El Teatre Lliure abre la Temporada 25—26 con El Mestre i Margarita, una versión de la novela de Mikhaïl A. Bulgàkov que se podrá ver hasta el 19 de octubre en la Sala Fabià Puigserver de Montjuïc. Dirige un Àlex Rigola, figura imprescindible de nuestras artes escénicas, que ayer confesaba al diario ARA que este espectáculo le ha generado tanto estrés, que hace semanas que no duerme. Esperamos que, una vez representada la primera función, y se constate que el espectáculo protagonizado por Nao Albet, Francesc Garrido y Laia Manzanares (los acompañan Frank Capdet, Nil Cardoner, Biel Duran, Jordi Figueras, Miranda Gas, Roger Julià, Sandra Monclús, Carlota Olcina, Jordi Rico, Carles Roig y Xavi Sáez y completan el montaje la escenografia de Patricia Albizu, el vestuario de Vera Moles, la iluminación de Raimon Rius y el sonido de Igor Pinto) es un éxito, pueda coger un sueño bien profundo y relajante.

El demonio llega al Libre

La obra, que contiene una triple historia, empieza en Moscú en los años treinta del siglo XX cuando el demonio —Garrido (¿habrá alguna obra, serie, película en la que el actor gelidense no haga de malo?)— y su séquito irrumpen en la ciudad y sacuden las estructuras culturales. También está la joven Margarita —Manzanares— que ama al Mestre —Albet—, un escritor castigado por el régimen y que no puede publicar su obra. Mientras tanto, en un plano narrativo a diecinueve siglos de distancia, el apóstol Mateo, Ponç Pilat y Caifàs discuten sobre la existencia y la muerte de Jesucristo. Bulgàkov, que sufrió la censura sistemática de Stalin, escribió El Mestre i Margarita entre los años 1928 y 1940, pero la obra no fue publicada hasta después de su muerte. Actualmente, es considerada una de las mejores novelas en lengua rusa del siglo XX, una obra de culto, romántica y disidente, en la que la sátira, la tragedia, el misticismo y la crítica social van de la mano. "A día de hoy sigue viva porque habla sobre el relato, su poder y su manipulación", explica Rigola.

Vengo a una sala grande a hacer una cosa especial, que verdaderamente tenga un sentido y que nos haga a todos mucha ilusión

El director ha creado un espectáculo 100% Rigola: el texto por encima de cualquier recurso y recomienda asistir al Lliure totalmente… libre (perdón por la redundancia) de prejuicios (es decir, como si no se hubiera leído la novela). Ha hecho una versión —a partir de la traducción de Xènia Dyakonova— más reducida pero bastante fiel al original. Dice Rigola que, aunque hace semanas que no duerme, hacía tiempo que tenía ganas de llevar a escena el montaje por su dimensión épica y cree que ahora es un buen momento. "Hay una figura que sacude los cimientos de la sociedad contemporánea y, en especial, de una sociedad como la nuestra, que está totalmente alienada". Era imposible llevar a escena el montaje en un espacio pequeño, tanto por el reparto formado por 14 intérpretes como por los elementos que entran en juego. "Vengo a una sala grande a hacer una cosa especial, que verdaderamente tenga un sentido y que nos haga a todos mucha ilusión", explica Rigola, que no dirigía en la Sala Fabià Puigserver desde Ivànov, en 2017. "Cuando vas a una sala grande se tiene que hacer espectáculo y aquí se verá cómo juego yo. No es nuevo respecto a lo que hacía hace 15 años, pero en los últimos años no se ha visto". Admite que ahora hay más experiencia, más sabiduría y más veteranía para llevar a cabo ciertas escenas.