La Associació de Guies de Turisme habilitats per la Generalitat de Catalunya per un turisme responsable i de qualitat (Aguicat), con medio millar de asociados, es un actor representativo del sector e interlocutor a tener en cuenta a la hora de afrontar la gestión del turismo en Barcelona, una importante fuente de ingresos y al mismo tiempo un quebradero de cabeza para una ciudad que difícilmente puede asumir ya más de los 15 millones de turistas anuales. Desde 2024, Anna Carrasco es su presidenta, y con ella conversamos sobre los retos y dificultades que se encuentran los guías turísticos para desarrollar su trabajo y, al mismo tiempo, de qué manera pueden colaborar a hacer más sostenible la convivencia entre ciudadanos y turistas.
En este sentido, Carrasco expresa que entre los guías existe la sensación de que "el Ayuntamiento quiere el dinero del turismo, pero no el turista", y reclama al mismo consistorio que haya un interlocutor válido desde una "concejalía de turismo", actualmente incluida en las tareas de la cuarta tenencia de alcaldía bajo el mando de Jordi Valls. En esta entrevista con la presidenta de los guías habilitados también aparecen otros temas, como las dificultades en la movilidad turística, el grado de cumplimiento de los acuerdos con el Ayuntamiento, la experiencia de la covid, la "competencia desleal" de los free tours e incluso anécdotas, como algunas "disparates" de guías que no se ajustan a la realidad.

Primero de todo, ¿puede definir a grandes rasgos cuáles son los objetivos básicos de la Aguicat?
Los guías que estamos asociados en la Aguicat queremos que la profesión tenga peso, esté reconocida, y queremos ser un agente activo con el turismo de calidad en la ciudad, porque hoy, en 2025, somos guías, y nos gustaría ser guías dentro de 10 años, 15 y 20 años. Por lo tanto, creemos que el turismo tiene que ser sostenible, de calidad y responsable, porque si no nos arriesgamos a quemar la mecha muy rápido.
En Barcelona todavía debe tener más razón de ser dada la situación de masificación turística, ¿verdad?
Sí, hay mucho turismo y hay mucha masificación turística. Barcelona ya es una ciudad por si muy densa de población, y si añades turismo, es mucho más densa, y si además este turismo está muy enfocado en zonas muy específicas, hay una presión y una masificación turística importante. Hay sitios que ya empiezan a no poder asumir físicamente todas las personas que van. Y empieza a ser un problema de molestia hacia los vecinos y también para los guías, empieza a ser complicado ejercer nuestra profesión, nuestro trabajo, porque tenemos que gestionar muchas cosas más allá de la visita al monumento y de la compra de la entrada.
Barcelona ya es una ciudad por si muy densa de población, y si añades turismo, es mucho más densa, y si además este turismo está muy enfocado en zonas muy específicas, hay una presión y una masificación turística importante"
¿Qué es concretamente un guía habilitado, o en que se diferencia de un guía no habilitado?
Un guía habilitado es un guía que ha hecho un examen o ha demostrado unos conocimientos sobre Catalunya, sobre la historia de Catalunya, la cultura catalana, la historia del arte en Catalunya, el estado de la lengua catalana, las denominaciones de origen de vino en Catalunya, los parques naturales, biografías de Dalí, Picasso, Miró, el modernismo en Catalunya, o sea, unos conocimientos bastante amplios, y que ha demostrado tener aptitudes para transmitir estos conocimientos, para interpretar el patrimonio a personas de fuera y también un dominio de unos idiomas específicos. Es una persona que ha demostrado todo eso. Y la Generalitat emite un carnet, una licencia de guía que significa que la Generalitat dice que esta persona es válida por interpretar el patrimonio de Catalunya. Es también el enlace entre el turista que viene y el lugar. Porque, aparte de conocer el lugar y hablar idiomas, conocemos bien a nuestro cliente. Por lo tanto, somos el vínculo entre el lugar y el turista.

¿Entiendo que eso implica que en Barcelona también ejercen guías no habilitados?
Sí, tenemos muchos guías. Tenemos una problemática importante que son los que se denominan free tours. La traducción es 'tour gratuito', pero no es exactamente gratuito, es un tour donde pagas taquilla inversa, pagas al final aquello que crees que vale el tour. Esto trae mucha gente, mucho ruido, masifica muchísimo. Realmente para el Gòtic muchos grupos son de este tipo de tour y lo que hace también es despersonalizar mucho la ciudad, la convierte mucho en un parque temático y también hay lo que recaudan los guías, que no va a ningún sitio. Nosotros pagamos una tarifa, una factura, yo pago unos impuestos, indirectamente también colaboro al país pagando impuestos. Los guías free no.
