Tal día como hoy del año 1859, hace 186 años, en Solferino (entonces reino Lombardo-Véneto, un estado satélite del Imperio austro-húngaro, y actualmente provincia italiana de Mantua), y en el marco de la Segunda Guerra de Unificación italiana (1859-1861), se libraba la Batalla de Solferino. En aquella batalla se enfrentaron, por un lado, los ejércitos del reino de Piamonte-Cerdeña (el motor de la unificación italiana) y del II Imperio francés, que sumaban unos 120.000 efectivos y, por otro, las tropas del Imperio austro-húngaro, que reunían unos 100.000 efectivos.

Inicialmente, aquella batalla no fue especialmente mortífera. En el bando franco-piamontés se produjeron unos 2.500 muertos y en el frente austríaco se contabilizaron unos 3.000. Sin embargo, fue especialmente dramática, ya que la larga duración de los combates —toda la jornada— impediría a los contendientes recuperar a sus heridos caídos, que morirían, según las crónicas, "tras grandes sufrimientos". A la finalización de la batalla habrían muerto, agonizando sobre el campo de batalla, la práctica totalidad de los 12.500 heridos del bando franco-piamontés y de los 14.000 del frente austríaco.

Aquel escenario dantesco inspiraría a Henry Dunant, un empresario, escritor y activista por la paz suizo, que llegó al lugar del enfrentamiento por la tarde, cuando el campo de batalla estaba sembrado de heridos que agonizaban. Dunant explicaría en su libro Un recuerdo de Solferino que quedó tan impresionado que, en ese mismo momento, decidió auxiliar a los heridos con sus propias manos. Pocas semanas después, crearía la asociación "Tutti fratelli" (Todos hermanos) que sería el embrión de la Cruz Roja internacional, fundada —por él mismo— cuatro años después (1863).