La vitamina D es un micronutriente esencial para la vida. Entre sus acciones figura la de regular el metabolismo del calcio y del fósforo, por lo que contribuye a la mineralización ósea. Por eso, un déficit en las etapas de desarrollo puede provocar raquitismo y osteomalacia. También, su carencia en la edad adulta puede favorecer la osteoporosis, debilidad muscular y fracturas.

En el sistema cardiovascular también tiene un papel fundamental. Las últimas investigaciones al respecto, realizadas en el Intermountain Medical Center de Murray, en Utah (EE.UU.), señalan que una mínima deficiencia en los niveles de vitamina D ya desencadena diferencias en la casuística de infartos, ictus, insuficiencia cardiaca o muerte; es decir, su carencia se relaciona de manera directa con eventos cardiovasculares y fallecimiento.

Vitamina D
Vitamina D

De la misma manera, se ha podido demostrar que actúa como mecanismo de defensa: tener niveles adecuados ayuda en procesos infecciosos, como la gripe, y a los fumadores, a ser menos propensos a sufrir enfermedades pulmonares crónicas. Por el contrario, quienes tienen deficiencia de vitamina D padecen infecciones repetidas de las vías respiratorias.

La vitamina D es un mecanismo de defensa para nuestro cuerpo

También las investigaciones sustentan que tener niveles apropiados de vitamina D contribuye a la cicatrización de las heridas y previene el desarrollo de algunos tipos de cáncer, como el de colon, de próstata y mama, el cáncer que más afecta a las mujeres.

Alimentos ricos en vitamina D

La vitamina D es una de las más difíciles de incorporar en la dieta, ya que hay pocos alimentos que la contengan de manera natural. Entre los que son fuente en este micronutriente están la grasa de los productos lácteos (queso, mantequilla, crema de leche), el pescado graso (como el atún, la caballa o el salmón) y las ostras. En consecuencia, muchos alimentos se enriquecen con D2 (ergocalciferol) y D3 (colecalciferol), como cereales para el desayuno, margarinas y alguna bebida vegetal, como la leche de soja.

Si se consumen de lácteos desnatados o semidesnatados para disminuir el aporte de energía, se reduce la ingesta de esta vitamina, y habría que considerar otra entrada, como alimentos suplementados o mantequillas enriquecidas y pescado, sobre todo azul, en una cantidad importante para conseguir los niveles adecuados.

Los requerimientos diarios son entre 400 y 600 UI de vitamina D, aunque las embarazadas necesitan hasta 500 UI y los niños prematuros, hasta 1.000 UI al día. Sin embargo, no hay que olvidar que esta vitamina se almacena en los tejidos grasos y precisa de la acción de los rayos del sol para incorporarse a la circulación sanguínea.