Le haré la pregunta más clara: ¿Es competencia desleal lo que hacen los free tours?
Sí, es competencia desleal, porque es a coste cero. Se posicionan a coste cero. En precio nosotros evidentemente no podemos competir Lo que pasa es que sí que podemos competir con calidad en el servicio. De hecho, es competencia, pero quizás menos de lo que nos podemos pensar, porque mucha gente que se va a un free tour probablemente nunca cogería un guía, probablemente porque tampoco le interesa tanto el lugar. Si tú estás dispuesto a pagar cero para que te expliquen el sitio, pues probablemente es que tampoco te interesa tanto. Los tours de los free tours acostumbran a ser cortos, hora, hora y media. Los tours de guía profesional acostumbran a ser mínimo, dos horas. Nuestra duración estándar son cuatro. Por lo tanto, hay una profundidad y un recorrido que un free tour no hará nunca. O sea, nosotros posicionamos por calidad del producto.
Además, con el componente ese que dicen que es gratuito pero en realidad no lo es.
Exacto, e incluso van con datáfono. De hecho, las empresas que hacen tours gratuitos son empresas de marketing que lo que hacen es promocionar a guías. Al final del free tour siempre se hacen una selfie todos, y es porque el guía pagará un importe por cada turista que ha ido a su tour. Paga unos tres euros por persona y el resto se lo queda. Claro, eso no se declara. De entrada la casa madre está en Luxemburgo o en Israel o vete a saber donde. Y el guía que lo está haciendo, pues tampoco paga impuestos. Es un agujero negro a nivel fiscal. Hay que decir que con los guías que lo hacen no tenemos ningún problema, porque muchos son muy buenos guías. Hemos oído algunos disbarates, pero hay buenos guías que, por lo que sea, han ido a parar a este tipo de mercado.
Barcelona, como todo el mundo, sufrió un gran paro el año 2020 por la covid-19, pero ahora ya hemos superado con creces las cifras de 2019. ¿Hemos mejorado o hemos empeorado en cuanto a la gestión del turismo?
La sensación que tenemos en el colectivo es que no hemos aprendido. No hemos aprendido y hemos vuelto peor. La sensación es que hemos retrocedido en cuanto a gestión de la ciudad, a gestión de la destinación turística. Hemos vuelto un poco a la Barcelona de los 90, que todavía deseaba hacerse un lugar en el mundo. Esta fase creo que ya la deberíamos superar, la ciudad ya es un destino turístico maduro y nos podríamos empezar a permitir decidir qué tipo de turismo queremos, como queremos que sean nuestros visitantes.

En todo caso, el año 2022 llegasteis a un acuerdo con el Ayuntamiento de Barcelona para regular mejor el turismo en algunos aspectos como lo que hablábamos de los free tours, la limitación de grupos turísticos, la erradicación de los megáfonos... ¿Se están cumpliendo todos estos acuerdos?
Sí, en Ciutat Vella sí que hay una mejora: los grupos son de como máximo 20 personas, la mayoría de grupos llevan whispers, que son este sistema de emisor-receptor, por lo tanto, el guía no tiene que ir gritando, y hay un número de grupos específico para cada zona de la Ciutat Vella y hay Agents Cívics que velan para que respeten el número de grupo de cada lugar. Hay pocos, pero yo he visto actuar a algunos, es decir, están y se hace el trabajo. Y en Ciutat Vella se fluye mejor, lo que pasa es que el problema se ha desplazado al paseo de Gràcia y al Eixample. La zona más masificada, con grupos más grandes y guías con megáfono, ahora es el paseo de Gràcia.
En Ciutat Vella se fluye mejor, lo que pasa es que el problema se ha desplazado al paseo de Gràcia"
¿La regulación de espacios como Sant Felip Neri, ha funcionado?
De aquella manera. Sí, porque los grupos son más pequeños, lo que pasa que en algún momento sí que hay demasiados grupos. Yo en Sant Felip Neri es donde he visto Agents Cívics actuando, coger el grupo que llega y hacerles esperar hasta que se marche alguien. Y los guías oficiales en horario escolar ya no nos acercamos a Sant Felip Neri. Respetamos la escuela, respetamos a los niños, es su hora del patio.
¿Los grandes atractivos de Barcelona siguen siendo la Sagrada Familia, el Park Güell y la obra de Gaudí en general?
