Abusar de las bebidas isotónicas no solo no te traerá beneficios, dentro y fuera del deporte, sino que será peligroso para tu salud.
Prestamos mucha atención a lo que comemos, pero no tanto a las bebidas que acompañan nuestro día a día. De hecho, muchas veces creemos que nos hacemos un favor incluyendo algunas en nuestra rutina, cuando en realidad nos estamos perjudicando. Y es que, como ya avisaba Aristóteles años atrás, en el punto medio está la virtud. Pero cuando se trata de refrescos, perdemos el norte.
Eso es precisamente lo que ha ocurrido con las bebidas isotónicas: creyendo que nos van a ayudar a rendir mejor (tanto dentro como fuera del ámbito deportivo), tendemos a excedernos con ellas. Algo que puede resultar muy peligroso para la salud. Si bien es cierto que un deportista puede verse beneficiado con ellas, en circunstancias normales no son necesarias.
Lo que ingerimos después de entrenar es muy importante
Como explican algunos especialistas, en las últimas décadas, la publicidad y las modas están haciendo que nuestros hábitos de alimentación cambien considerablemente. La industria lo sabe y por eso, entre otros tipos de productos, han proliferado las marcas de bebidas isotónicas como el milagro de la hidratación y la recuperación post entreno.
Los beneficios aportados por este tipo de bebidas no son para cualquier usuario y en cualquier circunstancia. Y mucho menos, puede ser utilizado como sustitutivo del agua mineral. Efectivamente, este tipo de bebidas isotónicas están creadas para reponer las cantidades de minerales necesarias después de realizar ejercicio intenso.
Consecuencias de abusar de las bebidas isotónicas
Un deportista aprovechará las bebidas isotónicas para recuperar las sales minerales perdidas durante el ejercicio. Pero, en circunstancias normales, su ingesta significa un aporte extra de minerales que el cuerpo no necesita. ¿La consecuencia? Se pueden desarrollar problemas renales y cardíacos por acumulación de líquidos.
Es decir, para generar la necesidad de reponer, primero hay que generar un déficit. De lo contrario, un aporte extra de minerales como el sodio y el potasio, no sólo no sería necesario. Incluso podría llegar a ser perjudicial para nuestra salud.
Lo indicado es incluirlas en momentos puntuales de alta intensidad en los que necesitemos reponer y no nos sea posible a través del agua y la alimentación. Sin duda alguna, siempre lo mejor será el agua mineral y fruta después de ejercicio intenso.
Por otro lado, estas bebidas aportan grandes cantidades de azúcares que, si no van acompañados de una actividad física vigorosa, acaban derivando en enfermedades metabólicas, obesidad y diabetes. Por no hablar de que los dientes se convierten en la primera víctima de su consumo. Y es que el esmalte se debilita, volviéndose vulnerable a las bacterias.