¿Podrá trascender el Mediterráneo su noción marítima, para empezar a ser leída en clave de macrorregión? Lo que es bien cierto es que los actores de este espacio común, aunque culturalmente lata de forma diversa, comparten entre si reptas de alcance global, aparte de una interdependencia que los espolea a tejer alianzas. Conscientes de que estamos encima de este mostrador, el Gobierno de Catalunya ha hecho del Mediterráneo una de sus prioridades con respecto a la Acción Exterior. Con el MedCat 2030, el ejecutivo catalán quiere ofrecer una estrategia renovada que contribuya al relanzamiento del dosier mediterráneo en las políticas europeas, además de reforzar las relaciones entre las regiones de la orilla norte y las de la orilla sur. En este sentido, la posición que ocupe Catalunya –sobre el mostrador, el peón no juega el mismo papel que la reina– es determinante. El párrafo es capicúa, porque se abre y se cierra con un interrogante: ¿Tiene potencial nuestro país para convertirse en un hub mediterráneo?

Estamos en la fase de consolidar y dar a conocer la Marca Catalunya

La Marca Catalunya

"Lo que tenemos que tener claro es que la función de un hub es hacer de conector", señala a Eric Hauck, representando el Govern de la Generalitat de Catalunya en los países del Sureste de Europa desde la delegación de Zagreb. "Estamos delante de un escenario de nuevas necesidades, lo que favorecerá la aparición de nuevas oportunidades y, de rebote, de nuevas alianzas. La capacidad de maniobra de las Delegaciones es limitada, pero hay que poner en valor una tradición que culturalmente se diferencia mucho de la de Madrid: la capital española siempre ha mirado hacia América, mientras que nosotros siempre hemos mirado hacia el Mediterráneo", continúa Hauck. A pesar de esta diferencia a la hora de apuntar el anteojo, la percepción que España y Catalunya son un mismo ente aún persiste: "todavía se nos asocia mucho", confirma el delegado desde Zagreb. "Al fin y al cabo, en el imaginario liberal y capitalista, el que triunfan son las marcas, y los países son los primeros a trabajar en esta dirección. Ahora precisamente estamos en la fase de consolidar y dar a conocer la Marca Catalunya".

Marca, huella, pasos adelante; Catalunya, su capital, hizo una muy importante el año 1995. "Aquel año se celebró la primera Conferencia Ministerial euromediterránea, el llamado Proceso de Barcelona," recuerda Senén Florensa, presidente del Instituto Europeo del Mediterráneo. "Allí se reunieron el ministros de asuntos exteriores de la Unión Europea y de los países del sur y el este del Mediterráneo. El objetivo era promover la paz y la estabilidad de todas las regiones implicadas, a la vez que se apostaba por un progreso económico compartido," explica Florensa. A la vez que ocurría la Conferencia Ministerial, lo entonces todavía denominado Instituto Catalán del Mediterráneo, bajo la batuta de Baltasar Porcel, impulsaba el primer gran Foro Civil EuroMed. "Participaron más de dos mil delegados de todos los órdenes de la vida civil", rememora al director del IEMed. "Fue una forma de manifestar que el acuerdo y el diálogo en el Mediterráneo no podían limitarse a relaciones de gobierno en gobierno, sino que la sociedad civil también tenía que implicarse".

Es precisamente el ecosistema de la vida civil uno de los resquicios por donde las regiones ahora pueden hablar de tú a tú, y hacerlo de forma ágil, de forma útil. "Lo que hace interesante a la red que hemos tejido aquí", nos lo corrobora Ahmed Benallal, delegado del Govern de la Generalitat destinado al Norte de África, "es que no sólo implica instituciones gubernamentales, sino que la sociedad civil también tiene bastante protagonismo. Por ejemplo: en las regiones donde trabajamos tiene muy de peso la diplomacia religiosa, y hemos abierto vías para desarrollar iniciativas y proyectarnos en ámbitos que no serían los habituales en el resto de Delegaciones". Lo interesante es que el diálogo entre agentes de la vida civil de una y de otra orilla sea bilateral, simbiótico. "Catalunya tiene una sociedad civil organizada que hay que promocionar", vuelve Eric Hauck. "En la Delegación del Sureste tenemos un plan para internacionalizar las asociaciones y los municipios catalanes. Con fronteras cada vez más diluidas, los organismos que estén más cerca de los ciudadanos serán los que puedan gestionar las crisis que los afectan directamente".

