Países Bajos contemplaban como la plataforma necesaria para coronar a Carlos de Habsburgo y garantizar el equilibrio en el continente europeo y la prosperidad en los reinos hispánicos.

Cuando se redactó aquella misiva, todavía coleaba el escandaloso caso de Arnold Jager, un comerciante de Amsterdam residente en Barcelona desde hacía dos décadas largas, que se dedicaba a la importación de azúcar, tabaco y especias procedentes de las colonias neerlandesas; y a la fabricación y exportación de aguardientes de Reus con destino a los Países Bajos y a sus posesiones de ultramar. Jager, que había obtenido la naturaleza catalana y la categoría de "ciudadano honrado" de Barcelona, fue embargado por el régimen borbónico en Catalunya un año antes (lo sancionaron con 2.000 libras de plata, el equivalente actual aproximado a un millón de euros) como represalia por la entrada de los Países Bajos en el conflicto sucesorio hispánico.

El mismo Dietario de la Generalitat consigna que, un año antes ―el 29 marzo de 1705―, las instituciones catalanas habían enviado varias misivas al rey Felipe V denunciando las arbitrariedades del virrey borbónico en Catalunya Fernández de Velasco, y solicitando la revisión del caso Jager. La Generalitat había nombrado embajador ante el rey al comerciante y político barcelonés Pau Ignasi de Dalmases para defender el caso de Jager y de otros neerlandeses establecidos en Barcelona ―entre ellos el mismo cónsul Johan Kies Helmont―; que Felipe V contestó ratificando la sanción y, primero, encarcelando en Madrid y, después, desterrando a Burgos al diplomático catalán. Poco después de los escándalos Jager y Dalmases, Carlos de Habsburgo desembarcaría en Catalunya y sería nombrado conde de Barcelona.