En un movimiento estratégico para reforzar su seguridad energética y acelerar la transición hacia fuentes limpias, el Reino Unido y Estados Unidos han anunciado la firma inminente de un acuerdo histórico para impulsar conjuntamente el desarrollo de energía nuclear. El pacto, bautizado como "Alianza Atlántica para la Energía Nuclear Avanzada", se rubricará durante la visita de Estado de dos días que el presidente estadounidense, Donald Trump, iniciará mañana martes en la capital británica.
Según un comunicado oficial del gobierno británico, el objetivo central del acuerdo es agilizar drásticamente la construcción de nuevas plantas nucleares en ambos países. El mecanismo clave será la armonización de los procesos regulatorios y de licenciamiento, que actualmente pueden extenderse entre tres y cuatro años. La alianza pretende reducirlos a aproximadamente dos años, eliminando trámites burocráticos y fomentando la colaboración entre sus agencias de seguridad nuclear.
El primer ministro británico, Keir Starmer, enmarca el acuerdo no solo como un proyecto energético, sino como una potente palanca económica y un símbolo de la fortaleza de la alianza angloamericana. "Esta histórica colaboración nuclear entre el Reino Unido y Estados Unidos no se trata solo de abastecer nuestros hogares, sino también de impulsar nuestra economía, nuestras comunidades y nuestra ambición", ha declarado Starmer.
"Estos importantes compromisos nos encaminan hacia una era dorada de la energía nuclear que reducirá las facturas domésticas a largo plazo, a la vez que generará miles de buenos empleos a corto plazo", añadió el líder laborista, quien ha convertido la creación de una empresa pública de energía (GB Energy) en uno de los pilares de su programa. Esta alianza no surge en el vacío.
Para el Reino Unido, representa un paso crucial en su objetivo de triplicar su capacidad nuclear para 2050, una meta esencial para alcanzar la neutralidad de carbono y reducir su dependencia de los volátiles mercados de combustibles fósiles. El país busca replicar el éxito de proyectos como Hinkley Point C, actualmente en construcción, y Sizewell C, recientemente aprobado.
Para Estados Unidos, el acuerdo abre la puerta a la internacionalización de sus tecnologías de reactores modulares avanzados (SMR, por sus siglas en inglés), un sector en el que empresas como Westinghouse y NuScale son líderes globales. La administración Trump ve en la exportación de esta tecnología nuclear no solo una oportunidad comercial, sino una herramienta de influencia geopolítica para contrarrestar a potencias como Rusia y China, que dominan actualmente el mercado global de construcción de reactores.
Aunque el acuerdo es ampliamente bien recibido por la industria, algunos analistas energéticos advierten que los desafíos de la energía nuclear van más allá de la burocracia. "Acelerar las licencias es positivo, pero el cuello de botella real suele ser la financiación multimillonaria y la complejidad de la ingeniería a gran escala", señala Eleanor Vance, analista del Instituto de Estudios Energéticos. "El verdadero éxito se medirá en si los proyectos se concretan a tiempo y dentro del presupuesto prometido", mantiene la experta. Con la firma de esta alianza, Londres y Washington envían un mensaje contundente: la energía nuclear es un pilar fundamental e indiscutible en su estrategia para garantizar un futuro energético estable, limpio y soberano.