El tabaco es el causante de la muerte de 63.000 personas cada año en el estado español, y está directamente relacionado con el cáncer de pulmón y el cáncer de vejiga. Aunque estos efectos del tabaco son ampliamente conocidos, un efecto que pasa más desapercibido es su impacto directo en el funcionamiento del sistema inmunitario. Este miércoles, la revista Nature ha publicado un estudio donde se afirma que fumar tiene un efecto duradero sobre las respuestas inmunitarias humanas específicas que persiste en el tiempo, incluso después de dejar de fumar. El sistema inmunitario actúa diferente dependiendo de muchos factores como la genética, la edad, el sexo y también los hábitos. En este sentido, los autores del artículo destacan que llegar a comprender estos factores más a fondo puede ayudarnos a combatir desde las infecciones de microorganismos hasta el cáncer y las enfermedades autoinmunes.

El equipo de científicos liderado por Darragh Duffy y Violaine Saint-Andre ha investigado los efectos de hasta 136 factores ambientales sobre las diferentes respuestas inmunes de 1.000 individuos. En concreto, han estudiado la liberación de citocinas, que son proteínas que el cuerpo segrega cuando detecta un patógeno. Esta sustancia es capaz de coordinar la respuesta inmune necesaria para eliminarlo. Entre los factores ambientales que estudiaron, el consumo de tabaco era uno de los más influyentes. El hábito de fumar es lo único que tiene consecuencias tanto en la inmunidad innata (la primera línea de defensas del cuerpo, que produce una respuesta genérica enfrente de cualquier infección), como en la adaptativa (una respuesta inmune específica contra cada agente patógeno).

La inmunidad adaptativa es la que se ve afectada a largo plazo, incluso una vez la persona ha dejado de fumar. El tabaco afecta a esta respuesta específica, alterando la función de las células inmunitarias y provocando cambios en el ADN del fumador, lo cual resulta en una respuesta inmune alterada. La naturaleza del estudio, llevado a cabo en personas sanas, no permite evaluar qué enfermedades concretas pueden verse afectadas por estos cambios y cuáles no, reconocen sus autores. Sí que permite, no obstante, dibujar una idea general, dado que los resultados muestran que el tabaco provoca una respuesta inflamatoria mayor: "Los fumadores pueden tener mayor sintomatología, más complicaciones y mayor cronicidad" en las enfermedades, apunta Duffy.

Otro estudio revela el impacto de la nicotina en las regiones cerebrales responsables de la recompensa y la aversión

Por otra parte, otro estudio dirigido por investigadores de la Facultad de Medicina John C. Edwards de la Universidad Marshall (EE.UU.) explica la interacción de las regiones cerebrales implicadas en los efectos de la nicotina en el cerebro humano. La investigación, publicada en eNeuro, una revista científica de la Society for Neuroscience, explora como influye la nicotina en áreas clave asociadas con la recompensa y la aversión, mostrando una relación llena de matices que varía en función de la dosis, el sexo y las diferentes regiones cerebrales.

La habénula media (MHb), una región conocida para regular la aversión a la nicotina, ocupa un lugar central en el estudio. Los autores han descubierto que la actividad de la MHb experimenta fluctuaciones, aumentada o disminuida, en función de factores como la cantidad de nicotina consumida, las variaciones en la dosis y el sexo del sujeto. Curiosamente, esta modulación no se reflejaba en los centros de recompensa, como el área tegmental ventral, lo cual pone en duda las hipótesis previas sobre el impacto de la nicotina. "Este estudio demuestra que la actividad de regiones cerebrales cruciales asociadas a la dependencia de la nicotina se altera de manera diferente según la dosis de nicotina y el sexo", ha afirmado el investigador principal, Nathan Olszewski, estudiante de doctorado en investigación biomédica en la Universidad Marshall, en el laboratorio del doctor Brandon J. Henderson.