La industria del tabaco está en pleno proceso de transformación. Después de décadas dedicadas a los cigarrillos, empresas como Philip Morris han empezado a apostar decididamente por productos sin combustión buscando reducir los riesgos asociados al consumo. Bajo la estrategia de la reducción de daños, están desarrollando y promoviendo alternativas como los dispositivos electrónicos de calentamiento de tabaco (como el IQOS), los vapeadores y las bolsas de nicotina oral. El objetivo declarado: ofrecer opciones menos nocivas para fumadores adultos que, a pesar de conocer los riesgos, no tienen intención de abandonar el consumo de nicotina. Este cambio de estrategia no ha sido recibido igual en todas partes. Mientras países como el Reino Unido o Suecia han integrado estas alternativas dentro de sus políticas de salud pública —con resultados destacables en la reducción del tabaquismo—, en otros estados, como España, las regulan con gran recelo o directamente las equiparan a los cigarrillos convencionales. El escenario es desigual y a menudo contradictorio: el mercado de los productos sin humo crece con fuerza a nivel mundial y países como Suecia ya son ejemplo de su potencial, pero el debate sobre su eficacia, los riesgos a largo plazo y la legitimidad de una industria que ahora se presenta como parte de la solución sigue generando polémica en algunos países.
Si hay una experta en este debate es Gizelle Baker, la vicepresidenta de Asuntos Científicos de Philip Morris International a nivel global, y es que la suya es una voz autorizada en el ámbito de la reducción de daños. Me he encontrado con Gizelle en Neuchâtel, en Suiza, donde he viajado para asistir a las jornadas Technovation, un acontecimiento que Philip Morris Internacional organiza anualmente para presentar los últimos avances de su transformación. Durante estas jornadas, directivos de la empresa, científicos internos y externos, profesionales del sector y periodistas de todo el mundo se encuentran con un objetivo; explicar, con datos y argumentos, por qué la empresa ha decidido dejar atrás el cigarrillo convencional y apostar por alternativas sin combustión.

¿Qué hace tanto daño cuando fumamos?
Gizelle Baker habla siempre con una sonrisa en la boca, lo hace poco a poco y responde a las preguntas de manera comprensible, evitando términos muy científicos; por eso transmite veracidad en sus palabras. Baker ha atendido El Nacional.cat en el marco del Techovation 2025 para explicar qué es exactamente lo que hace tanto daño cuando fumamos. La respuesta que se repite entre los expertos convocados por PMI no es nueva, pero a menudo se desconoce fuera de los círculos médicos y académicos. Baker lo tiene claro, no es la nicotina —a pesar de su capacidad adictiva— sino la combustión del tabaco, lo que genera la mayor parte de las enfermedades graves asociadas al tabaquismo.
El núcleo del debate: Nicotina vs. Combustión
Durante décadas, el discurso público sobre el tabaquismo ha estado dominado por una idea muy arraigada: la nicotina es el enemigo. Es el elemento que genera adicción, que atrapa a los fumadores y que impide que dejen de consumir. Pero si bien eso es cierto, en parte, el mensaje central de la ponencia de Gizelle Baker fue más allá: el gran problema para la salud no es la nicotina, sino la combustión del tabaco. Cuando el cigarrillo se quema, se liberan miles de sustancias tóxicas y carcinógenas que, inhaladas de forma continuada, son las responsables de la mayor parte de enfermedades respiratorias, cardiovasculares y cánceres asociados al tabaquismo.
"No instalarse en el statu quo", eso es lo que pide la científica, que alerta que es lo que puede pasar ante la confusión sobre qué es lo más perjudicial de los cigarrillos. Baker habla de reducción de daños (harm reduction, que es uno de los pilares de la estrategia de PMI), y defiende las alternativas al tabaco de combustión: "Quizás esta reducción de daños no implica eliminar comportamientos, sino centrarse en cambiarlos". Y es que Baker pone como ejemplo la implementación del casco para ir en bicicleta, el cual no se lleva para eliminar accidentes, sino para que si hay un accidente no nos haga tanto daño. Así pues, tal como dicen varios expertos, es importante separar la nicotina del humo que deriva de quemar el tabaco, ya que son tópicos muy diferentes. "La nicotina es el motivo por el cual fuma mucha gente, pero no es la responsable de la mayoría de los daños que provoca fumar", apunta la científica, que también admite que "la nicotina es adictiva y no es inocua".

¿Cómo conseguir que la gente cambie a alternativas menos perjudiciales?
La nicotina es una sustancia psicoactiva que tiene efectos rápidos y notables en el cerebro y en el cuerpo porque estimula el cerebro actuando sobre receptores nicotínicos de la acetilcolina, provocando la liberación de varios neurotransmisores como dopamina, noradrenalina, serotonina y adrenalina. Es sabido que la nicotina genera placer, concentración y reducción de estrés, además de reducir temporalmente el hambre; ante eso, los expertos se preguntan cómo y en qué niveles se puede dar la nicotina a los que no quieren dejarla para que acepten abandonar el cigarrillo convencional y se pasen a las alternativas sin combustión.
Mil millones de personas en el mundo fuman, pero para conseguir que la gente deje los cigarrillos, según expertos como Gizelle Baker, "la nicotina tiene que ser parte del proceso". "Están muy bien los productos sin nicotina", explica Baker, "pero vamos por pasos: primero llevemos a la gente a productos mejores que los cigarrillos y después ya los llevaremos a productos sin nicotina". Precisamente esta propuesta va muy ligada con uno de los principales lemas de Philip Morris el cual recordó Tommaso Di Giovanni, el vicepresidente de Comunicaciones Globales en Philip Morris Internacional, durante las jornadas Technovation en Neuchâtel: "Si no fumas, no empieces a hacerlo; si fumas, déjalo; si no lo dejas, cambia".
La regulación española
A pesar de lo que dicen los expertos sobre la nicotina, hay países como España que todavía se muestran muy reticentes a ciertas alternativas. El ministerio de Sanidad español ha iniciado una batalla contra las bolsas de nicotina, planteando medidas como limitar la concentración de nicotina de las bolsas, limitar el contenido de nicotina en los cigarrillos electrónicos y también prohibir que los cigarrillos electrónicos y las bolsas tengan sabores. Para Jacek Olczak, el director ejecutivo de Philip Morris, posturas como la española son "irracionales" y no entiende como después de más de una década de nuevos productos, de investigación y de ciencia hay algunos legisladores que siguen defendiendo que no hay información suficiente. "Espero que no pasen 10 años para que algunos tengan que reconocer que efectivamente se trata de productos menos dañinos", aseveró Olczak en Suiza, en referencia al hecho de que el mundo tardó mucho a reconocer que era cierto que la tierra giraba en torno a sol.

En pleno siglo XXI, la batalla contra el tabaquismo se ha convertido también en una batalla para entender mejor la nicotina. Ya no se trata solo de eliminar el humo, sino de cuestionar creencias arraigadas sobre qué es realmente peligroso y qué no. La ciencia apunta que la nicotina, a pesar de ser adictiva, no es el enemigo letal que muchos piensan. El verdadero mal, consideran los expertos, reside en la combustión, en el humo y en los miles de sustancias tóxicas que lo acompañan. Pero esta distinción, a pesar de ser crucial, todavía no ha hecho su camino en la opinión pública. Desestigmatizar la nicotina no quiere decir promocionar el uso, sino asumir que en un futuro sin humo, quizás no hará falta prescindir completamente de esta sustancia, sino consumirla de manera radicalmente diferente.