València, 28 de abril de 1347. Hace 675 años. María de Navarra, primera esposa del conde-rey Pedro III, moría a los veinte años de edad a causa de las complicaciones de su cuarto parto. Y con ella moriría, acto seguido, la criatura recién nacida, de nombre Pedro. Quedaban tres hijas supervivientes: Constanza (1343), Juana (1344) y María (1345); y en aquel momento, el conde-rey Pedro III nombró heredera al trono a su primogénita. Era la primera vez en los dos siglos de historia de la Corona catalano-aragonesa que una mujer era predestinada a ocupar el trono como reina titular.

Pedro III y Maria de Navarra. Font MNAC, Barcelona y Biblioteca Marciana, Venecia
Pedro III y María de Navarra. Font MNAC, Barcelona y Biblioteca Marciana, Venecia

Para encontrar un precedente, había que remontarse a la época del gobierno de Ermesenda de Carcasona; que, un siglo antes de la unión dinástica con Aragón, había gobernado en solitario el condado independiente de Barcelona (1017-1021 y 1035-1039). Con el nombramiento de Constanza, Pedro III esquivaba una ley no escrita que, a diferencia de lo que pasaba en el resto de Europa, impedía a las mujeres ocupar el trono como reinas titulares. Incluso en otros dominios gobernados por ramas menores de la estirpe Bellónida, las mujeres ocupaban el trono, como reinas titulares, con normalidad.

¿De dónde venía Constanza?

Constanza era la hija primogénita del conde-rey Pedro III (Balaguer, 1319 – Barcelona, 1387) y de su primera esposa María (París, 1326 – València, 1347). Pedro era el primogénito del conde-rey Alfonso III; y María era la segunda hija de Juana II, reina titular... y ¡ausente!, que gobernaba el reino de Navarra desde París. Pero en las vistas matrimoniales entre Pedro y María, los negociadores catalanes consiguieron dar un vuelco radical al orden sucesorio navarro: Juana, la reina, nombraba heredera a María, la novia, siempre y cuando no la sobrevivieran ninguno de sus dos hijos macho que ya había engendrado (Carlos y Felipe) o los que podía engendrar en un futuro (Luis). Por lo tanto, María, la novia convertida en esposa, pasaba a ser una interesantísima opción de futuro en los planes de incorporación de Navarra al conglomerado de Barcelona.

Joan I, Martí I, i Joan de Castella  germanastres i cunyat de Constança. Font Rotlle de Poblet, MNAC i Museu del Prado
Juan I, Martín I, y Juan de Castilla, hermanastros y cuñado de Constanza. Fuente Rollo de Poblet, MNAC y Museo del Prado

Constanza, heredera

Pedro III había perdido a María, trinchada por cuatro embarazos y partos en tan solo cuatro años; y ya era consciente de que la carta navarra ya no brindaría más combinaciones. Le habían quedado tres hijas; y Constanza, la primogénita, heredaba la posibilidad de convertirse en reina de Navarra, si la guadaña de la muerte decapitaba la descendencia masculina de Juana, la suegra. Esta, sería la razón principal que explicaría el nombramiento de Constanza como heredera al trono de Barcelona. Y la prueba de que Pedro siempre vigiló lo que pasaba en Pamplona la tenemos en una carta que escribió a sus hijas desde Zaragoza. El 1 de abril de 1350, Pedro III ordena a Constanza, Juana, y Marií que se vistieran de luto por la muerte de la abuela Juana. Pero les prohibía que fueran a la coronación de su tío materno Carlos, que Pedro debió contemplar como un obstáculo —y como un peligro— en sus planes.

