Tal día como hoy del año 1640, hace 381 años, en Ceret (Vallespir-Catalunya norte) los representantes políticos de los gobiernos de Catalunya y de Francia firmaban una alianza que sería llamada Pacto o Tratado de Ceret. Aquella alianza fue firmada por los representantes plenipotenciarios Ramon de Guimerà i Francesc de Vilaplana, en nombre del gobierno de Catalunya y Bernard du Plessis-Besançon, en nombre del gobierno de Francia. Aquel pacto fue llamado, también, “de los sobrinos” porque Vilaplana era sobrino de Pau Claris, presidente de la Generalitat; y Du Plessis era sobrino del cardenal Richelieu, ministro plenipotenciario de Francia.

La negociación y acuerdo de aquel pacto se produjeron en un escenario de tensión extrema entre las instituciones catalanas y la cancillería de Felipe IV de las Españas. Los hispánicos, inmersos en una guerra continental —especialmente contra Francia— desde 1635, habían ordenado el alojamiento forzoso de más de 40.000 Tercios de Castilla en las casas particulares de las clases humildes catalanas. Durante su estancia en Catalunya, la soldadesca hispánica se comportó como lo habría hecho un ejército ocupante en territorio enemigo: perpetraron robos, saqueos, incendios, detenciones arbitrarias, palizas, torturas, violaciones, amputaciones, y asesinatos.

La clase dirigente catalana denunció los abusos de las tropas y el carácter inconstitucional de los alojamientos, pero la Corte de Madrid contestó con una ola de represión que, entre otras medidas, comportó el encarcelamiento del diputado Francesc Tamarit. La crisis entre Catalunya y la monarquía hispánica alcanzaría su punto culminante en la Diada del Corpus de Sangre (7 de junio de 1640), que se saldó con el incendio de las casas de diversos altos funcionarios hispánicos en Barcelona; y el asesinato del virrey hispánico Dalmau de Queralt, conde de Santa Coloma (que, aprovechando los disturbios, fue probablemente un crimen de falsa bandera).

El Tratado de Ceret no tenía, inicialmente, un propósito de separación; sino que quería dejar la soberanía de Felipe IV en vagancia. Pero la violenta reacción hispánica (la invasión armada a sangre y fuego del ejército de Los Vélez, iniciada en noviembre de 1640), convertiría el Tratado de Ceret en la primera piedra de una revolución política que culminaría el 17 de enero de 1641, cuando Pau Claris proclamó la I República catalana. Posteriormente, el 31 de diciembre de 1641, Luis XIII juraría el cargo de conde de Barcelona, con unas condiciones, especialmente con respecto a la salvaguardia del régimen pactista catalán, que suponían una evolución con respecto a las de la etapa hispánica.