El antropólogo y traductor Adrià Pujol, colaborador de La Llança, es lanza a la narrativa de ficción con Míster Folch (ed. Empúries), una novela que sitúa su trama en la Barcelona de la posguerra, pero que se aleja mucho de las obras más habituales sobre el tema.

Adria Pujol - Sergi Alcàzar

Lo más peculiar de Míster Folch, quizás, es su narrador. Sin duda, es un narrador omnisciente, que lo sabe todo...

El narrador omnisciente de toda la vida, es insustituible... Ha habido muchos intentos en la historia de la novela por darle la vuelta, pero el narrador omnisciente es la mejor herramienta para explicar historias. Pero en el siglo XXI ya es una herramienta desgastada: o le das un giro o no funciona. Los escritores gastan muchas energías en intentar crear nuevas vías de explicar historias: a través de diálogos, en segunda persona... La novela, como molde, todavía puede dar juego... Pero es un juego que pide un poco de riesgo, actualmente, porque no estamos en el siglo XIX, ni en el XX... Yo lo que he hecho es buscar al único personaje posible que lo sabe todo y lo ve todo: Dios... De esta forma, el narrador omnisciente se convierte en un personaje. Cuando empecé la novela la hice con un narrador omnisciente convencional, y vi que no acababa de funcionar, era muy plana. Decidí cambiar de narrador y lo convertí en Dios...

No es difícil ponerse en la piel de Dios

El narrador de Míster Folch, Dios, contradice los principios que enseñan en las clases de literatura: que el narrador, o es omnisciente, o es en primera persona.

La ventaja que tiene a Dios es que tiene unas características narratológicas muy guays... No es difícil ponerse en la piel de Dios. Mi dios es un ser que después de mirar el desastre que es la humanidad, se vuelve bobo... Y ya no puede hacer su trabajo... Nadie cree con él...

¿Qué problema tiene el Dios de Míster Folch?

Detrás de su fracaso está el problema del mal. En teoría, Dios es una oficina para gestionar el tema del mal, pero este Dios no consigue acabar con el mal, que sigue cerniéndose sobre la Tierra.

¿En qué se inspiró para escribir esta novela?

Para hacerla leí mucho sobre mitología griega, más que sobre la guerra civil... Me interesaba ver cómo los dioses pringan.

Sale de su Empordà natal y sitúa la novela en Barcelona, ¿porque?

En primer lugar, porque el país es muy pequeño. Yo ya soy el antropólogo que habla del Empordà, no podía volver a dar vueltas a lo mismo. Además, esta historia no podía suceder en una zona rural, tenía que pasar en la capital catalana... Por otra parte, para mí, el contexto en esta obra era una cosa secundaria.

Estoy harto de novelas que explican la posguerra como coartada. Basta. Estoy harto...

Adria Pujol - Sergi Alcàzar

Narra una Barcelona muy oscura. no muy diferente de la Barcelona de Nada, de Carmen Laforet, pero el tono es bastante diferente, ¿no?

Estoy harto de novelas que explican la posguerra como coartada. Basta. Estoy harto... Laforet, Rodoreda o Marsé retratan ideológicamente un periodo. Yo no... No los desprecio, pero no quiero hacer lo mismo que ellos. No quiero escribir más párrafos para retratar la miseria... Ya no se puede sacar más sustancia a retratar la Barcelona de la posguerra. En cambio, poniendo toques de humor, de surrealismo, puedes romper el contexto... Yo quiero hacer una cosa como un cómic... Sólo me interesa situar un contexto, no retratarlo.. Además, hoy en día todo el mundo copia el contexto de Wikipedia... Para hacer eso ni hay que ponerlo....

En cambio, lo que retrata Míster Folch es mucha miseria moral.

Sí que hay mucha. Pero eso también lo hago como en un mito... El mito da unos datos de contexto, y a partir de ellas te explica una historia moral. Todas las historias que valen la pena son historias morales... A mí, la miseria moral me interesa muchísimo: novelísticamente es muy útil. En mis personajes hay pocos matices: o son muy buenos o muy malos, tal como pasa en el mito...