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Ilustración: Carole Hénaff
Desembarcar, transformar, continuar

De Catalunya en Croacia, de Italia en Egipto, de Francia al Líbano, de Túnez en Yugoslavia. La heterogeneidad del Mediterráneo es uno de los distintivos de la macrorregión, pero la interdependencia entre sus activos cada vez es más apresurada —fenómenos como la crisis energética y de alimentos lo están poniendo, desdichadamente, de manifiesto. "A pesar de la inquietud que generan estas crisis", nos tranquiliza Senén Florensa, del IEMed, "lo que estamos viendo no es nada más que una reordenación del mercado global energético, en el cual Rusia pasará a vender su petróleo a los países asiáticos que se han abstenido de pronunciarse en la ONU sobre la guerra de Ucrania. Cuando se ajusten las infraestructuras gasísticas, habrá un reordenamiento que consolidará la interconexión Rusia-China, a la vez que Europa se hará más solidaria con América". ¿En esta reordenación, cuáles son los aliados energéticos que necesita Catalunya? "Aquí", nos explica Luca Bellizzi, "va tomando bastante la idea de un gasoducto que conecte Barcelona con Livorno".

Bellizzi, delegado del Gobierno en Italia, nos detalla como la fuerte dependencia que tenían las energéticas transalpinas con el gas ruso —un 38% de sus importaciones, que al mismo tiempo representaban un 90% del total de gas necesario para hacer funcionar el país— ha hecho que Italia empiece a flirtear con regiones del mediterráneo como Túnez, Argelia o Uzbekistán. "Catalunya, sin embargo, se ve como un eje importante. Construir un gasoducto que la conecte con Italia necesitaría como mínimo cuatro años, pero, a corto plazo, lo que ya vemos es como se están alquilando barcos para transportar gas de la capital catalana. Son las llamadas autopistas de mar, que conectan el puerto de Barcelona con los puertos italianos, y funcionan muy bien". Eric Hauck añade: Esta autopista naval, quedando Italia en medio de las dos, también podría conectar Barcelona con los Balcanes. Eso sería una fuente de grandísimas oportunidades, porque los Balcanes son un mercado virgen de más de cuarenta millones de personas que tienen simpatías por|para la cultura mediterránea".

"Curiosamente", continúa Hauck, "en esta región se conoce más Lloret de Mar que Barcelona. Eso es porque todos los institutos, de viaje de final de curso y como ya era tradición en la antigua Yugoslavia, se van a Lloret. Y es que, si hablamos de Catalunya como hub, está claro que Barcelona tiene que ser una entrada en el mediterráneo para los turistas que llegan a Europa. Y no tan sólo para que visiten la capital catalana, sino también otros lugares de Catalunya; toda la riqueza que tenemos". El delegado del Sureste de Europa también aboga para que, más allá de visitas a las clásicas Pariera y Londres, Barcelona sea una casilla de salida para redirigir a los turistas hacia Italia, los Balcanes o el Norte de África. En un sentido visceral, hay una cierta conexión entre lo que les hace falta, al turismo y al flujo comercial, para hacer de Catalunya un hub: "Lo que vivifica la economía", sentencia Senén Florensa desde el IEMed, "no es aquello que pasa por el puerto de Barcelona vía transporte, sino aquello que desembarca, se transforma, y continúa su viaje".

La heterogeneidad del Mediterráneo es uno de los distintivos de la macrorregión, pero la interdependencia entre sus activos cada vez es más apresurada

Juventud y mujeres, actores clave

Si muchas de las ambiciones del Proceso de Barcelona y de la Unión para el Mediterráneo —la secretaría de la cual todavía ubica la sede en la capital catalana— se han tenido que poner en barbecho debido a la inestabilidad de la macrorregión durante los últimos años, uno de los síntomas de cómo las políticas euromediterráneas de la primera mitad del XXI fueron todo un éxito son, paradójicamente, las primaveras árabes. Desde el IEMed, Senén Florensa defiende esta tesis a pies juntillas: Hacer sería en Ben Ali, hacer sería en Mubarak; los movimientos que llevaron a cabo las primaveras árabes les formaban personas que habían creído en todo aquello que se impulsaba desde el Proceso de Barcelona: la democratización progresiva, la modernización de instituciones..." La espontaneidad de los levantamientos hizo que muchas de las reivindicaciones se desvanecieran en forma de anhelo, pero fijándonos en quién había al frente de las protestas podemos entrever a quien determinará el futuro del Mediterráneo sur: "Eran fundamentalmente jóvenes", hace memoria Florensa, "y con una importante presencia femenina".

En este sentido, Elisabet Nebreda escribía estas rayas a Una visión por un proyecto Mediterráneo compartido, publicado en Revista Idees: "El Gobierno de Catalunya quiere apostar e integrar las políticas de género en su acción exterior mediterránea, entendiendo que la juventud y las mujeres se tienen que convertir en actores clave y motores de cambio para paliar las desigualdades actuales". En el actual mandato, la apuesta continúa firme: este año, desde el Departamento de Acción Exterior y Gobierno Abierto, se impulsarán desde encuentros de mujeres de ambas orillas hasta encuentros de jóvenes para conmemorar, en noviembre, el Día del Mediterráneo. Con la CRPM, una organización que reúne unas ciento sesenta regiones de veinticuatro estados de la Unión Europea y más allá, también se ha constituido un foro de redes que ponen a los jóvenes en el centro. Y todavía hay más: durante la iniciativa Mediterrània+25, se impulsó un espacio de diálogo para que la juventud mediterránea pudiera trabajar conjuntamente en diferentes áreas relacionadas con el clima y establecer acciones colectivas para afrontar la emergencia climática.

