Nadie tiene del todo claro por qué los mayas –la civilización técnicamente más avanzada de entre las precolombinas- entro en declive en torno a los siglos VIII y IX y abandonó sus principales ciudades, pero ahora, un grupo de científicos de la Universidad Católica de Australia ha encontrado un indicio que podría resolver ese misterio: los restos de todas las ciudades de esta cultura mesoamericana que han estudiado presentan altos niveles de contaminación por mercurio

Tikal

¿Cómo afecta el mercurio a los humanos?

El mercurio es tóxico para los sistemas nervioso e inmunitario, el aparato digestivo, la piel, los pulmones, el sistema renal y los ojos, pudiendo generar pérdidas de visión. Si la exposición a este metal líquido es continuada, pueden producirse trastornos neurológicos y del comportamiento, pérdidas de memoria, cefalea y disfunciones motoras. Los fetos, además, son muy vulnerables al mercurio.

¿Qué hacían los mayas con el mercurio y cómo pudo afectarles?

Los mayas utilizaban mercurio de manera habitual para elaborar pinturas y, se supone, este uso intensivo hizo que se filtrase primero a los suelos y llegase a los depósitos de agua que abastecían a las ciudades. En Tikal, una de las principales ciudades mayas, se han localizado concentraciones de hasta 17,16 partes por millón, siendo el umbral de efecto tóxico 1 parte por millón.

Los científicos responsables del estudio dan por hecho que, de una u otra manera, esta presencia de mercurio afectó a los mayas y pudo condicionar la evolución final de su civilización, ya que el envenenamiento por mercurio se vincula a desórdenes mentales e incapacidad cognitiva. ¿Se envenenaron los mayas a sí mismos? Puede, pero en Almadén, donde se ha extraído mercurio desde hace siglos, sí que es cierto que algunos de sus vecinos sufren patologías crónicas derivadas del contacto con este mineral, pero el pueblo ahí sigue, orgulloso y espléndido, y ha convertido el legado de 2.000 años de minería del cinabrio en su mayor patrimonio cultural y, también, industrial, porque ahora, con las minas cerradas desde 2002 por orden europea, funcionan allí un centro de tratamiento que procesa y valoriza los residuos de mercurio y un centro de investigación sobre este mineral.