Acaba la semana más movida y más agónica desde que Josep Maria Bartomeu es presidente del Barça. Esta vez no ha habido escudo posible para intentar esconder la crisis digital que se destapó el lunes. En siete días Bartomeu ha pasado de haber calmado los pequeños fuegos deportivos que quedaban vivos —como el asunto Messi-Abidal— a tener un gran incendio en torno a su figura.

Ha sido una semana de locos en can Barça y que seguramente el presidente desearía olvidar. Después de estallar la crisis el pasado lunes, hubo la rescisión del contrato con I3 Ventures, unas declaraciones públicas del presidente blaugrana poco clarificadoras y reuniones con los capitanes del primer equipo, con la comisión delegada y con la junta directiva. Todo dentro de unos días cargados de tensión que han acabado con un poco de calma después de una goleada deportiva en la Liga que rebaja los ánimos crispados.

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Pero Bartomeu no puede estar nada contento: salpicado por la presunta difamación y apartando provisionalmente a Jaume Masferrer para sacudir responsabilidades. Los nervios dentro del barcelonismo se han hecho evidentes después de ver cómo la afición culé pidiera la dimisión del presidente este sábado en el partido disputado en el Camp Nou.

Bartomeu tiembla y espera la pelota...

Pasan las horas y ya no han habido más respuestas por parte del club. Y esta próxima semana se prevé clave para el futuro de Bartomeu. Una posible reunión del presidente y la junta para evaluar los hechos y decidir el futuro del club. ¿Elecciones anticipadas? ¿Dimisiones? ¿Renovación? ¿O seguir igual?

El martes hay partido de ida de los octavos de final de la Champions League en Nápoles y el domingo toca el Clásico de Liga contra el Real Madrid en el Santiago Bernabéu. Dos partidos que serán decisivos para el futuro de Bartomeu.

Y todo el mundo sabe que ahora mismo el presidente está en manos del único culé que manda de verdad en este club: Leo Messi. Si el argentino quiere ganar y mantener la esperanza, el Barça no caerá en desgracia. Pero lo que es seguro es que ahora mismo la cabeza de Bartomeu está a merced de si la pelotita entra.