Arthur Melo es el fichaje de la temporada a casa Barça. El brasileño enamoró a la afición a primera vista por su capacidad de retener la pelota, una característica que en el Camp Nou evoca irremediablemente la figura de Xavi Hernández. Aun así, el mediocampista transmitía más sensaciones que realidades, y es que a principio de temporada todavía tenía muchos aspectos por pulir.

El partido contra el Sevilla, sin embargo, demuestra que ya los ha pulido. Arthur se ha convertido en una pieza estructural en el equipo y lo ha hecho rompiendo todos los tópicos. El primero, aquel que dice que los jugadores brasileños son traviesos y poco obedientes, lo ha desmentido desde el primer momento.

Arthur también ha demostrado que ser brasileño no es incompatible con ser constante. Alejado de la tradicional irregularidad carioca, el ex de Gremio es un faro inalterable en el centro del campo blaugrana. Desde el minuto 1 hasta el 90 Arthur se ofrece y reparte juego con una fiabilidad envidiable. Su constancia contrasta con la de Arturo Vidal, un jugador que, como quedó patente en Montilivi, ofrece un rendimiento muy alejado de las prestaciones que necesita el Barça.

Por último, Arthur demuestra que el mercado brasileño, a veces, también puede ser interesante. El día en que ha trascendido que la secretaria técnica del Barça fichará a un delantero del Sao Paulo de dudosa calidad para reforzar al Barça B, hay que reivindicar que el problema no es Brasil, si no los intermediarios que sólo buscan comisiones.