El Barça se ha visto totalmente anulado por un Real Madrid (75-88) que, a base de un juego coral y un dominio sin paliativos en la pintura, ha tenido bastante para llevarse el primer punto de la final de la Liga Endesa en un Palau Blaugrana que ha asistido atónito a un ejercicio de superioridad muy notoria del máximo rival.

El partido más esperado, y repetido

Seguramente, cuando empezó la temporada, si hubiéramos hecho una encuesta para saber cuál podía ser la final, una gran mayoría habría pronosticado un Barça-Madrid. Muchas veces, aquello más bonito del deporte son las sorpresas, o aquellos ganadores inesperados, pero cuando se cumplen los pronósticos, como ha pasado esta temporada el deporte también nos regala una batería de Clásicos finales para cerrar una temporada donde blaugranas y merengues se habían visto las caras en siete ocasiones.

Con un balance de cinco victorias para los blaugrana, pero con el sabor del triunfo madridista en las semifinales de la Eurolliga, el primero de un máximo de cinco partidos ha empezado con un claro color blanco. A pesar de que la primera ventaja ha llegado con el 7-9 después de un triple de Causeur, los blancos han empezado a carburar.

El Madrid domina desde el principio

Con un gran Adam Hanga, anotador de nueve puntos en el primer cuarto, y un Causeur con la mira calibrada desde el perímetro, con ocho puntos en un primer periodo que ha acabado 17-30. El Madrid no ha dejado de percutir en la pintura culé, mermada por la baja de Sanli, y ni Mirotic ni Smits ni Davies eran capaces de opacar un Tavares y Poirier que hacían lo que querían en los dos lados de la pista.

Laprovittola ha inaugurado el segundo cuarto con un triple haciendo creer al Palau que alguna cosa podía cambiar, pero ha sido un espejismo. Los blaugrana hacían la guerra por su cuenta, y mientras Jasikevicius se desesperaba en la banda, los madridistas, todavía sin Pablo Laso, recuperándose, lo hacían todo muy fácil. Sin un acierto desbordante, pero doblando en rebotes al Barça, han conseguido ampliar la diferencia al descanso hasta los 18 puntos (31-49).

Intento de reacción sin éxito

Un Palau lleno hasta los topes esperaba una reacción de los suyos, y la ha tenido. Los de Jasikevicius han endurecido la defensa, y a falta de casi cinco minutos ya estaban en bonus. Los tiros parecía que podían empezar a entrar, con dos triples casi seguidos de Smits i Kuric para ponerse a 14.

Pero aunque el Palau se encendía con cada jugada, los blancos no han perdido el plan de partido, y entre los tiros libres y un Gaby Deck que ha tomado el relevo de Hanga, se seguía manteniendo una distancia similar durante todo el cuarto, hasta llegar a los últimos 10 minutos con un 51-74 tan realista como doloroso para el Barça.

Rebelión sin tiempo

Y al principio de último cuarto, el Barça ha hecho lo que se le ha echado de menos durante los 30 minutos previos, rebelarse contra el guion establecido. Ocho puntos seguidos, con cinco de un Jokubaitis con ganas de protagonismo, han obligado a Chus Mateo a pedir un tiempo muerto que no ha servido para demasiado.

Al volver a jugarse dos canastas rápidas ponían al Barça a 11 puntos, con más de siete minutos por jugarse. El Palau ha vuelto a creer, y el Madrid ha vuelto a encomendarse a su lo referente a la segunda parte, un Gaby Deck que, desde el triple ha anotado los primeros puntos madridistas del último cuarto.

El rebote, la clave de la derrota

Pero el Barça ha chocado todo el rato contra el rebote. Cada rebote era una daga a las esperanzas de remontada, que aunque nunca ha parecido imposible, en ningún momento ha parecido cerca. Jasikevicius ha inventado una estrategia más parecida del balonmano, con Kuric i Mirotic en el banquillo en defensa, cuando podía, y entrando para atacar.

Y así, con un Barça luchando pero chocando, el Madrid ha acabado cerrando el duelo con más sensación de peligro que peligro real de perderlo. Después de este primer partido, con un intento de remontada frustrado, el Barça se ve casi obligado a ganar el miércoles, también en el Palau a las 21:00h, para no ir a Madrid sin red de seguridad.

 

Imagen principal: Tavares y Davies luchan por una pelota / EFE