"Me daba miedo y vergüenza apuntarme a un equipo de baloncesto sólo masculino, por el hecho de las miradas en los vestuarios, de notarme diferente," apunta Kevin, un joven transexual y bisexual que, desde hace cosa de un año, está inscrito al Panteres Grogues, un club deportivo dirigido principalmente al colectivo LGTBIQ+ que agrupa a unos 1.500 socios repartidos en 25 secciones deportivas, culturales y de wellness. Un club que le ha permitido a Kevin sentirse cómodo y a gusto, encontrando su espacio y el equipo ideal donde poder practicar el deporte que le gusta sin sufrir ningún tipo de discriminación, falta de respeto o mirada de rechazo por su condición sexual. "Buscaba un ambiente donde abrirme, donde me pudiera sentir a gusto haciendo el deporte que me gusta, y aquí me encontré con una gran bienvenida por parte de todo el mundo, siendo uno más, independientemente de lo que me gusta o del sexo que tenga".

A pesar de que Panteres Grogues es un club dirigido básicamente al colectivo LGTBIQ+, en palabras de su presidente, Joan Miró, "aquí estamos abiertos a recibir a cualquier persona, porque para nosotros no existe la discriminación en el mundo del deporte. Muchas veces nos dicen; ¿y hace falta que os juntéis entre vosotros y os segregáis en el mundo del deporte? Desgraciadamente, todavía es necesario". Una necesidad que sirve para dar visibilidad a un colectivo que sigue sufriendo discriminaciones a diario, agresiones y, donde en muchos lugares, todavía la orientación o la condición sexual de las personas sigue siendo penalizada y criminalizada con penas de muerte.

 

Pero si otro rasgo distingue Panteres Grogues de cualquier otro club deportivo o de ocio, es que este tampoco excluye a nadie por su edad. Un ejemplo es Glòria, una mujer lesbiana de 64 años que participa en el grupo de teatro. "Aquí hay mucha integración, respeto y unión, y eso se valora mucho, porque formar parte de Panteres Grogues te permite conocer a diferentes tipos de personas, de edades variadas, de sexos y de orientaciones diferentes, y eso enriquece mucho", detalla, sobre el grupo que la ha acogido y que nació en 1994, cuando un joven alemán creó un equipo de voleibol en la playa de la Barceloneta.

Otro ejemplo es Lucía, de 32 años, originaria de Argentina. Reconoce ser lesbiana, aunque afirma que no le gustan las etiquetas. "Panteres Grogues es una familia, para mí son amigas, encuentros, alegría, amor, compañerismo y también deporte y el hecho de hacer salud," relata. La misma joven, añade como formar parte le ha permitido ser y mostrarse tal y como es, sin que a nadie le importe su sexo o su orientación social.

"A menudo el deporte es elitista y determina quién puede jugar y quién no, condicionados por la edad, el sexo o la orientación sexual. Aquí es indiferente, todo el mundo es bienvenido y así lo sientes desde el primer día", Lucía

Un jugador de la sección de pádel de Panteres Grogues

Philipe, un hombre homosexual, es otro miembro del club. Nos explica que lleva un buen puñado de años participando en las secciones de montaña y ahora también en la de esquí y de bicicleta de montaña. Para él, la función del Panteres Grogues por un lado es la de ofrecer un espacio agradable, cómodo y de seguridad para todo el colectivo LGTBIQ+ y, para el otro, muy importante, "ofrecer la visibilidad que da en el mundo del deporte". De esta forma, el club contribuye ofreciendo una ventana de apertura a muchas personas que todavía están dentro del armario o que no tienen referentes para enfrentarse a los prejuicios y a la discriminación que todavía existe en torno al colectivo y más, en el mundo deportivo.

El Ayuntamiento de Barcelona y el FC Barcelona al lado de Panteres Grogues

De hecho, con el fin de promover la tarea de la visibilidad y la normalización del colectivo, este 2022 el Ayuntamiento de Barcelona y el Fútbol Club Barcelona han firmado unos acuerdos de colaboración con Panteres Grogues, con el fin de trabajar conjuntamente desarrollando medidas en materia de igualdad y garantía de los derechos de las personas LGTBIQ+ en el ámbito deportivo, luchando así contra la homofobia y la discriminación por razones de orientación o condición sexual.

Uno de los equipos de baloncesto de Panteres Grogues

"Maricón"; "Machirulo"; "El fútbol femenino no es fútbol, ni femenino"; "Pareces una nenaza"; "¡Échale huevos!"; "El fútbol no es por mariquitas"

La homofobia todavía está muy presente en campos de fútbol, gradas de pabellones y estadios deportivos. Comentarios como los que titulan este párrafo, entre muchos otros, todavía se escuchan en estos ambientes, donde deberían que estar totalmente penalizados. De hecho, no hay que retroceder mucho tiempo atrás para recordar el polémico caso del árbitro Jesús Tomillero, que al querer hacer visible su orientación sexual para contribuir a la visibilidad y a la normativización, fue apedreado en los vestuarios sufriendo el rechazo hasta el punto que se vio obligado a abandonar el trabajo. Un caso que se hizo viral por redes siendo catalogado como "el primer árbitro de fútbol gay en España".

Panteres Grogues pretende seguir creciendo y siendo un club referente en la visibilidad del colectivo LGTBIQ+, mostrando y normativizando como todo el mundo, sea como sea y tenga las preferencias que tenga, pueda jugar y compartir momentos de deporte y de ocio con amigos y compañeros de equipo. Porque disfrutar del deporte -así como de cualquier otra situación cotidiana-, sin tener que sufrir por ser agredido, discriminado o rechazado, debería ser un derecho universal que no solo estuviera al alcance de algunos afortunados.