Con respecto al vector feminista, hay que recordar que este es —junto con la transformación social, verde y democrática— uno de los ejes principales del Plan de Gobierno en curso. Es esta perspectiva de género, si no la más extendida en la orilla sur, si la más urgente y necesaria para alimentar el diálogo entre Catalunya y sus vecinos del África mediterránea. "Si hay un punto que determinando en el proceso de democratización de las regiones del sur del Mediterráneo, esta no es otra que la posición que ocupa la mujer", nos dice Florensa. "El rol que ocupen las mujeres es el factor clave para la modernización de los países del mundo árabe". La antes mencionada Unión para el Mediterráneo, que en el 2015 cobijó un proceso regional de diálogo sobre el empoderamiento femenino, este mismo mes de octubre tiene previsto emitir una Declaración Ministerial basada en tres temáticas fundamentales: la independencia económica de las mujeres en contextos de crisis regional, la igualdad de género y el cambio climático, y la violencia contra las mujeres y las niñas.

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Ilustración: Carole Hénaff

Hacérnosle presentes

"Una de las cosas que sí que hemos conseguido con las Delegaciones", saca pecho Josep Maria Galí, delegado del Gobierno en Francia, "es que el discurso de los catalanes esté presente". Galí, que está trasteando para auspiciar una asociación de naciones sin estado —donde Catalunya se hermanaría con Flandes, Quebec, Escocia-, alerta que si no hacemos relato, nos lo hacen. "Si tú no estás, dejas el discurso en manos de los otros, y por lo tanto no te puedes defender. Eso también incluye la presencia cultural: por la exposición de Gaudí, que han podido disfrutar los visitantes del Musée d'Orsay, han pasado más de quinientas mil personas. Ocho mil asistentes por día. Hacía años que no se veía una cosa así, en el museo parisino". En Zagreb, en el momento de escribir estas líneas, se inaugura otra exposición con acento catalán. "La coordina Plataforma por la Lengua", nos explica Eric Hauck, "y nos servirá para recordar que somos la decimotercera lengua más hablada de Europa, que hay diez millones de catalanohablantes, y que tenemos que defender la lengua como defendemos el resto de nuestros derechos culturales y políticos".

Si la cultura es una de las mejores armas del país, la investigación es otro sector donde Catalunya puede establecer relaciones bilaterales, complicidades que la permitan fortalecerse dentro del ámbito mediterráneo. "Este año", vuelve Luca Bellizzi, "Catalunya ha firmado un memorándum de acuerdo con la región de Emília-Romanya, que es una de las dinámicas de Italia y una de las más parecidas a Catalunya con respecto al tejido económico. Barcelona y Bolonia son la sede de dos superordenadores europeos, y por lo tanto este memorándum se dirige principalmente a la investigación en big data y digitalización. Con Lascio, por otra parte, hemos trabajado en temas de ciberseguridad". Bellizzi, al frente de la Delegación italiana, también ha propiciado escenarios de colaboración con la región de Campaña en ámbitos como la sostenibilidad y la blue economy. "Si hablamos de economía azul", remata Hauck, "lo que hace falta entender es que no es suficiente con aplicarla en la Costa Brava para hacer sostenible nuestra pesca, sino que tenemos que empezar a tratar las problemáticas mediterráneas como lo que son: asuntos comunes".

"Me pareció muy edificante cuando Angela Merkel se refirió a Alemania como país mediterráneo", añade Florensa. "Es una manera lo bastante clara de expresar que es toda Europa, quien se tiene que implicar en la política euromediterránea". Europa hacia allá, sin embargo, también se hace necesario prestar atención: "El liderazgo de Catalunya dentro del Mediterráneo, la posibilidad de que ocurra uno de los primeros hubes, pasará por reforzar su presencia en el Norte de África", sostiene Ahmed Benallal. "Aquí en el sur podemos trabajar en ámbitos como inmigración y seguridad desde un frente donde Catalunya es muy potente: la mediación. Hay conflictos como el de Libia donde la presencia catalana, por el potencial que tenemos como mediadores, sería clave". Que la inestabilidad el sur repercute sobre los países del norte es una diafanidad que, de vez en cuando, hay que volver a poner de manifiesto. "Hay muchas cosas, en positivo y en negativo, que dependen de lo que pase en el Mediterráneo", concluye al director del IEMed. "Tenemos que aprovechar las cosas en positivo, sin olvidar que somos una encrucijada central y estratégica de la economía mundial".

Con las Delegaciones hemos conseguido que el discurso de los catalanes esté presente