Si alguien quiere resolver un problema grave que padece, del tipo que sea, lo más lógico –y quiero pensar que habitual– es acudir a las personas que saben. Si me rompo un brazo, voy al traumatólogo. El Gobierno ha tardado siete años en entenderlo con uno de los principales problemas que padece nuestra sociedad, el acceso a la vivienda, y otros gobiernos aún no lo entienden e intentan resolver una enfermedad grave con calmantes, que solo alivian el dolor un rato y no van al origen de la enfermedad.

La ministra española de Vivienda, Isabel Rodríguez, presentó la semana pasada buena parte de lo que será el nuevo Plan Estatal de Vivienda 2026-2030, que el Consejo de Ministros prevé aprobar antes de final de año. A la presentación asistieron representantes del sector inmobiliario y de la construcción, porque, esta vez sí, el Gobierno los ha escuchado e incorporado medidas que reclaman desde hace tiempo.

El sector lleva años señalando que el principal problema de acceso a la vivienda es la falta de oferta, y el segundo, algunas regulaciones intervencionistas, como por ejemplo la obligación de dedicar un 30% de los pisos que se construyen o rehabilitan a protección oficial. A pesar de este diagnóstico, avalado por los datos de visados para la construcción, que después del estallido de la burbuja inmobiliaria y financiera, en 2008, se congelaron, y los estudios que cifran la falta de vivienda y las largas colas para conseguir un piso de alquiler, los gobiernos han mirado hacia otro lado.

Dos cifras recientes que hablan por sí solas: España acumula un déficit de 765.000 viviendas solo en los últimos cuatro años, que en Catalunya es de 125.000, y que seguirá creciendo porque el ritmo de incremento de la demanda –nuevas familias, jóvenes que se emancipan, etc.– es más alto que el de la oferta. Cada anuncio de alquiler que sale en Barcelona recibe 95 contactos de media, y hay algunos municipios del área metropolitana donde la cifra ya está por encima de 100.

El Gobierno ha tardado siete años en entender que si quiere resolver uno de los grandes problemas de nuestra sociedad, el acceso a la vivienda, necesita al sector privado

Hasta hace poco, la mayoría de medidas no eran efectivas. El tope a los alquileres en las zonas tensionadas ha frenado las subidas y, de hecho, el precio está bajando. Por eso, sus promotores y defensores se felicitan porque ha funcionado, pero no es así, porque ha restringido la oferta hasta el punto de que, como decíamos, un centenar de familias tengan que pelearse por cada alquiler. Insostenible. De hecho, el sector denuncia que ya no saca pisos en alquiler porque sabe que en una hora estarán saturados de llamadas, y acaban asignando el piso a gente cercana, que quizá no es quien más lo necesita.

Las medidas anunciadas hace unos meses por Salvador Illa ya suponían un cambio, porque a pesar de defender la intervención del mercado, con medidas como los comentados topes al alquiler, ataca el principal problema, que es la falta de oferta. La cifra, sin embargo, 50.000 viviendas hasta 2030, parece insuficiente dado que las necesidades acumuladas ya casi triplican esa cifra y que crecerán año a año.

El Plan Estatal está bien enfocado, según admiten desde el sector, porque pone énfasis en el incremento del parque de viviendas: dos de sus cinco grandes objetivos son producir más pisos protegidos y rehabilitar el parque existente. El resto va a facilitar el acceso de los jóvenes y las familias, y también actuaciones en las zonas tensionadas, pero con el foco también en incrementar la oferta. El 40% de los 7.000 millones que se destinarán en total al plan irán a construir viviendas de protección, es decir, 2.800 millones, mientras que el 30% irá a rehabilitar, con el objetivo, entre otros, de que pisos vacíos rehabilitados vayan a alquiler asequible.

La dirección es la correcta, la inversión, muy mejorable, y el momento, tarde. Pero cada día que pase es un día perdido, y cuanto antes empecemos, dado que hacer pisos no es precisamente rápido, antes nos acercaremos a la solución del problema. Hace falta también rapidez en la ejecución, minimizar la burocracia y acortar trámites, y consistencia en las políticas, que el Gobierno las aplique con convicción, con los recursos que hagan falta, y que no se interrumpan con cada cambio de gobierno o de ministro.

Hace falta rapidez en la ejecución de los planes de vivienda, minimizar la burocracia, acortar trámites y consistencia en las políticas

El problema es grave, y cada día conocemos una nueva estadística que lo corrobora. No podemos actuar con dudas o dar un paso adelante y dos atrás. El sector lo tiene claro, y quiere aportar su conocimiento y experiencia. Por eso, en ON ECONOMIA lo trataremos esta semana en un nuevo FOCUS ON, con protagonistas del mundo inmobiliario, de la construcción y también del Gobierno. Porque la falta de vivienda es un problema grave al que hay que buscar soluciones.