El mal partido de Nico Williams en el Camp Nou ha sido la gota que colma el vaso para un Ernesto Valverde que, puertas adentro, comienza a admitir que quizá el Athletic de Bilbao cometió un error al no facilitar la salida de Nico al Barça el pasado verano. El extremo, llamado a ser una de las grandes estrellas del club, atraviesa una temporada gris, marcada por los problemas físicos, la irregularidad, su falta de confianza y un rendimiento que está muy lejos de justificar la enorme apuesta económica que hizo el conjunto rojiblanco por retenerlo a cambio de unos 10 millones de euros anuales.
El bajo nivel de Nico y una escala salarial difícil de sostener
Y es que la continuidad de Nico Williams no solo generó expectativas deportivas, sino una nueva escala salarial que ha tensionado al vestuario y a la dirección deportiva. Su renovación elevó el techo económico del club y obligó a reajustar ciartas promesas al resto de jugadores, un movimiento que hoy se contempla como un lastre para un equipo que ha perdido frescura y competitividad. Las cifras que se manejaron entonces, vistas desde la perspectiva actual, se perciben como un lujo excesivo para un futbolista cuyo nivel ha caído en picado y está lejos de poder repetir en Champions.
La realidad es que el Athletic, lejos de consolidarse entre los cuatro primeros, vive una temporada decepcionante que puede dejarle fuera de la próxima Liga de Campeones. Perder ese ingreso supondría un golpe económico durísimo para un club que no realiza ventas importantes y que, en el caso de Nico, dejó pasar una oportunidad de oro para ingresar una cifra histórica.
Valverde ya lo ve claro: hubiera sido mejor venderlo
De este modo, en el entorno del técnico se repite cada vez con más fuerza la sensación de que Valverde hubiera preferido desprenderse del jugador cuando el Barça estuvo dispuesto a hacer una apuesta seria por él. El propio entrenador, cuentan fuentes cercanas, reconoce que mantener a Nico desencadenó distracciones internas, presiones externas y un ruido mediático que terminó por afectar al vestuario en los momentos clave de la temporada.
Así pues, lo que empieza a ser casi un consenso en Bilbao es que el Barça, visto el rendimiento actual del extremo, esquivó una bala. Mientras tanto, el Athletic se queda con un futbolista lejos de su mejor versión, un contrato de élite difícil de sostener y un arrepentimiento silencioso que cada mal partido hace un poco más evidente.
