El momento de pasar por el arco de seguridad de un aeropuerto es seguramente el momento más inoportuno para hacer bromas pesadas, y menos en los tiempos que corren. Por muchas ganas que se tengan de contar que en la maleta se lleva una bomba, aprender a estar calladito es una buena manera de evitarse disgustos. Que lo pregunten sino al ciudadano español que forzó la evacuación del aeropuerto de Tallin, que ya ha sido incluso juzgado a cuatro meses de prisión por la bromita. Y que se lo hagan mirar los de la Marca España, porque estas cosas no les hacen ningún bien.