Tal día como hoy del año 2000, hace 20 años, la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas por la educación, la ciencia y la cultura); declaraba el conjunto histórico de la Tarragona romana Patrimonio de la Humanidad. Esta distinción se otorgó para dar impulso a la recuperación del patrimonio romano de la ciudad; y potenciar la marca turística Tarraco. Desde que fue concedida esta distinción, los resultados han quedado muy lejos de las expectativas creadas inicialmente. La falta de inversión —sobre todo de las administraciones españolas— ha dejado algunos de los principales elementos patrimoniales de la ciudad en estado de pre-restauración eterna. Uno de los casos más paradigmáticos es el Teatro Romano.

Tarragona es la segunda ciudad de la mediterránea occidental (después de Roma) en volumen patrimonial antiguo. La Tarraco romana no tan sólo fue una de las ciudades más importantes de la Península, sino también del conjunto del Imperio. Entre los grandes elementos arquitectónicos que explican aquella etapa histórica encontramos, por ejemplo, las Murallas, el Anfiteatro, el Circo, el Acueducto, o la Cantera de Mèdol. Pero según los arqueólogos un porcentaje elevadísimo de testimonios de la Tarraco romana —imprescindibles para completar el relato— continúan pendientes de restauración y apertura al público; o sencillamente enterrados a niveles inferiores de la actual trama urbana de la ciudad.