Segunda crisis de gobierno cuando aún no se cumplen seis meses de la toma de posesión del vicepresident Jordi Puigneró y los 13 consellers nombrados por el president Pere Aragonès el pasado 26 de mayo. Las negociaciones que ha abierto Esquerra Republicana con los comuns para mirar de salvar los presupuestos de la Generalitat para 2022 con la formación de Ada Colau y Jéssica Albiach, y la negativa de Junts per Catalunya a incorporarse a las mismas, entendiendo que había que seguir negociando con la CUP,  y también, que era un doble error no persistir hasta el último minuto con la formación más pequeña del bloque del 52% y situar a los comuns en el centro de la ecuación, han provocado un auténtico terremoto en el seno del ejecutivo catalán y de los dos partidos que le dan apoyo.

Durante todo el domingo se han enviado mensajes, bien a través de los medios de comunicación o telefónicamente, primero al acabar la ejecutiva matinal extraordinaria de Junts, más tarde al conocerse la reunión de la parte del Govern de Esquerra con los comuns en el Palau de la Generalitat, y, por la noche, con una convocatoria extraordinaria del Consell Executiu de la Generalitat este mismo lunes a las 08.30 de la mañana. En medio de toda esta tensión, la última vez que hablaron el president de la Generalitat con el secretario general de Junts o con el vicepresident se remonta al pasado viernes. Y para acabarlo de complicar, el debate de las enmiendas a la totalidad se producirá este lunes a partir de las 14 horas y la votación, si no hay alguna novedad excepcional, será entrada la noche.

Si los comuns no retiran su enmienda a la totalidad, el Govern no se sabe muy bien en qué situación quedará. Pero si la retiran y ello obliga a modificar el presupuesto elaborado por el conseller de Economia, Jaume Giró, y que es fruto de muchos equilibrios entre partidos y departamentos, tampoco. La retirada de las negociaciones de la CUP les ha dejado aparentemente sin juego, pero en la política catalana nada es seguro hasta el último segundo. Y los socialistas están sin cartas en esta partida, pero es obvio que quieren meterse como sea en el juego.

El sentido común lleva a pensar que habrá presupuestos, aunque cuesta saber con absoluta certeza con quién, sin negar que los comuns están claramente en el centro del cuadrilátero. Esa posición la pueden retener si juegan a un mero cambio de apoyos entre la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona. Pero la pueden perder si en el trueque pretenden algún cambio significativo en los presupuestos que ha entrado el Govern en el Parlament.

El pasado septiembre, el día 14, ya se produjo una situación como esta, en la que el Govern quedó al borde del precipicio cuando Pere Aragonès no aceptó la delegación que le presentó el secretario general de Junts, Jordi Sànchez, para la mesa de diálogo que ERC la quería exclusivamente de consellers y la formación de Carles Puigdemont propuso a los expresos políticos Jordi Sànchez y Jordi Turull y la diputada en Madrid Míriam Nogueras. El president rechazó de plano aquella delegación y el resultado fue que en la única reunión que se ha celebrado, el día 15 de septiembre, solo asistieron consellers de Esquerra. Aquella crisis quedó congelada, ya que ninguno de los dos partidos ha dado su brazo a torcer.

Con los presupuestos se reproduce la crisis entre Esquerra y Junts, que, en el fondo, tiene también que ver con dos estrategias políticas diferentes. Tanto es así que, detrás de la polémica del Govern con la CUP por los presupuestos, la formación anticapitalista no ha ocultado que también está la ausencia de movimientos para activar la mayoría del 52% y contemplar un nuevo embate con el Estado. El fusible de los comuns es obvio que sirve para los presupuestos, pero no para lo segundo. De ahí lo enrevesado de la situación, aunque las apuestas siguen siendo que habrá presupuestos.