Pedro y sus esposas

Después de la prematura muerte de María, Pedro III no quiso fiar la sucesión a una carta y se casó de nuevo. En unas segundas bodas con Leonor de Portugal (15 de noviembre de 1347), tercera en el orden sucesorio en el trono de Lisboa. Leonor no tuvo tiempo de engendrar descendencia, porque murió, tan solo unos meses más tarde (29 de octubre de 1348), a causa de la Peste Negra. De hecho, Leonor sería la víctima más ilustre de aquella terrible pandemia en los territorios de la Corona catalano-aragonesa. Y acto seguido, en unas terceras bodas, se casó con otra Leonor, su prima segunda siciliana (27 de agosto de 1349). Cuando Pedro III escribió la carta de Zaragoza, prohibiendo a sus hijas ir a la coronación de Pamplona, la siciliana ya estaba embarazada. Lo que todavía no se sabía es que sería un macho (Juan, 27 de diciembre de 1350).

Frederic III, Maria i Martí el Jove. Espòs, filla i gendre de Constança. Font Uffizzi degli Studi Medievale, Catania i MNAC, Barcelona.
Federico III, María y Martín el Joven. Esposo, hija y yerno de Constanza. Font Uffizzi degli Studi Medievale, Catania y MNAC, Barcelona.

La guerra con las noblezas valenciana y aragonesa

Poco después de la muerte de María y del nombramiento de Constanza (abril, 1347); estalló una revuelta nobiliaria en los reinos de València y de Aragón que tenía muchos cantos. Uno de los más importantes era la política autoritaria de Pedro III; un monarca preabsolutista que amenazaba el poder de las clases nobiliarias. Aquellas noblezas se apoyaron en la polémica decisión de nombrar a Constanza, porque era una forma efectiva de crear tensiones en la cancillería real (obligaban al rey a concertar con rapidez un nuevo matrimonio y a confiar en que la nueva reina engendraría machos). Argumentaron que la Corona no había tenido nunca una reina titular, y que el nombramiento de Constanza como heredera requería la negociación y el reconocimiento con el estamento nobiliario. Aquella crisis se resolvió por la vía de las armas con la derrota de los nobles sublevados.

Los hijos de la siciliana

En cambio, el ocaso del proyecto Constanza llegaría, paradójicamente, de las manos de otra mujer. Leonor de Sicilia, la tercera esposa de Pedro III, era lo contrario que sus antecesoras: fornida, enérgica y vital. Y llenó de machos la casa de Pedro III: Juan (1350), Martín (1356) y Alfonso (1362). Bendecida por la fortuna, no encontró ningún obstáculo para someter a las hermanas Navarra a un control absoluto. Constanza la principal amenaza para los hijos de Leonor, sería relevada de su condición de heredera; en una retorcida maniobra sería casada con su primo tercero, el rey Federico III de Sicilia... sobrino de la madrastra!!!. Constanza no sería nunca reina titular en Barcelona; y se tendría que conformar con ser la reina consorte en Palermo. No obstante, su hija primogénita, María, la resarciría al convertirse en reina titular de Sicilia (1377).

Leonor de Portugal y Leonor de Sicilia, madrastras de Constanza. Fuente British Museum y Biblioteca Nacional de España
Leonor de Portugal y Leonor de Sicilia, madrastras de Constanza. Fuente British Museum y Biblioteca Nacional de España

A propósito de la madrastra siciliana

El destino no fue amable con Constanza. Murió a la misma edad y por las mismas causas que su madre. En cambio, la madrastra Leonor tuvo una vida rica y llena. Fue la mejor reina posible para Pedro III; y para un país que requería una gran tarea de reconstrucción después de sufrir la terrible devastación de la Peste Negra (1348-1351). Pero en cambio, su descendencia sería una auténtica decepción: Juan I, nombrado "el Cazador", fue un zángano imperdonable y el peor monarca de la estirpe Bellónida; Martín I, nombrado "el Humano", fue un indeciso que se permitió el lujo de morirse con toda la colada en el lavadero; y Leonor, casada con Juan I de Castilla, sería quien inocularía los Trastámara al trono de Barcelona, a través de su hijo —y nieto de la siciliana— Fernando, llamado "el de Antequera".