Sí, Gaudí y Barcelona ya son un binomio, que están fusionados, y lo que nos estamos encontrando es que se basa todo mucho en el binomio Park Güell y Sagrada Família, un binomio ahora mismo que todos hacemos, es una visita guiada de cuatro horas que se vende mucho y son dos atracciones turísticas que ahora mismo es donde está la presión turística. En la Sagrada Familia y sobre todo a la zona del Park Güell, porque la Sagrada Familia, diríamos que está más preparada, el Park Güell no tanto y es donde tenemos ahora mismo el punto caliente.
Y la gestión que hace el Ayuntamiento de Barcelona a partir de la definición de espacios de gran afluencia o EGA, que comprende precisamente estos espacios y otros como el mercado de la Boqueria, ¿eso está funcionando? ¿Está dando resultados?
El EGA a nivel técnico tiene buenas intenciones y está bien porque se están ocupando, se han puesto a ello. Lo que pasa es que quizás hay una falta de valentía y de voluntad política de resolver los entornos de gran afluencia. Nos hemos reunido con técnicos del Eixample y con el Park Güell, y desde Aguicat lo que vemos es que, por una parte, hay mucha voluntad, pero por otra falta la contundencia política. Finalmente quien tiene que tomar la decisión la tiene que tomar, a de decir pues a partir de ahora lo hacemos de esta manera o de esta otra.
Medidas que se han implementado como subir la entrada del Park Güell de 10 a 18 euros, y venderlas solo en línea, o subir la fiscalidad turística con el aumento del recargo. ¿Sirven para algo?
No han sido disuasivas. El Park Güell nos afecta muchísimo, la mayoría de nosotros vamos mínimo dos veces por semana y no ha sido disuasivo porque es un monumento que gente de todo el mundo quiere ir. Que cueste diez euros o cueste dieciocho no comporta una disminución de ventas. Lo que ha hecho es que quien gestiona el parque se embolse mucho dinero. Subir la tasa turística, por las cifras que sabemos, se recauda más, pero no es disuasivo.

Hablamos de la movilidad, porque hay que llevar a los turistas a los sitios, y eso genera muchos problemas para los ciudadanos, sobre todo por la masificación de algunos buses regulares, pero también hay problemas con los autocares. ¿Cómo está toda esta situación?
Los grupos grandes, de más de veinte personas, a menudo tienen un autocar para ellos para desplazarse por Barcelona, y los grupos más privados que son tres o cuatro personas, o bien nos desplazamos en taxi, o en minivans, vehículos más pequeños. El gran problema lo tenemos con los autocares, para poder lo que nosotros decimos desencochar y encochar cerca de los monumentos. Hay una problemática que es que hay más necesidad de lo que realmente se está solucionando. Se está creando una Zona Bus 4.0 y se tendrá que pagar por circular por Barcelona. Para los guías, todo lo que sean regulaciones, bienvenidas sean, porque así puedes gestionar reservas, puedes saber qué número de personas viene, y si tú sabes que tienen que venir 500 y tienes lugar para 450, sabes que habrá 50 que les tendrás que decir que no. ¿Qué se tiene que pagar por circular por Barcelona? Pagamos por circular por Barcelona. ¿Qué se tiene que pagar para estacionar cerca de Sagrada Familia? Pagamos para estacionar cerca de Sagrada Familia. ¿Pero qué pasa? Que la Sagrada Familia mueve un volumen de turistas que los espacios que hay para que los buses dejen y recojan no son suficientes. Eso crea un estrés al guía. Además, nos han comentado que quieren que la reserva vaya vinculada a un autocar con una matrícula y a una hora específica, una franja horaria. Claro, a veces tú sales del Park Güell con 20 personas y solamente con que haya dos que quieran ir al lavabo, ya son 10 minutos. Es decir, a veces hay cosas que nosotros no controlamos e ir con los timings tan clavados es muy difícil. Y si has dado la matrícula de un autocar y se estropea y te lo cambian, ¿qué pasa con la reserva? Es decir, hay muchas casuísticas que no se tienen en cuenta. No tenemos del todo claro cómo irá. Con respecto al transporte público, nos encontramos con una gran paradoja. Una de nuestras grandes luchas ha sido sacar a los turistas del transporte público. Sacar a los turistas del 24 que va al Park Güell, sacar a los turistas del V17, sacar a los turistas del transporte público y que cojan, como mucho, el Metro, que tiene más capacidad. O si no, que alquilen bicicletas o que vayan a pie, o que lo hagan diferente, pero sacar a los turistas del transporte público. Y paradójicamente ahora se nos ha dicho cosas como, por ejemplo, si no tenéis lugar que el autocar os deje en Can Dragó y cogeis el metro. Si empezamos los guías a ir con grupos de veinte en el Metro, quizás no es una solución. O también nos dijeron, con los grupos pequeños de tres o cuatro personas, para venir al Park, subís con el 24. Y piensas, si en una hora te pueden pasar cincuenta guías, ¿tienes suficientes 24? ¡Porque los llenamos! Es un poco paradójico porque nosotros hemos hecho el esfuerzo de sacar a los turistas del transporte público, y ahora la sensación es que en nombre de la sostenibilidad los quieren volver a poner.
