Las excavaciones arqueológicas vinculadas a las obras de reurbanización de la Rambla han destapado un tramo de 44,88 metros con una anchura de 2,90 metros de la muralla del siglo XIV. La actuación, que empezó a mediados de julio, se lleva a cabo en el sector de Santa Mònica y ha permitido identificar en el exterior de la muralla acumulaciones de tierra, piedras y cerámica que habrían acarreado las antiguas riadas que sufrió Barcelona. Según Irene Cruz, la arqueóloga que dirige la excavación, la estructura servía como muro para "contener los materiales que bajaban a consecuencia de las lluvias". En este sentido, también se ha podido detectar el uso de un encintado con mortero de cal, un material para sellar las juntas entre los sillares de la muralla que los arqueólogos vinculan a la intención de reforzar el muro ante las riadas. Con este hallazgo, el trabajo no solo confirma el funcionamiento de esta estructura como sistema de defensa vinculado a un foso, sino que también permite descubrir el efecto de retención que tenía la estructura.

Con respecto al lado interior de la muralla, donde habría habido el camino de ronda, se han puesto al descubierto varios elementos que exponen la vida cotidiana de la Barcelona medieval y moderna. Constan monedas y cerámicas, pero el hallazgo más curioso son los restos de un asno rodeados de un gran número de agujas de bronce que podrían pertenecer a las herraduras del animal. El equipo de arqueología cree que la disposición del asno indicaría que aquella zona de la muralla habría podido servir de basurero o zona de vertidos.

Excavación arqueológica de la Rambla en el sector de Santa Mónica / Foto: Montse Giralt

El trabajo actual se centra en un tramo de casi 50 metros / Foto: Montse Giralt

Restos de un asno descubiertos en la excavación / Foto: Montse Giralt

Piezas de artesanos descubiertas en la excavación / Foto: Montse Giralt

Además, ha aparecido la base de la torre de forma pentagonal que habría servido para vigilar y proteger la ciudad. Cruz afirma que aunque esta estructura se construyó originalmente para la vigilancia y protección de la ciudad, esta función fue perdiendo fuerza a medida que Barcelona fue creciendo por la zona del Raval. Aunque esta primera muralla medieval se finalizó hasta mar, el fenómeno de expansión de la ciudad obligó enseguida a hacer una segunda, la muralla del Raval, que rodeaba las nuevas construcciones dejando el original como un "muro divisorio de la ciudad que a la vez servía como forma de contención de las riadas". También se han conservado todas las fases de pavimentación que ha habido desde su origen. Según los arqueólogos, las muestras indican que aproximadamente cada cinco años se repavimentaba el calzado.

A lo largo de la Rambla ya se habían documentado otros restos de la estructura como la zona de la plaza del Teatre, donde se puso al descubierto un tramo de unos 15 metros y una torre además de varios portales y cimientos. Irene Cruz, sin embargo, califica los trabajos actuales de "excepcionales", no por el hecho en sí de encontrar la muralla, que eso ya se lo esperaban, sino por la buena conservación de la estructura, que a diferencia de otras intervenciones no ha sido afectada por ninguna construcción moderna.

Este trozo de recorrido se prevé que esté cubierto para el inicio de las fiestas de la Mercè y en los dos próximos meses se abrirá un segundo tramo de unos 50 metros más para completar la documentación. Los dos trabajos sumarán cerca de 100 metros de muralla medieval en el epicentro de la Rambla, un hallazgo que permite conocer un poco más la historia de Barcelona y su memoria.