Ha dado comienzo este viernes el juicio contra Laura Borràs por su gestión al frente de la Institució de les Lletres Catalanes (ILC). Se le acusa de haber dado instrucciones para dividir en 18 contratos, que suman 309.000 euros, los trabajos de la web del organismo. La primera sesión, en la que se debatieron las cuestiones previas, estuvo protagonizada por un subido cruce de acusaciones entre la defensa de la suspendida presidenta del Parlament y la de Isaías Herrero, el amigo de Borràs que fue beneficiado con la adjudicación y que ahora está en conversaciones con la fiscalía para cambiar su declaración a cambio, seguramente, de un mejor tratamiento por parte del Ministerio Público. Borràs se juega una petición desorbitada de la fiscalía de 6 años de prisión y 21 de inhabilitación a cargo público, una condena igual a la solicitada inicialmente para Herrero.

Es evidente que es un juicio difícil para Borràs y el cambio de posición de Herrero no le va ayudar sino todo lo contrario. La fiscalía ha querido amarrar la sentencia ante la eventualidad de que el cruce de los correos que son objeto de la discusión para conocer la incriminación de cada uno de los acusados puedan no ser concluyentes o quién sabe si inadmitidos. Con el cambio de Herrero, la fiscalía tiene plan A y plan B lo que le va a acabar ayudando en su exposición a medida que avance el juicio. Pero es de esperar y de desear que la presidenta suspendida del Parlament tenga un juicio justo, algo que por experiencias anteriores cuando ha habido procesos abiertos a líderes independentistas, lamentablemente no se ha producido.

Por sus cargos políticos, que ha querido mantener a toda costa, y su indiscutible relevancia, es evidente que el juicio a Borràs tiene también otro tipo de connotaciones que afectan al Parlament y a Junts per Catalunya, partido del que es presidenta. En el caso de la Cámara catalana, el resultado de la sentencia obligará a su restitución o a la elección de un o una sustituta definitiva, acabando con la peculiar situación de interinidad actual, en que la vicepresidenta Alba Vergès ostenta la presidencia en funciones. El pasado jueves, la víspera del inicio del juicio, Laura Borràs anunció que se apartaba de la vida pública temporalmente para centrarse en su defensa. Aunque tarde, adoptó la decisión correcta ya que la gravedad de las acusaciones y en aras a la mejor de las defensas hace tiempo que habría tenido que tomar este camino. A nadie le hubiera extrañado y ello no habría supuesto la aceptación de una culpabilidad que ella niega y sobre la que tiene todo el derecho a reclamar la presunción de inocencia.

Pero tomó el camino contrario y el hecho de que por en medio haya una acusación de corrupción no le ha ayudado a encontrar apoyos más allá de su propio partido. Así, en la primera sesión del juicio, en la jornada en que las formaciones políticas independentistas suelen acompañar a los citados en los juzgados, no estuvieron presentes ni Esquerra Republicana, ni la CUP, ni Òmnum Cultural, ni la Associació de Municipis per l'Independència (AMI). También fueron notables las ausencias de su propia formación, Junts, con una delegación en la que destacaban Jordi Turull (secretario general), Albert Batet (presidente del Grupo Parlamentario), y Josep Lluis Cleries (presidente de Junts en el Senado) pero en la que no estaban ni el alcaldable Xavier Trias, ni el ex secretario general, Jordi Sànchez, ni el grueso de consellers en el anterior Govern -con excepción de Jordi Puigneró- ni varios miembros del comité ejecutivo del partido. En la calle, no más de 400 personas le apoyaban en su comparecencia ante el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya.

De la resolución final del juicio dependerá también el futuro de la presidencia del partido por más que Junts haya esquivado todo lo que ha podido este debate. Es obvio que una resolución en una u otra dirección marcará un punto de inflexión y el hecho de que este debate esté aplazado no quiere decir que no se vaya a producir. Es, por tanto, un juicio con muchas afectaciones -también intereses, claro está- de por medio. Y que este viernes no ha hecho más que empezar.