La casualidad (o no) ha querido que dos de las grandes sagas fantásticas de los años 70 y 80 hayan resurgido con una fuerza inesperada. Una, la de Predator, supo reinventarse con Prey, de la que tendremos una inminente secuela, y con el largometraje de animación Predator: Killer of Killers, que es todo un festival para iniciados en la materia. La otra, la de Alien, encontró a su necesario refundador en el director Fede Álvarez, que con su Romulus apeló a las esencias de la película original de 1979 (Alien, el octavo pasajero, del director Ridley Scott) sin renunciar a una identidad propia.
La nueva era de Alien queda plenamente consolidada con Alien: Planeta Tierra, la primera serie televisiva surgida de este universo y una nueva demostración de que se puede respetar una mitología y, al mismo tiempo, expandirla con rigor y personalidad. Tampoco es del todo una sorpresa: la serie llega con una denominación de origen, la del guionista principal Noah Hawley, que ya había demostrado de lo que era capaz con los imaginarios ajenos en Fargo y Legion.
Por el momento, Disney Plus ha estrenado los dos primeros episodios, que son notables, pero conviene avisar que esta es una narración que no deja de ganar en intensidad y calidad. La primera serie del universo Alien es una inteligente aproximación a su estilo y, a la vez, una historia con identidad propia. La serie, con Timothy Olyphant y Sydney Chandler como protagonistas, tiene 8 capítulos, y cada miércoles hasta el 18 de septiembre saldrá uno nuevo.

Funciona muy bien como heredera de la ciencia ficción clásica, la que nos muestra una proyección muy fiel (y crítica) de nuestro presente, y también es un exuberante ejercicio de suspense que saca mucho partido a la presencia intimidante del monstruo
'Alien': innovadora y clásica al mismo tiempo
Los primeros compases de Alien: Planeta Tierra transmiten un aire de familiaridad muy agradecido. Tenemos una nave estrellada en nuestro planeta, un equipo designado para encontrar supervivientes y el descubrimiento de que hay un pasajero inesperado. Hasta aquí, puro Alien de toda la vida. Pero esta familiaridad está muy lejos de convertirse en una fórmula o una repetición de esquemas.
La narrativa serial permite que Hawley y su equipo hagan un loable esfuerzo de contextualización, con la descripción de un futuro muy creíble en el que sintéticos y humanos conviven con una tensión latente. Y unos personajes bien construidos que, en algunos casos, juegan muy bien a reflejarse en los antiguos protagonistas de la saga.

Es en este equilibrio donde Alien: Planeta Tierra encuentra su brillantez y razón de ser. Funciona muy bien como heredera de la ciencia ficción clásica, la que nos muestra una proyección muy fiel (y crítica) de nuestro presente, y a la vez es un exuberante ejercicio de suspense que saca mucho partido a la presencia intimidante del monstruo. Y cuando la serie va más allá y lleva la mitología a terrenos inexplorados, aún mejora más: Hawley consigue que las notas a pie de página resulten atractivas y arriesgadas, abriendo frentes narrativos que invitan a mirar las películas con otros ojos. Al fin y al cabo, la gran virtud de Alien: Planeta Tierra es que sirve como reivindicación de la vigencia de una saga que, incluso cuando supuestamente se ha “equivocado” (la infravalorada tercera entrega de Fincher, por ejemplo), se ha comido con patatas a muchas muestras modernas del género.