Creo que la humanidad es así, se guía por cuatro impulsos y busca grandes excusas para justificarse...

Adria Pujol - Sergi Alcàzar

El mal, en la novela, también es omnipresente...

Las historias de toda la vida, de buenos y malos, de buenos y malos diáfanos, a mí me gustan mucho, mucho... Y en el fondo, Míster Folch no es muy complejo... La gente hace cosas, muy buenas y muy malas, pero siempre muy esquemáticas... Y a mí eso me interesa mucho para escribir novela. Cuando trato algún tema en profundidad, lo hago con el ensayo. Pero cuando quiero escribir novela, me interesa mucho Frankenstein, Caperucita o Moby Dick, donde todo es muy esquemático... Es la lógica de los mitos griegos, donde hay acciones muy extremas, pero con poca complejidad. Creo que la humanidad es así, se guía por cuatro impulsos y busca grandes excusas para justificarse...

¿De dónde sale la idea de esta obra?

Yo también quería hacer mi novela sobre la guerra civil y la posguerra. La idea me sale de un gag: "Todo escritor catalán que se precie tiene que tener una novela sobre la guerra civil o la posguerra". Y como lo que más me gusta en el mundo es escribir, decidí que tenía que escribir mi novela sobre la guerra civil, una novela con poca trama, con poco contexto, y con muchos circunloquios... Haciendo que el texto se convierta en un protagonista más.

¿Qué tipo de lector cree que buscará Míster Folch?

Yo quiero que haya lectores, y creo que este libro es una forma de encontrar otros lectores. Yo no compito con Rafel Nadal, tenemos públicos diferentes. Yo busco lectores donde hay poca gente. Sólo me retuitea gente de menos de 30 años. Quizás me lo debería hacer mirar...

Cuando escribes un libro, el tema lo tienes que dominar, no te puede arrastrar. Y mucha gente se deja arrastrar

Cita, en Míster Folch, la crema de iglesias durante la Semana Trágica "que tan malas novelas ha inspirado". ¿Se refería a alguien en concreto?

Sí, a todas las novelas sobre el tema, a Pilar Rahola... Y no es un ataque a Rahola, que escribe muy bien, sino a una forma de trabajar, que ella comparte con muchos otros. La novela histórica, que tiene tanto prestigio, muy a menudo cae en hablar de Hiroshima, de la guerra civil, del 1 de octubre... Los autores piensan que hablar de este tema ya prestigia la obra. Eso es un error, porque lo que prestigia la obra no es el contexto, sino la misma obra... Yo también he hecho historia, y narrar los hechos, solamente, no funciona en una novela... Cuando escribes un libro, el tema lo tienes que dominar, no te puede arrastrar. Y mucha gente se deja arrastrar; las malas novelas históricas tienen más páginas de contexto que de novela. Hay mucha novela vaga, de puro contexto, oportunista... Ponen un hecho importante y ya han resuelto 150 páginas.

¿Haría un libro sobre el 1 de octubre?

¡Basta de libros sobre el procés! Ya hay demasiados. Hoy por hoy no hay suficiente perspectiva como para hacer una novela sobre el tema.

Hace años la gente leía El péndulo de Foucault y ahora ningún editor lo querría.

Las novelas sobre la guerra civil parece que están de moda y acumulan premios. ¿No pensó en presentar Míster Folch al Premio Ramon Llull?

Ya me gustaría ganar un premio así, por el dinero... El dinero es guay. Me compraría una furgoneta. Pero ni se me pasó por la cabeza... Porque miro lo que gana en los premios y ya ves que no tienes nada que pelar... Yo no me presento a premios... Si un premio da mucho dinero, tienen que vender muchos ejemplares, y yo dudo mucho de que Míster Folch venda mucho... Pero vete a saber: todo son modas... Hace años la gente leía El péndulo de Foucault, de Umberto Eco, y ahora ningún editor lo querría.