El FC Barcelona consiguió una victoria importante. Un 3-1 sólido ante el Atlético de Madrid. Un triunfo que refuerza el liderato y eleva la confianza. Pero que también dejó una historia interna. Una historia de gestos. De broncas. Y esa historia tiene un protagonista claro: Raphinha.

El brasileño está de vuelta. Y está mejor que nunca. Raphinha ha recuperado su nivel, su forma y su agresividad. En solo dos partidos ha dejado atrás dos meses de lesión. Ha vuelto con energía, ambición y liderazgo. Y se vio desde el primer minuto.

Raphinha en el Barça-Atlético EFE

Raphinha justificó llevar el brazalete de capitán

En el arranque del encuentro ya marcó el tono. Levantó los brazos. Pidió intensidad y ruido. Que el Camp Nou fuera un volcán. Pero minutos después, pidió otra cosa. Pidió compromiso, presión y que todos trabajaran como él. Pero no lo consiguió del todo.

En una acción hacia atrás de Oblak, Raphinha salió disparado. Fue a presionar como un loco. Como un capitán. Como alguien que no negocia el esfuerzo. Pero cuando miró alrededor, vio que estaba solo. Y explotó. Reclamó actitud mediante gestos de desaprobación. No era la primera vez. Ya lo hizo contra el Alavés. Y los principales destinatarios volvieron a ser los mismos: Lamine Yamal y Robert Lewandowski.

La bronca no quedó en el campo. Continuó en el vestuario. En el descanso hubo palabras directas. Raphinha elogió la primera parte. Reconoció el buen juego. Pero exigió más. Especialmente a los de arriba. A quienes tienen la obligación de iniciar la presión. Y entre ellos estaba Lewandowski.

Mensaje a los pesos pesados de la delantera

El carioca no se mordió la lengua. Le pidió al polaco más presión, más trabajo y más sacrificio. Le pidió que diera el ejemplo. Que no delegara. Y lo mismo le dedicó a Lamine Yamal. Les exigió que no caminaran. Fue una bronca fuerte. Una bronca que sorprendió a algunos. Pero que muchos compartieron en silencio.

Lamine Yamal y Robert Lewandowski Barca

De hecho, hace días, Pau Cubarsí lo dijo públicamente. Pidió más presión de la delantera. Lo dijo sin nombres, pero el mensaje quedó claro. Y esa opinión la comparten otros. Eric García. Jules Koundé. Jugadores que sienten que el equipo corre a dos velocidades. Que unos aprietan. Y otros no.

Y cuando esa diferencia se nota, los que corren más se cansan. Y se hartan. Y eso está pasando. Raphinha siente que él da más de lo que recibe. Que algunos compañeros deberían elevar su nivel físico. Siente que el equipo necesita un paso adelante general. No solo de los jóvenes. También de los veteranos. Y sobre todo, de quienes ocupan la zona de ataque.

El Barça ganó. Sí. Sumó tres puntos. Sí. Se afianzó en el liderato. También. Pero dentro del vestuario quedaron mensajes. Porque Raphinha no se calla. Sabe que el equipo puede dar más. Y no es el único.