Tenía por casa uno de estos Pequeños Placeres de Viena, la novela Infeliz de Iván Turguénev traducida por Jaume Creus. En Infeliz hay un joven que conoce a otro en una partida de ajedrez, y los dos hombres se hacen amigos. Pronto aparece la figura femenina, a quien se atribuye la infelicidad del título: Susanna Ivánovna, bonita y distante —el narrador nos aclara que si la hubiera conocido en Italia ni se habría fijado en ella. Cuando Susanna entra en escena, los personajes hacen referencia a Tatiana de la novela en verso Eugeni Oneguin del poeta Aleksandr Pushkin (Club Editor), una obra que estaba de moda en la Rusia de la época. Cito la traducción catalana de Creus de l'Infeliz de Turguénev:
Em vaig alçar de la cadira en entrar ella a l’estança: em va llançar una mirada ràpida i insegura i, acalant les negres pestanyes va anar a seure a prop de la finestra “com la Tatiana” (aleshores tots plegats teníem ben fresc a la memòria l’Oneguin de Puixkin).
Pushkin participó en un total de 29 duelos, y el último fue contra el hombre que, según los rumores, había intentado seducir a su esposa de dieciocho años, y quien lo hirió de muerte en ese enfrentamiento
Eugeni Oneguin de Pushkin fue un clásico casi instantáneo, y por tanto no es extraño que los personajes de Turguénev hagan referencia a él. En la novela, Tatiana se enamora a primera vista del protagonista Eugeni, pero él la rechaza y la humilla, y en cambio opta por flirtear con Olga, que es la hermana de Tatiana y la prometida de su amigo Lenski. Enfurecido, Lenski se enfrenta en un duelo con Oneguin.
Aleksandr Pushkin, padre de la literatura moderna rusa y hombre de acción
Pushkin fue de los primeros en escribir en ruso literario, y tuvo una gran influencia en Tolstói, Gógol y Dostoievski, sobre quienes ejerció un impacto profundo. Se le considera el inventor de la literatura rusa moderna, porque antes de él la mayoría de las obras rusas se escribían en francés, el idioma de prestigio. También era un hombre de acción. Participó en un total de 26 duelos oficiales, aunque muchos nunca llegaron a celebrarse. Su último duelo fue con Georges‑Charles de Heeckeren d’Anthès, el hombre que según rumores había intentado seducir a su esposa de dieciocho años, y que lo hirió de muerte antes de que cumpliera los cuarenta —un hecho que conmocionó al país entero. En la tumba de Pushkin está inscrito:
«¡Se ha puesto el sol de la poesía rusa! Pushkin ha muerto».
Dado que disparar a conocidos y respetados formaba parte de su vida, no es extraño que los duelos aparezcan en su obra. Por ejemplo, en Eugeni Oneguin, el protagonista acaba disparando trágicamente a su buen amigo, el poeta Lenski. Cito la traducción catalana (excelsa) d'Arnau Barios:
Ja lluen les pistoles. Fa remor
el martellet: el furga la baqueta.
Les bales baixen pel canó
i el gallet salta [...]
L’Eugeni, caminant absort,
a poc a poc i sense alarma,
és el primer d’apujar l’arma.
Al cinquè pas, més a la vora,
Lenski, per apuntar, s’aferra
a l’arma, acluca l’ull esquerre…
Un tret d’Oneguin.
Turguénev, Tolstoi, Dostoievski: las dos Rusias
Infeliz de Turguénev y Eugenio Oneguin de Pushkin tienen una temática similar, pero no se parecen en nada más. Hombres y mujeres jóvenes se enamoran y se desenamoran apasionadamente, con dos protagonistas sacrificadas en el altar. Anna Karénina de Tolstói comparte el destino trágico, igual que Madame Bovary de Flaubert. En Infeliz, la víctima del amor será ella; en Eugenio Oneguin no, porque Tatiana deja de ser una jovencita ingenua y se revuelve, y Oneguin acaba por vivir en carne propia la miseria que ha sembrado. Según Dostoievski, Tatiana encarnaba el epítome del carácter ruso.
La dicotomía entre europeísmo y eslavismo sigue muy vigente hoy en la política rusa y en todos los países que forman parte de la antigua esfera soviética
Dostoyevsky y Tolstoi eran seguidores de Pushkin, pero despreciaban públicamente las obras de Turguénev. Los tres eran de la misma generación. Dostoyevski parodió a Turguénev en la novela Los demonios, y Tolstoi llegó a proponerle un duelo, hasta que finalmente se desdijo –solo estuvieron diecisiete años sin hablarse. Aun así, parece que cuando Tolstoi y Dostoyevski se quedaban sin dinero mientras rodeaban por Europa, no dudaban en pedirlo. En Los demonios, Dostoievski narra un duelo de gran fuerza dramática, y Tolstoi fue más discreto, pero también incluyó un duelo en su gran obra, Guerra y Paz.
Turguénev había estudiado filosofía en Berlín, y volvió occidentalizado de Alemania. Era de los que creían que, para progresar, Rusia debía acercarse a Europa. Dostoyevski y Tolstoi formaban parte de la corriente contraria y mayoritaria, la de tendencia eslavista, dejad que Rusia sea Rusia y que la espiritualidad y el alma eslava guíen el camino –la corriente eslavista es la de la Rusia de los duelos, en definitiva. En la novela Padres e Hijos de Turguénev también hay duelos, pero con la voluntad de señalar que le parecía una práctica abominable, fruto de un código de honor caduco. Amigo literario de Gustave Flaubert, y elogiado por Henry James, Turguénev se fue a París detrás del amor de su vida, la cantante Pauline Garcia-Viardot, y murió en Francia, probablemente harto de su Rusia natal.
Seguir el honor o seguir el progreso, esa es la cuestión
Más allá del campo literario, esta dicotomía entre europeísmo y eslavismo sigue vigente hoy en la política rusa y de todos los países que forman parte de la antigua esfera soviética: seguir el honor o seguir el progreso, esa es la cuestión.