En verano, nos apetece remojarnos, ya sea en la playa, la piscina o en el río. Y es que, cuando hace calor, no hay nada mejor que un buen baño para refrescarnos y disfrutar del verano. Más allá del agua, en periodo estival, otro gran reclamo es tomar el sol. Ahora bien, hay que ser conscientes del riesgo que comporta exponernos al sol en exceso o sin la protección adecuada.

Uno de los principales peligros, además de los perjuicios para nuestra piel, es dañarnos los ojos. En este sentido, siempre es conveniente salvaguardar la salud de los ojos con unas gafas de sol de calidad. Eso, afortunadamente, es bastante conocido entre la ciudadanía. Lo que no es tan sabido es el daño que supone para los ojos el contacto directo con el agua. Es por eso que, este verano, hay que protegerlos cuando hacemos actividades de inmersión acuática como la natación, el submarinismo o el surf.

Las actividades de inmersión acuática pueden suponer un riesgo para nuestros ojos si no los protegemos

Pues bien, mantener los ojos en contacto con el agua del mar y las piscinas es una de las causas principales de las patologías oculares en verano. Así lo explica la doctora Mercè Guarro, responsable del Servei d'Oftalmologia de l'Hospital Universitari Sagrat Cor, uno de los centros médicos que forma parte de la red de Quirónsalud.

Mujer bañandose en la piscina/ Pexels

Cuando vamos a la playa o la piscina solemos hacer uso de cremas para la piel, sombreros, gorras y gafas de sol por la irradiación solar, pero a menudo nos olvidamos de proteger nuestros ojos dentro del agua. No hacerlo es un gran error, ya que nos arriesgamos a estropear nuestros ojos con el cloro, la sal y otros elementos que contiene el agua del mar o de las piscinas.

El contacto directo de los ojos con el agua nos puede causar varias patologías. De entrada, nos podemos sufrir una irritación ocular porque el cloro y otros productos químicos que contiene el agua de la piscina pueden perjudicar la película lagrimal que protege e hidrata el ojo, todo debilitándola y causando irritación y lagrimeo. Se trata, pues, del fenómeno conocido como el "ojo rojo".

Una persona salta al agua/ Pexels

Además, el contacto ocular con el agua también puede provocado conjuntivitis infecciosa. Y es que en el agua conviven diferentes gérmenes y bacterias que pueden ser causa de infección ocular, bacteriana o vírica. Otro mal que se tiene que tener en cuenta es la queratitis. Es decir, la inflamación de la córnea causada por algunas bacterias como la Pseudomona o el Acanthamoeba, presentes en el agua del mar.

El contacto directo de los ojos con el agua nos puede causar varias patologías

A todo este conjunto de patologías hay que sumar daños como la visión borrosa, las picaduras de animales marítimos o los traumatismos. Para acabar de remacharlo, una afección que no se puede menospreciar es la hiposfagma. Se trata de una enfermedad usual en aquellas personas que practican el submarinismo. Concretamente, es un derrame ocular causado por los cambios de presión. Hay que mencionar, sin embargo, que las consecuencias suelen ser leves.

Un hombre nadando en una piscina/ Pexels

Ciertamente, los ojos son una parte del cuerpo muy delicada y piden una apropiada higiene y cuidado. Es por eso que hay que mantener algunas precauciones durante la exposición acuática, como evitar abrir los ojos bajo el agua tanto en el mar como en la piscina. Además, conviene utilizar gafas de buceo homologadas que se adapten al contorno del ojo evitando la entrada de agua, que tengan filtros de protección ultravioleta (UV), sistema antifog para evitar el vaho, el sello CE y la referencia ISO. También es importante no utilizar lentes de contacto bajo el agua porque puede incrementar notablemente el riesgo de infección.

Los ojos son una parte del cuerpo muy delicada y piden una apropiada higiene y cuidado

Con todo, es muy recomendable ducharse antes y después de entrar en el agua. Puede servir para eliminar posibles restos de protectores solares y otros productos que puedan causar reacción con el cloro. Y ducharse después de bañarse al mar o la piscina sirve para eliminar los restos de cloro y sal. Finalmente, es crucial que, a la hora de secarnos, no nos frotemos los ojos excesivamente.