La gobernanza del turismo en la ciudad de Barcelona es una cuestión que interpela al gobierno municipal y al resto de administraciones públicas, pero también al sector privado, en especial aquel que hace negocio con el turismo. En este marco y con datos sobre la mesa como el hecho de que la capital de Catalunya recibe anualmente 15,5 millones de turistas, genera 160.000 puestos de trabajos directos y más de 200.000 indirectos y supone un 14% del producto interior bruto (PIB) de la ciudad, este martes por la mañana el cuarto teniente de alcaldía del Ayuntamiento de Barcelona, y responsable del área de Turismo, Jordi Valls, y el presidente del Gremi d'Hotels de Barcelona y del comité ejecutivo de Turisme de Barcelona, Jordi Clos, han intercambiado ideas sobre cómo gestionar el turismo, con punto de encuentro pero también desacuerdos, como el de la suspensión de pisos turísticos.
Valls y Clos han protagonizado el coloquio ‘Barcelona i el turisme’, incluido en el ciclo Fer Metròpoli, Barcelona 2030, un acto presentado por Felipe Campos, consejero delegado de Aigües de Barcelona y clausurado por Mar Alarcón, vicepresidenta de Foment del Treball. Durante una hora larga, el representante del Ayuntamiento y el presidente de los hoteleros barceloneses han podido poner sobre la mesa sus visiones sobre turismo coincidiendo, de entrada, en la necesidad de gobernar el turismo en un estadio diferente al de hace unas décadas, cuando “toda la política turística se concentraba en la promoción de la ciudad”, según ha expuesto Valls.
Ahora bien, si ha habido un punto en desacuerdo claro, ha sido en la propuesta de suspensión de las licencias de pisos turísticos anunciada por el alcalde, Jaume Collboni, para el año 2028 que implicaría devolver unas 10.000 viviendas al mercado residencial. En este sentido, Clos ha recordado que la existencia de los pisos turísticos apareció “de manera casi descontrolada”, con gente que quiso rentabilizar sus pisos, pero que “generó un problema”, centrándose, eso sí, en el “crecimiento de pisos turísticos individuales dentro de edificios de privados, que generaban conflictos de convivencia”, pero ha apuntado que hay un segundo modelo que es el de los “edificios donde todas las viviendas son pisos turísticos, que ya no generan ningún conflicto”, y por eso ha reclamado una amnistía para este tipo de negocio, porque “hay una cierta necesidad de vacantes para un tipo de actividades y eventos y la disponibilidad de estos espacios es necesaria”, a diferencia de los pisos individuales.

El propio Clos ha defendido la suspensión de las licencias para los pisos de uso turístico situados en edificios de vecinos, “porque son viviendas”, pero ha reclamado medidas de gracia para el resto, una posibilidad que Valls ha descartado completamente con una negativa clara a la pregunta, efectuada por la moderadora, Glòria Martín, sobre si se preveía esta diferenciación: “No”. Ahora bien, Valls ha recordado que antes de que se llegue al momento de tomar una decisión definitiva sobre las licencias en 2028, cuando estas caducan, “en 2027 hay elecciones y la fragmentación política será más alta que ahora y se tendrán que alcanzar acuerdos”. Dicho de otro modo, hoy el Ayuntamiento no prevé ninguna amnistía para determinados pisos turísticos, pero hay que recordar que esta medida depende de que Collboni siga siendo alcalde y según el gobierno que surja de las elecciones de 2027 se podrían dar otros escenarios.
Saturación de zonas emblemáticas
En cuanto al resto de inputs tratados en el coloquio, Clos y Valls han coincidido en la necesidad de “descentralizar” el turismo para evitar la saturación. Clos ha apuntado que en este marco, “es importante gestionar para poder redistribuir el turismo de forma razonable, escoger el turismo que queremos”, a la vez que Valls ha reclamado la “colaboración público-privada”, incidiendo en que la “promoción vinculada a la imagen de la ciudad no puede estar solo en manos privadas”, y por eso ha defendido “las políticas públicas de regulación, como el PEUAT y la fiscalidad turística”.

De hecho, la tasa turística ha sido otro de los temas puestos sobre la mesa durante el debate. En este sentido, y con el horizonte de que en 2029 este impuesto pueda alcanzar los 15 euros por persona y noche en los hoteles de más categoría, Clos ha apuntado que “la tasa tiene un techo y estamos llegando a él”, y ha apuntado como hecho negativo que este impuesto “no se aplica al resto de las ciudades importantes de España”, lo cual podría generar un perjuicio a Barcelona: “Nos situamos en situación de debilidad, sobre todo en eventos internacionales”, porque “perdemos competitividad” si se compite con Madrid y su “tasa cero”. De hecho, una opción sería una tasa diferenciada para el turismo de negocios y congresos, pero Valls ha apuntado que lo importante es “que los impuestos se gestionen bien” y ha defendido la política municipal de subir la tasa turística y no subir impuestos a los ciudadanos.