Muchos barceloneses a menudo tenemos la sensación que vivimos en un parque temático. ¿Cómo se soluciona esta situación?
Los guías también somos barceloneses, también nos pasa en nuestro barrio, yo vivo en Ciutat Vella y nos encontramos eso. Tenemos que empezar a saber, aceptar qué número real de turismo puede absorber la ciudad y velar para que aquel sea el número de turistas que la ciudad absorba. Si pueden ser cinco millones son cinco millones, si son veinticinco, son veinticinco, pero hay que adaptar la oferta turística a lo que realmente la ciudad puede gestionar de manera cómoda.
¿Qué propuesta haría al gobierno municipal para mejorar la gestión del turismo?
Primero, por favor, una concejalía de turismo, no tenemos concejalía de turismo, y vamos hablando con diferentes personas de diferentes lugares y que todo el mundo muy bien, pero no hay un punto central, no hay concejalía de turismo. Una ciudad como Barcelona, que, si no me equivoco, es el cuarto destino turístico en Europa. Por favor, una concejalía de turismo. Y para mí la palabra es gestión, gestión de tener información, saber cuántos autobuses realmente utilizan la zona de Sagrada Familia, cuántos autobuses tienen que ir al Park Güell, como se está distribuyendo la gente por Ciutat Vella, para realmente gestionar todo este volumen de personas. Una voluntad política de gestión real. Porque a veces tenemos la sensación de que el Ayuntamiento dice: queremos el turismo, queremos los números, que quedan muy bien, millones y millones de turistas, queremos el dinero, pero el turista no. Pues va en pack, el dinero y el turista va en pack, por lo tanto, quizás empezar a alinear todo eso.
El turismo supone en Barcelona aproximadamente un 14% del PIB y los ingresos del Ayuntamiento por tasa y recargo municipal ya es el segundo ingreso municipal.
Evidentemente, aceptar menos dinero es difícil, pero claro, eso puede llevar a que puedes quemar el destino. ¿Qué ha pasado con Venecia? Venecia es un destino turístico que está quemadísimo. Si queremos ser sostenibles a largo plazo, no solo este verano, depende de aceptar qué número de turistas se puede asumir y a partir de allí, quizás no hace falta promocionar más la ciudad, quizás no hay que atraer a más gente, nos podemos orientar a qué tipo de gente queremos atraer. Quizás podemos recaudar igual bajando el número de turistas y ofreciendo otro tipo de experiencia y también que la ciudad esté más esponjada, o poner mucho acento hacia la cultura. Mucha gente viene a Barcelona por la playa o por el Barça y se sorprende de la cultura, la arquitectura y la gastronomía.
¿Como guía, cuál es el lugar al que le gusta más llevar a los turistas?
Dos lugares: la Fundació Miró, me gusta mucho por la ubicación, es muy tranquilo, me gusta mucho Miró y encuentro que el lugar es mágico. Y también otro sitio que triunfa muchísimo, donde todo el mundo queda muy agradablemente sorprendido, es el recinto modernista de Sant Pau.

Para acabar, explíquenos algún disparate que haya oído decir a otros guías.
Un par de anécdotas. En la Sagrada Familia, una vez había un guía allí en unas bicicletas que evidentemente no estaba habilitado, no podía entrar, y lo explicaba desde fuera y decía que estaba como está porque lo estaban reconstruyendo porque fue bombardeada durante la Segunda Guerra Mundial. Que después del bombardeo lo estaban reconstruyendo. Y la otra fue en mi barrio, en Santa Maria del Pi, una guía diciendo que en el pórtico no hay esculturas, hay los agujeros pero no están las esculturas, porque cuando estaban construyendo la iglesia se quedaron sin dinero y como los catalanes son muy tacaños, no pagaron por las esculturas.
¡Ah! ¿Y por qué no hay esculturas?
Se sacaron porque ya hace muchos años robaron una. Las sacaron y están en el museo, dentro, que es un museo fantástico.
Entrevista entera: